Madres de día, una opción para crecer en casa y sin prisas

  • Las madres y padres de día ofrecen una alternativa a las guarderías en el hogar, donde cuidan a menores de hasta tres años a través de una "crianza respetuosa".
  • Esta profesión, en auge, cuenta con una normativa propia solo en Navarra y Madrid, en el resto de España todavía se encuentra en una situación de alegalidad.
  • El reto del emergente colectivo es visibilizarse, regularse e incluir a más hombres.
  • El 'boom' de la educación con pedagogías alternativas en España.
Una bebé de un año se lleva a la boca un juguete de madera mientras juega en casa.
Una bebé de un año se lleva a la boca un juguete de madera mientras juega en casa.
GTRES
Una bebé de un año se lleva a la boca un juguete de madera mientras juega en casa.

"Los árboles no crecen tirando de las hojas". Este proverbio japonés define, en parte, la forma de trabajar de los padres y madres de día, educadores profesionales que cuidan en sus casas a bebés de entre cero y tres años y que, en este mundo frenético, ofrecen una "crianza alternativa, respetuosa y paciente" a las guarderías y escuelas infantiles.

Su máxima es el respeto a los tiempos evolutivos de cada niño y el aprendizaje por experimentación propia, sin rígidos plazos. En el terreno de los cuidados, defienden el derecho de los pequeños a permanecer en un hogar, arropados y atendidos en grupos muy pequeños, en un ambiente familiar, durante los tres primeros años de vida, en los que aprenden a andar, hablar y pensar. Lo que se conoce como la "crianza del apego".

La figura de las cuidadoras infantiles (prácticamente todas son mujeres) en el hogar se está asentando en nuestro país, pero está muy extendida en Francia, Reino Unido, Suiza, Holanda o Alemania. En España está ganando adeptos y despega ahora de forma progresiva en las diferentes provincias pero, de momento, sólo cuenta con una normativa en Navarra (desde 2006 por una orden foral), donde se llaman Casas Amigas, y en Madrid (desde octubre de 2015) a través de la Consejería de Políticas Sociales y Familia.

En Berlín estuvo varios años trabajando como educadora infantil la española Inés Gámez. A su regreso importó el modelo y se estableció como madre de día en Las Rozas (Madrid). Ella fue una de las primeras en poner en práctica la profesión en nuestro país, algo que le llevó a fundar en 2004 la Asociación de madres de día. "Cada vez hay más educadoras que quieren trabajar de otra manera y también más familias que lo demandan", dice a 20minutos.

Gámez se refiere a la tarea como una "profesión emergente". Ella lleva muchos años trabajando, "pero el boom en España se ha dado a lo largo de 2015. Aquí ha surgido desde abajo, desde el impulso individual de personas que han tomado la iniciativa y que por su cuenta se han ido dando a conocer entre las familias", explica. Celebra la llegada de la regulación en Madrid y espera que sea un referente para el resto del país.

"El paso que han dado las autoridades es positivo, en general las madres de día estamos contentas con la normativa porque prácticamente lo han regulado como lo estábamos solicitando. Lo más importante ha sido salir de la situación de alegalidad, lo han hecho rápido y bien. Ahora el siguiente paso es conseguir subvenciones públicas para que las familias tengan alguna ayuda para afrontar los costes, esta cuestión muy importante para que se asiente la actividad".

Más tarde, en 2012, se creó la Red madres de de día, una web desde la que, a nivel nacional, unas 85 profesionales se organizan, difunden su labor y se dan a conocer. Su presidenta, Carolina Viñas, también valora la normativa como positiva, pero asegura que es imposible saber el número exacto de personas ejerciendo la profesión en todo el país.

"En otras comunidades más pequeñas o con menos afluencia de madres de día es complicada la regulación, pero esperemos que el paso que se ha dado en Madrid siembre la semilla para que se empiece a regular en toda España". La diferencia entre ambas asociaciones es que la primera solo agrupa a madres de día formadas en la pedagogía Waldorf (un método que equilibra todas las capacidades y potencialidades del menor con su voluntad), "mientras que nuestra red está abierta a más pedagogías" como la Montessori, donde se persigue el aprendizaje mediante el descubrimiento y la experimentación libre.

Uno de los requisitos que establece la normativa creada en Madrid es un máximo de cuatro niños por hogar. También se les exige una titulación oficial en Educación, un curso de primeros auxilios y otro de manipulación de alimentos, darse de alta en la Seguridad Social como trabajadores autónomos, un seguro de hogar y responsabilidad civil y un contrato privado con las familias. Para poder trabajar dentro de la Asociación de madres de día, además hace falta formación oficial en pedagogía Waldorf. En cuanto a la vivienda, llamada "casa nido", tiene estar adecuadamente adaptada y equipada, y contar con unas medidas específicas de seguridad, salubridad e higiene.

Dejar a los niños ser niños

El límite de edad es importante, porque "el niño no se socializa hasta los tres años, así que no necesita del grupo hasta entonces. Lo que sí necesita es hogar: atención y cuidado plenos, muestras de cariño, paciencia, espacio y tiempo de sobra para experimentar y crecer sin prisas y en casa", asegura Carolina Viñas.

Huir de la presión y los plazos de aprendizaje y respetar los ritmos de los menores es casi un mantra para estos profesionales. Los padres de día trabajan sin prisas para jugar, comer, echarse la siesta, preparse para salir al parque... "Entender que cada niño es diferente, sin juzgarle, y observar mucho para acompañarle en lo posible en su proceso de aprendizaje es la clave", indica la presidenta de la red.

