Rey, centro familiar, vagabundo, soldado..., el niño visto por los pintores desde el siglo XVI al XX

  • La exposición 'El arte y el niñó' reúne en París un centenar de obras.
  • Desde el niño-dios de la Edad Media, la figura de los críos ha crecido en importancia y ocupado un terreno propio como protagonista de obras de arte.
  • Hay obras de Corot, Millet, Manet, Monet, Renoir, Cézanne, Matisse, Picasso...
El 'vendedor de violetas' de Fernand Pelez
El 'vendedor de violetas' de Fernand Pelez
Paris, Petit Palais, musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris - Photo © Petit Palais / Roger-Viollet
El 'vendedor de violetas' de Fernand Pelez

Si nacer y vivir eran retos complejos en los siglos XVI y XVII —con tasas de mortalidad infantil de hasta un 50% en Europa y un crío de cada cuatro fallecido antes de llegar al año—, es fácil entender porqué los niños eran presentados por los artistas como ejemplos de un propósito colectivo o de continuidad de una dinastía. Cuando al pintor francés Léonard Limosin le encargan retratar al delfín Francisco II otorga al crío un rutilante brillo en la mirada para presagiar todas las buenaventuras. La historia se confabularía contra el artista: coronado a los 16 años, el monarca murió tras unos meses por una otitis.

En el siglo XX, cuando la mortalidad infantil había bajado hasta el 20% a principios de la centuria —ahora es del 1% en los países desarrollados, aunque se dispara hasta casi el 10% en zonas de África—, al artista Gaston Chaissac, uno de los discípulos más avispados del padre del arte bruto, Jean Dubuffet, le importaba bien poco considerar la infancia como una edad con más merecimientos que las otras. En el cuadro Visage mélanquolique (Retrato melancólico, 1961) pinta a un niño de infantilismo exagerado, al que expone como un mono en la jaula de un zoológico.

En el Bois de Boulogne

La travesía artística entre una y otra obras es la propuesta de la exposición L'art et l'enfant (El arte y el niño), que hasta el 3 de julio muestra el Museo Marmottan Monet de París, un antiguo pabellón de caza cerca del Bois de Boulogne donde Jules Marmottan, abogado, empresario de la minería y, como resultado de la riqueza acumulada, coleccionista de arte, montó en el siglo XIX una coqueta y exquisita pinacoteca.

Con un centenar de pinturas, muchas de ellas cedidas por otros museos franceses, europeos y estadounidenses, la exposición ha conseguido reunir piezas de una nómina de primeras espadas: hay pinturas de, entre otros, Champaigne, Fragonard, Chardin, Greuze, Corot, Millet, Manet, Monet, Morisot, Renoir, Cézanne, Matisse y Picasso.

El minimalista niño melancólico de Matisse

La aspiración de la muestra, trazar la evolución del  niño en el arte francés desde la Edad Media al siglo XX, el paso de la representación del niño Dios al niño-Rey, aristócrata, burgués, guerrero, callejero o, simplemente, modelo,  permite revelar la transformación del estatus del niño mediante algunos cuadros muy célebres —como Le Peintre et l'enfant (El pintor y el niño, 1969), donde Picasso se autorretrató jugando con un crío, o el casi minimalista Portrait de Pierre, que Matisse había pintado seis décadas antes para retratar a un niño melancólico— y otros raros, como Femme enceinte partiellement écorchée (Mujer embarazada parcialmente seccionada), un grabado anatómico de gran tamaño realizado en el siglo XVIII por Jacques-Fabien Gautier-Dagoty

Desde el niño como representación infantil de dios y, luego, como "heredero del derecho divino", los pintores empiezan a considerar la figura del infante como una materia con derecho propio.

En el centro

Los hermanos Le Nain, se adelantan al Siglo de las Luces y empiezan a retratar a pequeños y humildes campesinos, iniciando una  nueva era en la que el niño se sitúa en el centro de las preocupaciones políticas, morales y sociales, y su representación puede ilustrar el progreso de la medicina, la voluntad de luchar contra la mortalidad infantil y las nuevas relaciones con los adultos.

"Es el triunfo del sentimiento familiar", explican los organizadores de la muestra, y, para el niño, el momento en que pasa a convertirse en un ser independiente, condición que en el arte le convierte en protagonista único de numerosas obras. Esta tendencia se consolida aún más en el siglo XIX, con artistas como Millet, que dibujo numerosos cuadros protagonizados por críos.

A partir de 1789, el niño supera la imagen de inocencia y necesidad de protección para convertirse, en ocasiones, en héroe armado, soldado o revolucionario. Es el caso de Les Petits Patriotes (Los pequeños patriotas), donde el pintor republicano Philippe-Auguste Jeanron muestra a chiquillos armados en una barricada revolucionaria.

'El pequeño vendedor de violetas'

Unos años más tarde, la mendicidad o la pobreza infantiles asoman con lienzos tan realistas y desgarradores como Le petit Marchand de violettes (El pequeño vendedor de violetas, 1885) que sirve a Fernand Pelez para mostrar a un andrajoso, fatigado y descalzo pequeño obligado a trabajar en la calle.

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