Un impresionista austriaco que no pudo saborear la modernidad

  • Los académicos vieneses rechazaban por sistema al paisajista Theodor von Hörmann (1840-1895), que pintaba saliéndose de los límites del realismo dominante.
  • Pasó cuatro años en Francia y reforzó su estilo allí cuando entró en contracto con el entonces impopular impresionismo.
  • El museo Leopold de Viena organiza la primera gran exposición sobre el autor, que allanó el camino al modernismo vienés, pero murió antes de poder disfrutarlo.
Von Hörmann se retrata cerca de su caballete en 'Biergarten en Dachau', óleo fechado en torno a 1892
Von Hörmann se retrata cerca de su caballete en 'Biergarten en Dachau', óleo fechado en torno a 1892
Theodor von Hörmann - Museum im Ballhaus Imst
Von Hörmann se retrata cerca de su caballete en 'Biergarten en Dachau', óleo fechado en torno a 1892

En la Viena imperial, el austriaco Theodor von Hörmann (1840–1895) lo tenía todo en contra para triunfar. Los académicos de la Künstlerhaus Wien (la asociación oficial de artistas) rechazaban por sistema la osadía de las obras del pintor. Lo mismo sucedía en aquellos años con toda intención renovadora: en el Salón de París, la exposición oficial de arte de la Academia de Bellas Artes de la capital francesa, los críticos se ensañaban con Édouard Manet, el que ahora se considera el primer maestro moderno.

Von Hörmann radiografía la realidad sin pretender ser fotográfico. Es ordenado pero demuestra que sabe despeinarse, las masas florales de jardines y huertos son densas y difusas, sin embargo cada detalle está ahí para quien lo quiera buscar. En el siglo de la pintura realista, el paisajista nacido en Imst (un pequeño pueblo del Tirol austriaco) pintaba saliéndose de los límites de la simple representación.

"Uno de los más inusuales y autónomos" 

La primera gran exposición sobre el autor, Theodor von Hörmann - Von Paris zur Secession (De París a la Secesión) permanece en cartel hasta el 29 de agosto en el Leopold Museum de Viena avivando el interés por el que consideran desde la pinacoteca como "uno de los más inusuales y autónomos artistas de finales del siglo XIX".

Vivió en Francia entre 1886 y 1890, pasó un tiempo en París y visitó lugares clave del movimiento impresionista como el pueblo de Barbizon, un retiro para aquellos pintores rebeldes que ya en el Romanticismo no querían saber nada de academias.

Después viajó Múnich y Dachau, la localidad que entonces —antes de quedar contaminada por la atrocidad del primer campo de concentración del nazismo— albergaba una activa colonia de artistas que anunciaban la intención de traspasar la realidad e inundar el arte de símbolos.

Impresionismo de invierno

Sin querer volver a la rígida Viena, se instaló en Znojmo, una ciudad en la región checa de Moravia Meridional, no lejos de Austria, que adoptó como refugio artístico. La muestra presenta un generoso número de paisajes de Znojmo que van de la esponjosa belleza campestre al paisaje invernal más duro. Estas últimas obras trasladan el impresionismo a condiciones climáticas poco festivas, opuestas al hedonismo primaveral de las escenas de Monet o Degas.

Como les sucedió a algunos de los más notables artistas del momento —Manet, Gauguin... El caso más extremo tal vez sea Van Gogh— fue infravalorado hasta después de su muerte. Siempre atento a los aires de cambio, abrió una galería de arte moderno y fue fundador del movimiento de secesión vienés, que llegó a lo más innovador con Gustav Klimt y con atrevidos diseñadores como Koloman Moser. Von Hörmann allanó el camino pero, al morir justo cuando la modernidad cobraba fuerza, no pudo disfrutar de ella.

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