Monika Macdonald relata en fotos las incertidumbres y el sosiego de las mujeres solitarias

  • La fotógrafa sueca firma 'En ausencia' un conmovedor informe sin palabras sobre mujeres y madres que han decidido afrontar la vida sin pareja.
  • El libro de Macdonald, nacida en 1969, emite una triste alegría pero se cuida de eludir los juicios y mostrar solamente la vulnerabilidad de las protagonistas.
  • No tiene reparo en afirmar que no le importa tanto la interacción como dejarse llevar por el 'magnetismo erótico' de asomarse al 'mundo privado' de sus modelos.
Una de las fotos de mujeres que viven solas de Monika Macdonald
Una de las fotos de mujeres que viven solas de Monika Macdonald
© Monika Macdonald
Una de las fotos de mujeres que viven solas de Monika Macdonald

Muy de vez en cuando aparecen libros de fotografía que causan en el espectador la embriaguez de la fiebre ligera y, como diría el desasosegado Fernando Pessoa, causan un "malestar flojo y penetrante" en los huesos pero "ardiente y penetrante en nuestros ojos". Es el caso: de In Absence (En ausencia), de la sueca Monika Macdonald (1969), no se sale con el mismo estado de ánimo con el que entraste.

La colección de imágenes pesa tanto como la existencia de las protagonistas, todas ellas mujeres, casi siempre también madres, que han decidido afrontar la vida sin pareja. No se nos cuenta por qué ni cómo —¿separaciones?, ¿divorcios?, ¿decisiones ajenas a las rupturas?, ¿ejercicios conscientes de libre albedrío?...—.

'Quiero algo real'

El volumen [72 páginas, un PVP de 29,9 euros y edición a cargo de la siempre mimosa empresa alemana Kehrer, una de las más afinadas en libros de fotografía] sólo contiene, además de las 42 fotografías a color, una cita inicial como material semántico. Es del injustamente aparcado por la postmodernidad Aldous Huxley y pertenece a la novela distópica de 1932 Un mundo feliz: "Pero no quiero comodidad. Quiero a Dios, poesía, algo real, peligro, libertad, bondad... Quiero pecado".

Del tránsito por las fotos de Macdonald, que se expondrán en la galería Fotografiska de Estocolmo entre el 26 de febrero y el 10 de abril, el espectador sale con la sensación de que carga con las mismas incertidumbres de las mujeres retratadas y que todas ellas bien podrían subscribir el reclamo escrito por Huxley hace casi un siglo: tenemos derecho a decidir dónde están nuestros límites.

Los editores del libro entienden que no es casual que la primera palabra de la cita sea la conjunción adversativa pero. "Una frase que comienza con pero oscila entre algo que se ha dicho y algo que está a punto de decirse. Las fotografías de En ausencia lo que no se ha formulado, lo tácito", dicen y, en este sentido, las imágenes "son un reflejo de nuestro tiempo, con los viejos patrones rompiéndose y los nuevos permanecen ocultos" porque "faltan las definiciones" para las personas que han optado o se han visto abocadas a vivir en soledad.

'Lenguaje propio'

En la serie de la fotógrafa, añade Pauline Benthede, responsable de exposiciones de Fotografiska, hay una cualidad que intriga a la mirada porque la narrativa tiene un "lenguaje propio". La habilidad de Macdonald "para comunicar lo que está bajo la superficie y de otra manera quedaría oculto es simplemente asombrosa", añade.

La crónica que traza la fotógrafa no quiere ni pretende ofrecer respuestas. La triste alegría que transmiten las imágenes, espesas, a menudo irreflexivas en el punto de vista, como tomadas con una prisa animal, no caen en la trampa de los juicios de valor. No hay crítica ni tampoco condescendencia: la fotógrafa está tan confundida como las protagonistas y no desear simplificar su situación.

'Dicen casi en silencio lo que tienen que decir'

Las mujeres de En ausenciano son ni completamente malas ni completamente buenas, no pretenden rivalizar contra ellas mismas o contra los hombres. Dicen casi en silencio lo que tienen que decir y siempre aparecen en escenas cotidianasen cama en ropa interior, en retratos frontales pero confusos, cortándose las uñas de los pies...— o relacionadas con el entorno —callejones nocturnos, bares impersonales...—.

Macdonald no tiene reparo en afirmar que disfruta de su posición de voyeur. No le importa tanto la interacción con las protagonistas como el "magnetismo erótico" que emana de las personas que la invitan a asomarse a un "mundo privado.

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