Casi cincuenta artistas intentan averiguar qué es la esencia de la vida (y no lo consiguen)

  • El Moderna Museet de Estocolmo muestra en 'La vida misma' obras del último siglo sobre la gran pregunta filosófica de ¿dónde está la esencia de la vida?.
  • La ciencia, el potencial vertiginoso de la tecnología sólo han 'añadido incertidumbre' al debate, dicen los responsables de la exposición.
  • Fotos, pinturas, instalaciones y audiovisuales muestran la preocupación por la acción perniciosa de la raza humana sobre el equilibrio vital del planeta.
Obra de Pierre Huyghe de una muñeca robótica y la mano de un primate
Obra de Pierre Huyghe de una muñeca robótica y la mano de un primate
© Pierre Huyghe - Courtesy Moderna Museet
Obra de Pierre Huyghe de una muñeca robótica y la mano de un primate

"La vida no es un juego", advertía con la solemnidad de siempre Aristóteles tres siglos antes de nuestra era. Bastante tiempo después, Nietzsche advertía de la "necedad" de enjuiciar algo tan sutil y sujete a cosmovisiones íntimas y deducía que "el valor de la vida no se puede tasar". Desde la advertencia aristotélica de que vida y alma son indistintas hasta el escepticismo del siglo XX, resumido de manera magistral por Ortega al establecer que "el hombre no es cosa ninguna, sino un drama, su vida, un puro y universal acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez, sino acontecimiento", la pregunta se ha planteado sin pausa y sigue siendo la misma: ¿qué es la vida?, ¿dónde está su esencia?.

Casi medio centenar de artistas plásticos contemporáneos intenta contribuir al debate existencial sobre la gran duda en la exposición temática Livet självt (La vida misma), una propuesta del Moderna Museet, el principal centro de Estocolmo (Suecia) dedicado a la creación contemporánea. Los organizadores confiesan de antemano que la pretensión está condenada al fracaso, pero consideran saludable mostrar maneras de "tratar con nuestra incapacidad para encontrar una respuesta satisfactoria".

Cuestión irresoluble

Pese a los "innumerables intentos" de científicos y pensadores para llegar a algún destino y aún teniendo en cuenta el "potencial vertiginoso de la biología sintética" y las "avanzadas teorías contemporáneas de sistemas" de inteligencia artificial, "todavía no somos capaces de determinar qué constituye la vida", explican desde el museo. Dado que los avances en biología añaden "más incertidumbre" a la cuestión, la idea de la muestra colectiva es tantear en el terreno artístico para abordar una cuestión irresoluble: qué es en esencia la vida y cómo son sus materialidades y características.

El punto de partida de la exposición es la creciente indecisión sobre los límites de la vida. "Esta confusión en torno a la naturaleza de la vida sólo ha aumentado con la alteración tecnológica de nuestro entorno, totalmente impregnado de componentes artificiales comportándose como si viniesen dados por la naturaleza", explica una de las curator de La vida misma, Jo Widoff.

'Nada es evidente'

La corresponsable de la muestra es partidaria, siguiendo las teoría del ensayista italiano Giorgio Agamben, uno de los padres de la biopolítica, de entender la vida como "algo indeterminado". De otra forma, al subdividirse el debate en tantas discusiones con propósitos distintos, la duda existencial permanece e incluso se ha agrandado: la vida "nunca ha llegado a ser definida como tal" y "parece cada vez más claro que nada es evidente cuando se trata de la vida misma".

Los casi cincuenta creadores que participan —no hay españoles en la nómina de la muestra— aportan fotografías, cuadros, instalaciones y obras audiovisuales. Abundan en la perplejidad del mundo de hoy, con citas sobre los efectos perniciosos de la raza humana en el descenso hacia la destrucción del equilibrio ambiental de la Tierra: en Sitting Feeding Sleeping (Sentándose alimentándose durmiendo, 2013), un vídeo de la artista Rachel Rose, un oso polar descansa al lado de los llamativos restos de un bidón plástico amarillo desechado, y en GreenScreenRefrigeratorAction (Acción de nevera de pantalla verde, 2010), Mark Leckey contrapone mediante montajes fotográficos una moderna nevera digital con paisajes idílicos.

'Nuevo materialismo obsesivo'

El "deseo recurrente [de los artistas] de profundizar en todo lo que nos rodea" indica que quizá "no todo lo que está vivo no lo está plenamente", dicen desde el museo en una nada velada crítica al "nuevo materialismo obsesivo" que ha sustituido la posesión por la trascendencia.

La segunda coordinadora, Carsten Höller, comenta sobre los artistas seleccionados: "Nuestra elección de obras dispares de los últimos cien años se hizo con el propósito de explorar el potencial del arte para expresar el asombro que sentimos cuando nos enfrentamos a la cuestión de qué es realmente la vida. Al mismo tiempo, tenemos un indicio de que la razón por la que no podemos entender la vida se debe a que los métodos de los que disponemos hoy en día, incluyendo el arte, son insuficientes, o simplemente que no queremos entender porque las consecuencias serían profundas y muy preocupantes ".

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