Rooney Mara: "Cuando hablo con la prensa debo ser un político y una muñeca Barbie a la vez"

En el transcurso de la conversación, Mara demuestra ser inteligente sin esforzarse por aparentarlo.
En el transcurso de la conversación, Mara demuestra ser inteligente sin esforzarse por aparentarlo.
GTRES
En el transcurso de la conversación, Mara demuestra ser inteligente sin esforzarse por aparentarlo.

El observar la frágil y bizarra belleza de esta treintañera madura, sobria pero no distante, pocos podrán imaginar que su familia pertenezca a la realeza del fútbol americano. Los abuelos paternos de Patricia Rooney Mara (Bedford, Nueva York, 1985) fundaron hace casi un siglo los New York Giants, toda una institución deportiva en Estados Unidos. Sus parientes maternos crearon los Pittsburgh Steelers.

Pero ella, al igual que su hermana Kate, se dedica a bordar papeles complejos, de especial sensibilidad, en proyectos de toda condición en el cine actual. En el transcurso de la conversación, Mara demuestra ser inteligente sin esforzarse por aparentarlo. Todo lo cuestiona, sin formalidades propias de diplomacia forzada. Lo hace de un modo tan natural que es incapaz de resultar agresiva. Por muy directas que sean sus opiniones, no nacen con ánimo de cuestionar a su compañero de diálogo y sí como una invitación a la reflexión conjunta.

Está de moda como protagonista de Carol, el romance que ha fascinado a la critica más que a los académicos. Una de las favoritas a llevarse el Oscar a mejor actriz secundaria por interpretar a la joven Theresa, enamorada de una mujer mayor que ella en este filme de época. Asegura que no le importa demasiado y, por alguna razón, no cuesta creerla.

De criarse en los estadios de fútbol a Hollywood hay un paso.

Aunque la gente no se lo crea, no hay nada de glamuroso en rodar una película. La sensación se acerca más a la de un campamento de verano; compartes los días con las mismas personas y vives experiencias muy cercanas con ellas. Por lo general, terminas el día compartiendo comida grasienta en la misma mesa.

Eso que cuenta no casa con la perfección estética que se recrea en Carol.

Bueno, es que es una película perfecta y maravillosa. No solo lo que se ve, también el modo en que se desarrollan los personajes protagonistas. Cada uno de ellos tiene su propia experiencia vital, que va discurriendo a lo largo del relato.

Usted dijo recientemente que es tiempo de un filme de temática lésbica.

No paran de decir que lo he dicho, pero yo no lo recuerdo. Probablemente el periodista hizo esa afirmación y yo dije "Sí puede ser", y luego me adjudicó la frase a mí. Soléis hacer eso muy a menudo vosotros.

Entonces, cuénteme si lo piensa o no.

Por un lado, claro que lo pienso, pero nunca haría una sentencia tan categórica al respecto. Además, para mí Carol es una historia de amor que resulta que protagonizan dos mujeres, pero supongo que vivo en una burbuja en la que algo así no es tan raro. Sé que en otros lugares del mundo sí lo es. De lo que sí me alegro es de que se sigan haciendo pequeñas historias de lo que ocurre en el día a día de las personas, eso cada vez es más raro. Creo que es más complicado atrapar a un espectador que disfrute de un relato tan minimalista como Carol que encontrar a uno que acepte un romance homosexual.

Se la suele considerar una rara avis que poco encaja entre las actrices de su generación. Si tuviera que elegir, ¿con cuál se queda?

Mia Wasikowska (la protagonista de Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton) me dejó impresionada desde sus primeras actuaciones. Es uno de los talentos más maravillosos del momento. Ella estuvo a punto de hacer de Theresa cuando usted rechazó el papel en un primer momento. Fui una estúpida. Había encadenado varias películas seguidas y estaba exhausta. Estaba deseando coincidir con Cate Blanchett, pero pensé que en esos momentos no iba a ser capaz de dar nada al personaje. La película tardó tanto en salir adelante que Mia tuvo problemas de agenda y, por fortuna, volvieron a llamarme.

Se puede decir entonces que estuvo a punto de morir de éxito en esta profesión.

Es que no me gusta que el miedo me haga decir no a ciertas cosas, así que durante un tiempo no me permití rechazar determinados papeles, simplemente por el temor de no dar la talla. Pero eso se tradujo en un exceso de trabajo y en rodar cuatro películas seguidas sin parar. Necesité tomarme un tiempo para mí misma. Me había quedado vacía.

A veces da la sensación de que su carrera no es su prioridad en la vida, otra cosa poco común en actrices de su nivel.

