Hace menos de diez días que la candasina Sara Leal ha regresado de Grecia donde permaneció 18 días —del 5 al 23 de febrero— colaborando como voluntaria ofreciendo ayuda a los refugiados que huyen de la guerra, así que aun tiene en su retina muchas imágenes que le serán muy difíciles de borrar.

Llegó a Lesbos el día 5 de febrero tras viajar por su cuenta, aprovechando los días libres de su trabajo, y allí empezó a colaborar con las organización Better Days for Moria (BDFM), que trabaja junto al centro de registro de Moria, por donde tienen que pasar todos los inmigrantes que llegan a la isla para ser registrados y conseguir papeles con los que dejan de ser ilegales y "les permiten volver a ser personas".

Sara Leal explica que ese centro de Moria tiene una capacidad limitada, así que cuando llegaban muchos refugiados a la isla la gente tenía que esperar fuera, durmiendo al aire libre, sin comida, tiendas, ni ninguna necesidad básica cubierta.

"BDFM nació por eso, para hacerse cargo de la gente que no entraba en el centro. Además de eso empezaron a hacer distribución de ropa, comida caliente e información básica para los refugiados que acaban de llegar, algunos no saben ni en que isla están. La labor que hice esos días era recibir a quienes llegan al centro. Todo el mundo al bajar de la lancha se moja, como mínimo hasta la rodilla, por tanto los zapatos que llevan ya no les sirven, o directamente los pierden en la travesía. Nosotros les damos ropa seca, calzado, calcetines. Algo de comida caliente y luego ya van al centro de registro, donde tienen que hacer cola para realizar una entrevista y conseguir esos papeles que les permiten ser legales seis meses para poder solicitar asilo", explica la candasina.

Afirma que su intención era estar los 18 días en BDFM, "en turno de noche", pero a los tres días de estar en la isla dejaron de llegar botes durante cinco días, así que no eran necesarios todos los voluntarios y se fueron buscando otras tareas.

"Me dediqué por ejemplo a la distribución de comida y guantes, gorros y bufandas a la gente que iba a coger el ferry, ayuda en los almacenes organizando la ropa para que luego las diferentes ong puedan pedir exactamente lo que necesitan", dice Sara Leal que como muestra de las "múltiples necesidades" asegura que durante los turnos se quedaron sin chaquetas de mujer, ropa interior o zapatos del 41 al 43. "Calzado siempre falta", asegura. "También productos de higiene cepillos de dientes, compresas y pañales... y sobre todo mochilas, importantísimo, a veces solo llevan encima documentación y un móvil, así que siempre necesitan mochilas y nunca hay bastantes".

No se fían de nadie

Los casi veinte días que Sara pasó como voluntaria le han servido para conocer de cerca —más allá de lo poco que a su juicio muestran los medios de comunicación— las calamidades a las que día a día se enfrentan los refugiados. Familias enteras con abuelos y niños que "no se fían de nadie, sólo de su teléfono y de sus compatriotas que han llegado antes" porque desde "que salen de su país huyendo de la guerra todo el mundo les está timando e intentando sacar dinero".

Y es que si algo repite Sara cada tres frases es que "no debemos olvidar que es gente que huye de la guerra". "Se enfrentan a un buitreo constante. Según llegan a Moria les venden tarjetas de teléfono más caras que en el pueblo, pero claro, la gente lo que quiere es llamar ya a casa y decir que está vivo, que llegó bien. Taxistas que en trayectos que cuestan 10 euros les cobran 10 por cabeza. Un voluntario me contó que en Idomeni hay gente que roba las tiendas de campaña y las revenden por el doble a las familias. Y eso son buitreos inocentes por así decirlo, luego están todas las mafias de trata de personas, esos 10.000 niños desaparecidos, así que es normal que no se fíen de nadie", asegura.

Recuerda que son muchos los niños viajando solos, así que normalmente las ong intentan vigilar qué niños van solos pero no dan a basto. "Los refugiados están en grave peligro de ser explotados por las mafias de trata de personas. Acnur avisa con carteles en Idomeni y les pide que tengan cuidado. Ya van 10.000 niños desaparecidos en Europa. A mi me cuesta asimilarlo, yo que era de las que creía en Europa", asegura.

SATURADOS

Los últimos días la asturiana estuvo colaborando en Idomeni, frontera de Grecia con Maceonia, destaca que si hace ya días la situación, era muy complicada, a día de hoy, tras el cierre de fronteras ya es absolutamente insostenible y se le hiela la sangre al ver las imágenes de estas últimas horas en los medios. Recuerda que ahora son más de 10.000 personas hacinadas en un campo preparado para 1.500, esperando a que abran la frontera.

"No hay espacio en el campo para todos por lo que se intenta suplir con tiendas de campaña, pero ni siquiera así hay para todos. Mucha gente, incluídas familias con niños está durmiendo al aire libre. Es invierno y está lloviendo. No hay cubiertas las necesidades más básicas, por no haber no hay ni suficiente comida. Los voluntarios y ongs trabajan a destajo para paliar la dramática situación", asegura.

Añade que a su juicio, "todo esto se evitaría si no se cerrasen las fronteras de forma arbitraria, si hubiera coordinación entre los diferentes países". "Me parece increíble lo que se está haciendo sufrir a mayores a los refugiados por decisiones burocráticas", dice.

Por todo ello anima a la gente a colaborar en la medida de sus posibilidades y habla de las organizaciones que trabajan a pie de campo (Ropa y tienen tiendas de campaña: InterVolve - International Volunteers Crew Eidomeni Link: https://fundrazr.com/campaigns/b15Rrd/ab/05PP68 Comida caliente: Aid Delivery Mission https://www.dreamordonate.nl/4076-food-4-refugees Aid)

"Es increíble el trabajo que están haciendo, os puedo asegurar que toda la ayuda llega. Los dos grupos están en contacto y trabajan juntos así que se puede donar a cualquiera de los dos", añade.