María Pilar d'Errico: "las mujeres presas son invisibles para la sociedad y en la propia cárcel"

A lo largo de estas tres décadas ha tenido responsabilidad como tesorera y presidenta en varios mandatos en ACOPE.
A lo largo de estas tres décadas ha tenido responsabilidad como tesorera y presidenta en varios mandatos en ACOPE.
ELENA BUENAVISTA
A lo largo de estas tres décadas ha tenido responsabilidad como tesorera y presidenta en varios mandatos en ACOPE.

María Pilar d'Errico es la ganadora de la tercera edición del concurso Avanzadoras organizado por Óxfam Intermon, una iniciativa enmarcada en el Día Internacional de la Mujer con la que se quiere dar un merecido reconocimiento a las mujeres que avanzan y hacen avanzar a los demás en España. En las dos ediciones anteriores del concurso Avanzadoras fueron premiadas Mabel Lozano, que lleva más de una década años dirigiendo documentales, cortos y anuncios de corte social y centrados en la mujer y luchando activamente contra la trata de personas, y Sagrario Mateo, que pasó de ser una mujer maltratada a poner en marcha la primera asociación navarra en defensa de las mujeres que habían pasado por su misma situación.

La Asociación de Colaboradores con las Mujeres Presas (ACOPE) nació en octubre de 1986 para dar apoyo a las presas de Yeserías. Se compone exclusivamente de personas voluntarias que van a las cárceles a hacer talleres, asesorar y acompañar a las presas tanto en los centros penitenciarios como en los pisos de acogida. A los pocos meses de iniciar su andadura se incorporó María Pilar, que tiene 76 años y una pasión evidente por lo que hace y que a lo largo de estas tres décadas ha tenido responsabilidad como tesorera y presidenta en varios mandatos.

"Mariú es una mujer viuda con 6 hijos que ha sido y es el alma de la asociación", afirmó la compañera de voluntariado que la propuso como Avanzadora: "ha trabajado mucho en la difusión de la situación de las mujeres en prisión, realizando conferencias, ponencias y mesas redondas en universidades e institutos de toda España. Su principal preocupación es mejorar las condiciones de vida de las mujeres reclusas y las de sus hijos, potenciar sus capacidades personales mediante talleres de comunicación y desarrollo personal, defender ante jueces e instituciones penitenciarias la necesidad de medidas de tratamiento, acompañarlas, ayudarlas y asesorarlas en sus procesos de excarcelación, alentar a los poderes públicos a tomar medidas de reinserción social, así como informar y sensibilizar a la población en general acerca de la realidad de las mujeres presas, de la necesidad de crear redes sociales de solidaridad y recursos residenciales que les permitan sentirse seguras a su salida de la prisión".

¿A qué cárceles acude?

Empezamos en Yeserías, de ahí pasamos a Carabanchel , después otro grupo de ACOPE estuvo en Aranjuez. Yo pasé a Alcalá Meco y allí sigo entrando todos los sábados. En la cárcel de Brieva, en Ávila, entro los domingos. Y también estoy yendo cada quince días a Albacete.

¿Qué es lo que está haciendo hoy día en sus visitas?

No vamos a hacer caridad ni a visitar a las mujeres porque sí, intentamos hacer un trabajo serio con programas socioeducativos. Llevamos programado lo que trabajar, por ejemplo la autoestima o las emociones, aunque no siempre es posible. Por ejemplo, este pasado domingo mi grupo de mujeres en Ávila se había reducido mucho porque están cambiándolas de módulos y me encontré que lo que llevaba programado no lo puedes llevar a cabo, pero normalmente sí.

¿Cómo empieza una madre de seis hijos a visitar a las mujeres presas hace treinta años?

Empecé al poquito tiempo de fundarse la asociación, cuando mi hija pequeña tenía unos diez años. Fue algo casual. En aquel entonces los niños estaban en prisión hasta los seis años, que era una auténtica aberración, y una de mis hijas estaba en la asociación. Los sacaban los domingos a darse un respiro de aire fresco. Pero mi hija se casaba y se iba a Valladolid y me dijo “mamá se queda esta plaza libre en ACOPE”, y yo, un poco inconscientemente, dije que sí y este mundo me atrapó. Entonces, igual que ahora, necesitamos voluntarios.

