El pueblo reclama que vuelva el anterior sacerdote. El Arzobispado de Granada envió ayer a Albuñol a un vicario para que oficiara la misa funeral de una vecina fallecida, aunque fue sólo una excepción dentro de la suspensión temporal de culto que ordenó para el pueblo a raíz de las protestas de sus vecinos por el traslado del párroco Gabriel Castillo.
Una suspensión que se acabará este domingo pues, según anunció el vicario a los vecinos, ese día será presentado un nuevo párroco nombrado por el Arzobispado.
Desde que se decretó la suspensión –la última misa la ofició el 11 de agosto un vicario–, dos bodas previstas tuvieron que celebrarse en La Rábita al no haber ningún sacerdote en la parroquia, aunque al tratarse esta vez de un entierro, el Arzobispado envió a un cura.
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