Es muy importante y necesario para mí tener otros intereses al margen de la interpretación; saber qué ocurre en el mundo más allá de lo que vivimos en Hollywood, que es un lugar muy pequeño. Lo que ocurre allí es realmente insignificante comparado con todo lo que pasa en el planeta.

¿Qué le hizo desear ser actriz?

Crecí viendo teatro y cine clásico. Era una pasión de mi madre, aunque nadie en mi familia se dedicaba a la actuación en esos momentos. Sigo siendo muy cinéfila. Hace poco vi el documental Él me llamó Malala, que es enormemente inspirador. (Sobre la niña pakistaní que se enfrentó al régimen talibán por su derecho a la educación). Me suelen llegar más las historias sencillas y con una sensibilidad que no sea muy histriónica.

¿Volverá a meterse en la piel de Lisbeth Salander para la saga Millennium?

Llevo años esperando recuperar el personaje. Cuando rodamos la primera película, lo hicimos asumiendo que volveríamos a trabajar en una nueva entrega. Ha pasado tanto tiempo que ya no sé cuáles son los planes del estudio. Quizá quieran seguir con otra actriz...

Es favorita al Oscar a mejor actriz secundaria este año, pero a usted no parece que le importen ese tipo de cosas.

Todo ese afán por los premios dorados... es solo ruido que se solapa con las cosas importantes. Estoy tan orgullosa con los trabajos que he hecho en los últimos años y con la gente con la que he trabajado que, al fin y al cabo, solo me importa llegar al mayor número de personas posible.

Pero cuando ganó el premio a mejor actriz en Cannes parecía eufórica.

Bueno, sí, ganar cualquier cosa en Francia me parece maravilloso. Me encanta el país. Es un lugar con estándares de calidad muy altos.

Hay quien dice que no quiere coincidir con su hermana Kate en una misma cinta.

No es cierto. Simplemente esperamos a que ocurra con el proyecto adecuado, para no equivocarnos. Tampoco queremos hacer cinco películas juntas, así que la que rodemos tiene que ser perfecta para ambas.

¿Cómo es su relación, teniendo en cuenta que ambas se dedican a lo mismo?

Hablamos sobre la industria de vez en cuando. Es genial tener alguien en la familia que entienda por completo lo que haces, en especial cuando es un trabajo tan atípico. De todas formas, tampoco es algo que nos obsesione ni que centre todas nuestras conversaciones.

¿Qué opinión tiene de la prensa?

Pues a veces me entra curiosidad por saber qué opinión tiene la prensa de mí. No es posible conocer a fondo a alguien en una entrevista, aunque durara una hora. Especialmente porque esta parte de mi vida y mi trabajo es bastante atípica. Cuando te exponen a los medios de comunicación, tienes que ser el mejor de los políticos y la más bella de las muñecas Barbie al mismo tiempo.

Quiere decir que no es una versión real de usted misma.

No es lo que hago en mi día a día. De hecho es una forma de actuar, bastante forzada y que nada tiene que ver con el trabajo de actriz. Es una parte de mi carrera que no se me da muy bien. No soy una vendedora de humo y mucho menos una Barbie. Aunque llevemos una conversación interesante y relajada, es una situación que está rodeada de tensión.

¿Cuál es la cosa más injusta que se piensa de usted?

Tiene que ver con cómo es mi familia y de qué forma me crie. Y no es culpa de la prensa, porque es algo que me ocurría desde que iba a la escuela primaria. La gente solía creer que somos enormemente ricos.

El hecho de que en su familia sean realeza del fútbol americano puede ser la causa.

Pensaban que había nacido con una flor en el culo, en un entorno tan privilegiado que estaba a años luz de la realidad. Mis compañeros de clase me trataban de un modo diferente que al resto y no entendía por qué. Yo no veía qué tenía de especial mi familia.

Al convertirse en una estrella del cine, seguirán tratrándola como un ser especial.

No mis allegados, pero sí los medios y algunas personas de la industria. En cierto modo te obligan a estar siempre agradecida por tu suerte. Si se te ocurre hacer una mínima crítica, en seguida surge el "cómo te atreves a quejarte". ¿Acaso todo el mundo disfruta de todos y cada uno de los días en su trabajo? Creo que las actrices jóvenes sufren más esa presión.

¿Por ser mujeres?

Exacto. Intentan parecer todo el tiempo dulces, amables e increíblemente agradecidas al mundo. Mira, por supuesto que me siento muy agradecida y soy una privilegiada, pero no hay razón para forzarlo.

¿Tiene anhelos?

Soy más de las que viven el presente. Con seguir haciendo lo que hago, aprendiendo de grandes cineastas, me conformo.

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