España sigue fabricando bombas de racimo

  • Según denuncia Greenpeace.
  • La asociación ecologista inaugura un ciclo para recordar las terribles consecuencias que sobre la población civil tienen este tipo de bombas.
Imagen de una bomba de racimo sin explotar modelo BLU63 (Greenpeace)
Imagen de una bomba de racimo sin explotar modelo BLU63 (Greenpeace)
Greenpeace
Imagen de una bomba de racimo sin explotar modelo BLU63 (Greenpeace)

España sigue fabricando y vendiendo bombas de racimo en todo el mundo. Así lo asegura la asociación ecologista Greenpeace, que el martes inauguró un ciclo llamado 'La vida bajo las sombras' y en el que se muestran las consecuencias que este explosivo tiene sobre la población civil.

De acuerdo con la ONG, varias empresas españolas producen estas bombas. Sin embargo, la falta de transparencia en la venta hace imposible saber dónde las venden.

Además, el ejército español, según reconoció el ministerio de Defensa, tiene un arsenal limitado de este tipo de armas.

Este armamento habría sido utilizado por los países de la OTAN, Estados Unidos o Israel. Además, se ha registrado su uso en Líbano, Irak, Afganistán, Kosovo o Vietnam.

Solo en el Líbano se calcula que tras la guerra del pasado verano quedaron un millón de submuniciones sin detonar.

¿Cómo funciona?

Una bomba de racismo está formado por una bomba "contenedor" que puede ser lanzada desde tierra, mar o aire y que, al abrise durante la trayectoria, expulsa cientos de submuniciones que se dispersan por amplias superficies. En teoría estallan cuando alcanzan el suelo, pero esto no siempre es así.

Hoy por hoy, siguen causando muertos y heridos años después de que el conflicto haya terminado y afectan sobre todo a la población civil, que suponen el 98% de sus víctimas, en especial a los niños que son atraidos por sus formas llamativas y sus colores.

Según cálculos de Greenpeace, entre el 5% y el 30% de las submuniciones no llegan a estallar, quedando dispersas y actuando entonces como minas antipersonales.

Prohibido por Tratado

Actualmente está en marcha un proceso, liderado por el Gobierno noruego, que tiene como fin lograr un tratado internacional que prohiba las bombas de racimo. Un total de 68 países han firmado la declaración final, que aspìra a aplicarse en 2008.

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