Malevich, Kandinski, Chagall... El breve pero glorioso ímpetu de las vanguardias soviéticas

  • Una gran exposición en Viena con obras cedidas por colecciones públicas despliega la prolífica y valiente creatividad de los artistas rusos de principios del XX.
  • Entre 1910 y 1920 el territorio aislado, enorme y casi medieval de los zares fue escenario de una ebullición artística sin parangón en ningún otro lugar de Europa.
  • Hasta la represión estalinista, los géneros plásticos nacían uno tras otro: neoprimitivismo, rayonismo, cubofuturismo, suprematismo, constructivismo...
Retrato al óleo de la poeta Anna Akhmatova pintada por la artista cubista Nathán Isáyevich Altman
Retrato al óleo de la poeta Anna Akhmatova pintada por la artista cubista Nathán Isáyevich Altman
Saint Petersburg, State Russian Museum © Bildrecht, Vienna, 2016
Retrato al óleo de la poeta Anna Akhmatova pintada por la artista cubista Nathán Isáyevich Altman

Fue solo una década pero se trata de una de esas que da sentido a la vida. Entre más o menos 1910 y 1920, en el aislado territorio del Imperio Ruso —22 millones de kilómetros cuadrados (43 veces la superficie de España), 180 millones de habitantes y una estructura feudal, con casi el 80 por ciento de campesinos sometidos a un sistema similar al esclavismo que no se reformó ni siquiera mínimamente hasta mediados del siglo XIX, cuando 20 millones de siervos lograron la emancipación—, prendió la mecha de una valentía artística nunca antes tan concentrada y efervescente.

La exposición Chagall bis Malewitsch: Die Russischen Avantgarde (De Chagall a Malevich: las vanguardias rusas) constata el bullicioso y valiente fervor de los creadores plásticos rusos de la edad de oro de las avanzadillas modernas, cuando todo parecía posible y un género plástico nacía y moría en cuestión de meses para dejar paso a otro. Como pretendieron con su variedad los artistas rusos del naciente siglo XX y la primera revolución proletaria de la historia del mundo contemporáneo, la muestra, en el Museo Albertina de Viena hasta el 26 de junio, es un recorrido de escuelas diversas por 130 obras maestras que sirvieron como "punto de orientación" para todo el arte que vino después.

'Batalla contra el pasado y contra el presente'

Extensa y, como merecen la época y las corrientes que generó, enfatizando lo radical, la muestra, que está coorganizada con el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, quiere demostrar que "en ningún otro momento de la historia del arte aparecieron escuelas y colaboraciones a un ritmo tan impresionante" como en las dos primeras décadas del siglo XX en el imperio. Cada género o subgénero —y hubo muchos:  neoprimitivismo, rayonismo, cubofuturismo, suprematismo, constructivismo, agitprop...— tenía en mente que se trataba de cambiar el mundo y "librar una batalla" en dos frentes: "contra el pasado y contra el presente".

Esta generación de artistas, con planteamientos "dispares y a veces contradictorios", hizo de la turbulencia y la agitación una razón de ser. Mientras algunos, como Vasili Kandinski, que en 1912 publica el fundamental tratado De lo espiritual en el arte, en el que desprecia la figuración y propone que la "armonía cromática" se base por entero y solamente "en el principio de su contacto eficiente con el alma humana", deseaban renovar los impulsos que recibían de las vanguardias europeas —sobre todo del cubismo y fauvismo parisinos de Picasso, Van Gogh y Matisse—, otros, como Kazimir Malevich deseaban "hablar sólo en colores" y formas geométricas y predijo, como señalaron con cierto espanto los críticos ante Cuadrado negro sobre fondo blanco (1913), la "muerte de la pintura".

Muchos estilos en poco tiempo

Lo asombroso de las vanguardias rusas es la multiplicidad de estilos que surgieron en tan corto espacio temporal. La exposición de Viena presenta once  secciones, cada una dedicada a un movimiento, con obras de, entre otros y además de los citados, Mikhail LarionovNatalia GoncharovaEl Lissitzky, Aleksandr Ródchenko y Marc Chagall. De este último, uno de los más personales y difíciles de clasificar, se muestran obras capitales como El violinista (1912) y Judío en rojo (1915).

  La "breve época" de las vanguardias rusas muestran un "drama culminante" de escuelas diametralmente opuestas pero hermanadas por la "tensión visual" de un tiempo heroico y difícil donde fue posible experimentar "la simultaneidad de lo no simultáneo".

Stalin acabo con todo

El triunfo de la revolución bolchevique de 1917 sembró el entusiasmo entre los artistas, que se sintieron parte de un movimiento social favorable a los desfavorecidos y descontentos, pero todo acabó en 1924 con la llegada de Stalin al poder, precedida por la emigración de Kandisnki a Alemania para dar clase en la Bauhaus y de Chagall a París porque adivinó el incremento de la xenofobia antijudía.

En 1932, con la amalgama de arte y Estado, todo había terminado y los creadores que no siguiesen la línea oficial del realismo socialista ideologizado y complaciente fueron condenados al ostracismo o, en ocasiones, a la pérdida de la libertad y el internamiento en campos de trabajo para ser reeducados. "Se cerraban exposiciones, los artistas fueron detenidos y perseguidos. La utopía de una nueva sociedad que había sido acogido con euforia y la puesta en práctica tan deseada de un espíritu artístico de vanguardia en la vida cotidiana se derrumbaron", explican los organizadores de la muestra.

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