Era lógico pensar que fuera a dar que hablar, porque un juego que imita el escondite de Ana Frank no parece de esas ideas que vayan a pasar inadvertidas. Y la respuesta ha sido la esperable: la polémica está servida en Holanda a causa del juego.

Ana Frank es la protagonista de esta ¿perversa diversión? creada por el joven de 19 años  Thijs Verberne. El escenario es un búnker utilizado por los nazis donde Ana Frank, su familia y cuatro amigos se escondieron sin éxito durante la ocupación nazi.

Los jugadores deben escapar resolviendo acertijos en el plazo de una hora.

El juego fue propuesto por la empresa Escape Bunker Valkenswaard, y no se trata (o no únicamente) de que reproduzca la casa donde vivieron los Frank, incluida la librería que tapaba el acceso al verdadero escondite, sino que incluye detalles de la terrible experiencia de Ana Frank y que son convertidos en el juego en un "desafío" .

En la presentación de la web de la empresa, la actividad se vende así: "La familia de Ana Frank no tuvo más remedio que esconderse; tú tampoco quieres que te encuentren los alemanes, así que también te ocultas. A pesar del escondite, la amenaza de que los alemanes aparezcan en cualquier momento es constante. Afrontarás varios retos y depende de ti que la aventura acabe bien".

Todo esto no ha tardado en ofender a la Fundación Ana Frank, que critica la trivialización del Holocausto con un juego de estas características.

"No solo trivializa el Holocausto. Da la sensación de que la familia de Ana y sus cuatro compañeros no fueron lo bastante listos como para huir", dicen responsables de la institucion a The Guardian.

El Ayuntamiento de Valkenswaard (pueblo de Brabante donde se sitúa la polémica atracción turística) está revisando los términos del contrato de arrendamiento del lugar. En tal edificio se ofrece otra actividad parecida, pero sin emplear el apellido Frank.

Ana Frank, sus padres y hermana y otras cuatro personas estuvieron dos años encerrados en el cuarto de atrás de una casa a la orilla de los canales de Ámsterdam. En 1944 fueron descubiertos y enviados a los campos de concentración, de los que solo regresó el padre, quien hizo posible la publicación del diario de su hija menor.