Meritxell Martorell: "Me dio una llorera con los refugiados y me daba vergüenza grabarme"

  • En la segunda entrega de '21 días' Martorell vivirá bajo las estrictas normas de una de las comunidades judías más herméticas del mundo.
  • "Hay que ser empática, no tener prejuicios y dejar que la experiencia te lleve", explica la reportera sobre su trabajo.
La reportera Meritxell Martorell, en una imagen promocional.
La reportera Meritxell Martorell, en una imagen promocional.
CUATRO
La reportera Meritxell Martorell, en una imagen promocional.

La reportera Meritxell Martorell ha debutado en 21 días, el programa de Cuatro en el que la reportera se sumerge de lleno en los temas y las historias con el objetivo de contarlos en primera persona.

En la segunda entrega (este viernes, 23.00 h) Martorell vivirá bajo las estrictas normas de una de las comunidades más herméticas del mundo, de judíos ultraortodoxos, donde obligarán a la reportera, entre otros aspectos, a vestir con una túnica negra que le cubrirá todo su cuerpo excepto el rostro.

¿Cómo ha sido la experiencia de involúcrate en los temas?

Increíble, era lo que más me apetecía de este formato, poder vivir la experiencia. No es lo mismo estar ahí durante 21 días que ir a hacer una pieza de tres minutos e irte a tu casa. Es mucho más real, la información que das aporta con otro punto de vista. Entiendes cosas que ni siquiera te habías planteado que podías entender.

¿Y cuál es la clave para transmitir o contar eso?

Adaptándose, hay que ser empática, no tener prejuicios y dejar que la experiencia te lleve. Yo intento no ponerme límites antes de empezar, a ver dónde llego y averiguo qué me aporta, qué aprendo.

Encajaba en '21 días' porque...

Yo llevaba muchos años viajando. Di una vuelta al mundo y después seguí mi viaje por libre, para seguir aprendiendo, por ganas de conocer. Eso es lo que buscaban, una persona inquieta y valiente, porque hay que vivir con gente que no te esperas, dormir en sitios difíciles...

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la comunidad judía ultraortodoxa?

Primero fuimos a Nueva York y estuvimos con una comunidad judía que estaba bastante bien adaptada a la ciudad, los niños iban al colegio... pero tenían sus normas y sus preceptos y a mi ya me parecieron severos.

Y después...

Nos fuimos a Guatemala, con la comunidad de los Lev Tahor que no hay nada más ultraortodoxo. Viven en una antigua fábrica como 300 personas en unas condiciones impresionantes. Y lo han elegido ellos. Son extremadamente cerrados, viven aislados del mundo, apenas salen a la calle. Ahí hubo momentos de indignación, sobre todo por los niños, porque los adultos lo han elegido, pero los niños no han tenido alternativa para elegir su forma de vida.

¿Por qué una comunidad así deja entrar a la tele?

Porque ellos están convencidos de que lo que hacen está bien, de que ese estilo de vida es el que lleva a la salvación. Ellos quieren que mostremos su punto de vista, que todos los demás están equivocados. Creen que es la oportunidad de dar a conocer su verdad y de llegar a más gente.

Cuando el periodista se implica, ¿no altera la realidad?

El objetivo es que no alteremos esa realidad, si no que nos sumerjamos. Mis reflexiones se hacen a modo privado, con mi cámara. No le voy a decir al judío que eso o aquello me parece escandaloso. Voy allí a respetarles y a intentar entenderlo. De algún modo voy a mimetizarme.

¿Cómo es su relación con el resto del equipo?

Durante las grabaciones prácticamente no tenemos relación. Yo estoy 24 conviviendo con la familia o el personaje y ellos vienen unas horas a hacer una grabación. Sólo hablo con ellos para quedar a una hora u otra. Ellos pueden estar a 40 km y yo me quedo sola en el lugar donde estemos.

¿Ha pasado miedo?

Hay veces que me he sentido desprotegida, pero es que la experiencia es así, es mía, no del equipo.

¿Y su familia qué piensa de eso?