¿Cómo fueron aquellos primeros momentos?

Cambió del todo mi idea de la cárcel. Yo nunca había pensado eso de “el que la hace que la pague”, pero sí que me era un mundo indiferente. Sabía lo que veía en las películas y poco más, no me interesaba mucho. Pero al entrar ves esos rostros que te están demandado justicia, porque están privadas de libertad, pero también de muchas más cosas, y empecé a ver otro mundo completamente distinto y a mirar de una manera diferente. Ellas me han enseñado. Te das cuenta de que no importa porqué están ahí, eso lo sabe el juez y ellas mismas y nosotros jamás lo preguntamos, aunque ellas normalmente te lo cuentan absolutamente todo. Lo importante es para qué están. Porque la prisión no sirve para nada, no reinserta, no es cierto. Las personas que consiguen reinsertarse y salir es a costa de muchísimo esfuerzo y con precios muy altos.

Al principio tuvimos que aprender mucho. Nos encontramos con que había un montón de carencias: no les daban ropa adecuada, no tenían sellos para escribir a sus familias… Veíamos tales necesidades dentro de prisión que los voluntarios que estábamos allí nos veíamos en la obligación de dar, dar, dar. Hasta que nos fuimos dando cuenta de que ese no era el camino, que el tema de dar lo único que hacía era favorecer que las mujeres siguieran mendigando y que nosotros fuéramos “los buenos". Vimos que lo que había que hacer era reivindicar las carencias que tenían, que fuese la propia institución la que fuera dando, que teníamos que luchar por defender la dignidad de la mujer en prisión. Fuimos muy reivindicativos e hicimos un informe de todo lo que veíamos por el que se nos cerró la puerta y nos quedamos sin volver a entrar a la prisión de Yeserías. Empezamos a escribirnos con las presas e hicimos incluso un libro, contrastando las vivencias de las mujeres con la Ley Orgánica Penitenciaria que es de las mejores de Europa, pero que no se cumple.

¿De qué manera se puede cambiar esa realidad?

Yo creo que tiene que haber creatividad y voluntad política de verdad. Ahora que se habla tanto del cambio político, y me parece espléndido que lo haya, pues que esos nuevos políticos no se olviden de la cárcel, que no sirva para excluir y castigar, que sirva de verdad para apoyar, ayudar y acompañar a esta gente. Para darles la oportunidad de avanzar en sus vidas. Tiene que haber políticas nuevas con presupuestos que vayan dirigidos a recursos alternativos, que se invierta en que haya pisos para que los niños no sigan estando en la cárcel. Aunque ahora estén hasta los tres años y no hasta los seis, un niño no puede estar preso, tiene que haber medidas alternativas. También la sociedad tiene que ser coherente y, por ejemplo, si ponen un piso cerca para reinsertar mujeres, pues no protestar. A lo mejor ha habido campañas de concienciación sobre reinserción y yo no me he enterado, pero yo no recuerdo ninguna. Los presos y las presas salen de nuestra sociedad, no vienen de Marte, y tenemos que ocuparnos de ellos. Incluso por un motivo egoísta, para que no salgan peor de lo que han entrado, porque salen peor la mayor parte.

¿Eso pasa, la cárcel no solo no reinserta sino que empeora la situación?

En la cárcel hay droga, tienen que sobrevivir de muchas maneras. ¿Quién está en prisión? Pues los más desfavorecidos, los pobres, lo que no tenían formación ninguna, que incluso han sido maltratados por sus parejas. Hay mujeres que las ves que han venido de sus países para solucionar problemas familiares, auténticas carencias, que las han engañado... Gente a la que habría que dar recursos y ayudar para cuando salgan. Se les pide que se reinserten en la sociedad y se ganen la vida dignamente y resulta que lo primero que hacen muchas empresas es pedir un certificado de penales o papeles que no tienen. Entonces explícame cómo van a trabajar dignamente. Pues otra vez a lo que pillen.

