Sergio llevaba casi dos años apuntado a un gimnasio de Alicante. Un día descubrió que le faltaban 200 euros de su cartera. Pensó dónde podía estar el dinero y ató cabos: se los habían robado en el gimnasio.

La dirección del centro le instó a que denunciara en comisaría, pues la taquilla en la que se había producido el hurto no parecía forzada.

Al día siguiente, le expulsaron del centro, al parecer «sin darle un motivo», y él comenzó a pensar que el propio personal del gimnasio le había robado el dinero.

El gerente de estas instalaciones, Miguel Ángel Montes, aseguró a 20 minutos que la expulsión de Sergio se produjo debido a «las faltas de respeto y los insultos que lanzó contra el personal», pues les llamó, entre otras cosas «ladrones».

Los empleados «estaban descompuestos, es la primera vez que pasa», dice Montes.

Además, el directivo asevera que las llaves de las taquillas no se pueden copiar, pues son numeradas y sólo hay una copia de seguridad, que «está dentro de una caja fuerte».

Según su experiencia de varios años gestionando instalaciones deportivas, «el 99% de los supuestos robos en gimnasios son en realidad descuidos».