Ellos ya saben cómo soy (risas). Ellos sabían que era la persona indicada para hacer esto, porque yo ya había estado viviendo de una forma similar, viajando, por ejemplo viviendo un año en una granja en Nueva Zelanda con los Hare Krishna. Ellos me dan ánimos después de las grabaciones, porque cuando las hacemos no tengo ni mi móvil personal.

¿Afecta anímicamente?

Tienes tus momentos de bajón y de subidón. Son experiencias muy densas y que cambian mucho y que te marcan. Hay que ser muy fuerte psicológicamente. Pero la adicción está en las ganas de seguir aprendiendo.

Y a la vez hay que ser desinhibido para mostrar tus propios sentimientos...

Recuerdo que en el programa de los refugiados me dio un ataque de llorera y me daba vergüenza llorando. No me apetecía, era como mostrar mis sentimientos, pero es parte del programa, se tenía que ver.

¿Cómo es el primer día en el que vuelves a tu mundo después de una grabación?

Es súper raro. Me siento desubicada. Cuando llego el primer día lo que hago es meterme en la cama y duermo mucho, ni siquiera hablo con la familia o los amigos, lo dejo para el día siguiente. Cuesta recuperar tu vida.

¿Cuál es el límite que un periodista se puede poner?

No frivolizar. Por ejemplo con los refugiados veías a muchos periodistas que iban a hacerse la foto con un niño. Lo que me gustó es que fui y tenía que trabajar, estábamos grabando, pero ayudando a la vez. Iba a implicarme, no sólo a por una imagen o un titular.

"Me pongo palote hasta con ésta", "tiene una buena siesta", le dijo un cliente en un prostíbulo.

El tema del masaje ha dado mucho juego... dar un masaje no me da asco, no es escandaloso, pero el rollo estaba en que el cliente esperaba que le diera placer, era incómodo.

Y encima le puso un 1 de nota...

Creo que fue porque no le masajeé nada de lo que él quería (risas).

¿Qué '21 días' le gustaría hacer?

Pues 21 días conviviendo con una tribu, por ejemplo. Me encantan los temas de otras formas de vivir, cuanto más lejanas mejor.

¿Recuerda algún '21 días' que hicieran sus predecesoras que no hubiera querido hacer?

El de la mina de Samanta fue un programón. Era muy duro, pero creo que me habría gustado hacerlo. De las cosas más duras son de las que más aprendes. El de Adela de trabajos extremos también era impresionante para mostrar hasta dónde es capaz cada uno en la parte personal

El de 21 días en el lujo no le llama...

(Risas) Hombre, de vez en cuando uno ligerito va bien, claro que me gustaría. Que me hagan tratamientos de belleza y que me cuiden.

¿Cuáles quedan?

21 días de Lesbos a Colonia, uno de los temas que más me ha aportado y 21 días con la Ayahuasca, una planta ancestral del Amazonas que utilizan los chamanes.

¿Cómo le ha ido con eso?

Con bastante miedo, porque no había tenido mucha relación con las drogas y ésta es una droga psicodélica y pensaba que iba a ir colocada y con la cámara, que paranoia. Pero descubrimos los dos usos, la espiritual y ancestral y por otro lado la parte del negocio, cuando se ha popularizado y el auge de chamanes fraudulentos.

BIO: Licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, con estudios en Filología Inglesa, bloguera y actriz de publicidad, Meritxell Martorell (Barcelona, 1986) ha trabajado como reportera en Localia TV y Urbe TV, entre otros operadores, y en varios canales

corporativos de televisión. Ha sido directora y presentadora en 'L'Imperdible', programa cultural de la televisión de Hospitalet, colaboradora del programa 'Atrévete' de Cadena Dial y productora y locutora del magacín 'Ya te digo' en Europa FM. Sus principales aficiones son el

yoga, la lectura y los viajes, pasión que ha podido desarrollar con 'La vuelta al mundo de Shandy Cruzcampo', una actividad promocional de la mencionada compañía en la que fue reportera de viajes durante un año.

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