Con los años, "hemos ido desvirtuando la forma de educar, queremos correr en procesos tan importantes como la necesidad del juego libre, de que el menor descubra el mundo por sí mismo y explore sus posibilidades de movimiento... Ahora queremos que nuestros hijos crezcan rápido, en cambio con esta forma de crianza respetuosa volvemos a lo más sano y sabio, como nos cuidaban antes en nuestras casas, en lugar de acudir a escuelas con tanto niño", explica Caroliña Viñas.

Carolina del Olmo, filósofa y autora del libro ¿Dónde está mi tribu? (Clave Intelectual, 2013), un ensayo crítico sobre la maternidad moderna, afirma que la obsesión paterna por el ritmo de aprendizaje de los hijos es "reflejo de que vivimos en competición para todo y obstaculiza muchos intentos docentes por cambiar un poco las cosas. Muchos profesores ya saben que aprender debe ser el efecto secundario de un juego, pero siempre hay familias que presionan a los niños para que hablen cuanto antes inglés, por ejemplo".

La idea de esta crianza en casa es convertir el crecimiento en algo fácil, que los pequeños disfruten. Parte de esto también pasa por tener una relación muy estrecha con los padres, a quienes se les permite estar con los niños durante el período de adaptación inicial de los bebés al nuevo entorno. El horario de los padres de día abarca de cinco a ocho horas a partir de las nueve de la mañana, de lunes a viernes. Siguen el calendario escolar de primaria así que "normalmente nuestras vacaciones son en agosto, pero en ocasiones tenemos que amoldarnos a las familias", dice la presidenta de la Red.

Suelen trabajar solos en casa, así que caso de enfermedad los padres de día piden a las familias que dispongan de un plan b para que alguien se quede con el pequeño por unos días. "Tener suplente es complejo, ya que al trabajar con bebés la introducción de una persona extraña alteraría más su rutina que si se quedaran con algún familiar o alguien cercano a los padres".

Su coste no está regulado, "depende de la ciudad en la que se encuentre la madre de día y el precio que quiera poner a su actividad, pero sí que tenemos unos sueldos en común para que no haya competencia desleal", dice Viñas. Si bien varía, la cifra se asemeja a la de una guardería privada en Madrid, entre 300 y 400 euros al mes.

Parte de la demanda de visibilidad y regularización del colectivo pasa por lograr que el Estado les reconozca y dé subvenciones a las familias para que puedan contratar sus servicios, algo que ocurre en Francia y Alemania. "Queremos otro tipo de educación y ofrecemos esta posibilidad, pero sería muy bueno que pudiéramos llegar a más familias con menos recursos", dice Carolina Viñas.

Sobre el origen de esta nueva demanda social, la escritora Carolina del Olmo explica que "está ocurriendo ahora porque venimos de unos estilos de crianza más duros y severos, muy poco respetuosos con los niños. Ha habido una especie de reacción generacional porque no nos gusta cómo nos criaron".

Pros y contras

Los padres de día defienden su iniciativa frente a las guarderías y las escuelas infantiles apelando a la atención individual y las necesidades afectivas, "que en una escuela con tanto niño es difícil. El ratio de menores por adulto en las escuelas es de 8 bebés, 14 niños de 1-2 años y 20 de 2-3 años. La comida casera también es importante y las salidas al parque fundamentales, ya que estamos en contacto con el exterior a diario y evitamos enfermedades", argumenta Viñas.

Sin embargo, Del Olmo, critica que "se trata de una crianza que, en sus versiones más llamativas, exagera el cuidado que hay que tener para no estropear nada en el entorno de la criatura. Exige un nivel de dedicación y atención a veces excesivos considerando los resultados, y desconfía un poco del término aprender, parece que lo interpretan como forzar los procesos de ir enseñando a un niño".

Carmen Ferrero, portavoz de la Plataforma por la Educación Infantil Pública de Madrid, cree más en la institución que en los padres de día. "Una guardería es para guardar niños, son garajes, y las madres de día están solas en casa, si hay un problema con algún menor no hay más profesionales trabajando a los que acudir". Para ella,  las "escuelas infantiles públicas de calidad son el modelo ideal" para los niños de esta edad porque "están dirigidas y en ellas trabajan profesionales bien preparados en la educación. Además, los niños necesitan a sus iguales para socializar y crecer, las madres de día los mezclan por edades y eso le quita muchísima riqueza".

Después matiza. "Otra cosa es que la situación de estos centros sea mejorable, que lo es. En la Comunidad de Madrid tras los recortes de los últimos años se ha perdido mucha calidad, hoy la ratio de menores por adulto es una bestialidad, ahora hay 20 niños donde antes (de 2008) había 14. A partir 2010, además, el Gobierno subió las tasas con un aumento progresivo del 160%. El resultado es que hoy una escuela infantil pública en Madrid es igual de cara o más que una privada".

María del Mar, una psicopedadoga infantil que se está formando para ser madre de día en Almería, zanja el debate bueno-malo apelando la idea de completar y ampliar la oferta educativa en España. "No se trata de competir entre nosotros, no somos mejores ni peores que una escuela o una guardería, las madres de día somos una alternativa que complementa lo que ya existe para familias que demandan algo distinto, no queremos que desaparezca nada, solo hacernos un hueco en la sociedad y en la ley", dice.

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