¿Cómo ha cambiado la cárcel en estos treinta años que lleva de voluntariado?

Mucho. Las prisiones por un lado están mejor. Recuerdo la falta de higiene de los niños de la prisión de Yeserías, eso ya no existe. Pero las medidas de seguridad son mayores, entonces entraba en al cárcel a diario y teníamos mucha más libertad. Según qué director o directora está en prisión, pues te conceden que vaya un grupo a cantar o hacer teatro, pero nos cuesta muchísimo. Antes esto era más fácil. Delitos importantes los cuentas con los dedos de la mano, eso no ha cambiado demasiado en treinta años. Lo que sí ha hecho es aumentar muchísimo el número de presas, se ha quintuplicado. Tenemos más porcentaje de gente encarcelada que otros países de Europa, siendo los mismos delitos. Tal vez pensamos equivocadamente que la sociedad va a estar más protegida, así que a encerrar. Y la cárcel es lo único que hace, encerrar y excluir.

¿Igual para los hombres que para las mujeres?

Las mujeres presas son invisibles para la sociedad y en la propia cárcel, lo decimos constamentemente. Quitando la cárcel de Alcalá Meco, la de Brieva y la de Alcalá de Guadaira, que son las únicas de mujeres, el resto de presas están en módulos en cárceles de hombres. En Albacete debe haber entre 1.500 ó 2.000 hombres, pues en el módulo al que voy yo hay solo 18 mujeres  Estas mujeres son invisibles para la propia estructura de la cárcel, las mujeres lo tienen muchísimo peor en muchos sentidos.Incluso las medidas de seguridad están pensadas para hombres. Yo solo recuerdo un motín, pequeño, hace muchos años. Al estar todas juntas, mujeres jóvenes con mayores, enfermas con sanas, preventivas con penadas (que ni siquiera en eso se cumple bien la ley porque deberían estar divididas), pues hay veces que se pueden pelear, porque la convivencia, y más en la cárcel, es complicada. Pero una pelea de tirarte de los pelos, no con pinchos como en la cárcel de los hombres. Yo entro en prisión sitiéndome muy querida y protegida.

También socialmente, el mismo delito es mucho más grave si lo comete una mujer. De una mujer se dice “ha dejado a sus hijos, no es una buena madre, una buena esposa”. La gente tiene que darse cuenta de que están ahí, que no son invisibles, que hay que ocuparse de ellas, que tengan voz y darles herramientas para que puedan salir de esas vidas tan rotas que han tenido.

¿El hecho de que se pongan de moda series como Orange is the new black o Vis a vis, favorece? ¿Ayuda a darles visibilidad?

Cuando hay películas o series la sociedad se fija un poco más, en un momento dado son un poco más visibles. Pero hay poca realidad en lo que nos enseñan, no creo que se beneficien mucho. Yo he visto poco la serie, pero recuerdo que eran mujeres en Estados Unidos con unos delitos muy graves, terroríficas. No tiene nada que ver con las mujeres presas que tenemos en España, son mujeres normalísismas, exactamente igual que tú y y que yo. Las ves tan indefensas que no puedes tener en ningun momento el menor temor de nada.

¿Hay alguna historia que la haya marcado especialmente?

Me han marcado muchas mujeres, sobre todo al principio cuando trabajábamos con casos que hacíamos nuestros. Decíamos “hay que sacar a esta mujer de la droga”, pero vas aprendiendo que no puedes sacar a nadie de nada, que tiene que ser la propia mujer la que salga y que tiene que tener ayudas y recursos, que no las tiene. Tendría muchas historias para contar, pero es difícil... Vemos como pasan tantas mujeres por nuestra asociación, por nuestros pisos, convivimos con ellas, nos las llevamos a la playa siete días con permisos de jlojueces que empezamos a pelear cuatro meses antes, conocemos su vida y sus historias, pero luego ya se van en libertad y son las menos las que nos escriben. Son poquitas. Quieren olvidar todo este mundo que han vivido. Aunque llevan puesto el corazón de ACOPE y nos quieren de verdad,  se van y es natural que sea así. Bastante tienen con poder rehacer su vida.

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