Biblioteca Nacional: guantes y batas blancas para la 'operación' librera más exhaustiva del año

  • Este año se ha hecho el recuento de 311.600 documentos de los 33 millones que hay en total en esta institución.
  • Se ha llevado a cabo durante la tercera semana de enero, tiempo en el que se ha cerrado y se han comprobado sobre todo las obras del siglo XX.
  • "El recuento se hace por parejas: uno 'canta' y el otro comprueba".
Una de las doce plantas de la BNE.
Una de las doce plantas de la BNE.
JORGE PARÍS
Una de las doce plantas de la BNE.

Imposible encontrar la manera de sonsacar, aunque juremos no contarlo, por dónde se va a la cámara acorazada. Dos personas, puede que tres, son las únicas que tienen acceso, y se tarda más de media hora en llegar. Tan intrincado es el camino y tan grande el espacio: sólo en estanterías hay casi 400 kilómetros. "Y no creáis que es nada del otro mundo, es como un cuarto de escobas", nos dice una persona de la Biblioteca Nacional a la que no ponemos apellidos porque de la cámara acorazada no se habla.

Además, es cierto, nuestro objetivo es otro: estamos allí para conocer cómo se hace el recuento anual de la Biblioteca Nacional, que este año ha sido de 311.600 documentos de los 33 millones que hay en total. "Esto está habitualmente con bastante gente, y mirad ahora, vacío", afirma Arturo Girón, responsable de comunicación, que nos hace un pequeño tour antes de meternos en la labor de recuento.

Un trabajo que se ha realizado este año en la planta nueve, pero antes de subir a ella Girón nos lleva a la Sala de Lectura, la sala de los mapas, la Sala Goya, despachos donde investigadores también están comprobando que todo está dónde y cómo ha de estar, pasillos con cuadros de poetas, autores, y gente, obviamente, de letras.

Casi doscientas personas, de todos los departamentos, trabajan esta semana de cierre o como Girón dice: Semana blanca, porque allí todos van con bata blanca y guantes, para proteger las manos del papel. Tras tantas horas se resiente la piel. "El recuento se hace en parejas y por tramos, aunque el recuento sigue durante todo el año", explica Beatriz Albelda, jefa de área de coordinación de colecciones. "Desde 2008 se hace todos los años de manera sistemática".

Este año ha tocado la planta nueve, en la que las obras en su mayoría son del siglo XX. Las parejas trabajan así: uno lee los datos de la obra y el otro los va comprobando. Incluso que estén las imágenes o estampas página por página. Es exhaustivo y no es arbitrario el tramo que se elige para recontar.

"Este año se ha elegido este tramo porque es donde nos quedamos el año pasado, pero el que viene no sería raro que fuera Cervantes, dado todo lo que se está moviendo este año del autor", explica Albelda.

Antes de 2008 no se realizaba esta labor del modo en que se hace ahora lo que no significa que no se hiciera, pero esta manera de 'controlar' evita pérdidas y pone al día el catálogo con absoluta precisión.

La prioridad o, para ser más exactos, que todo tiene relevancia en esta labor, lo general de este recuento es el siglo XX, pero al tiempo se hace recuento también de algunos libros antiguos y mapas. Impresiona uno del siglo XVII que Eloísa Esteban, jefa de sección de cartografía antigua, muestra. Despliega otro de siete metros, el más grande que hay en la BNE, y que no puede guardarse como los otros extendido en un cajón, sino enrollado.

"No sufre aunque no esté extendido", dice. Y aquí el recuento es igual: mientras uno 'canta' los datos, año, medidas..., el otro comprueba que está todo bien. ¿Y se suelen encontrar con que se han perdido obras? "No es lo nornal", responde Beatriz, "y las que hay son muy antiguas. Puede ocurrir que se haya cambiado un nombre y eso haga que no se encuentre en el lugar que se creía que estaba o debía estar, pero se suele acabar encontrando".

La Sala Goya impresiona: en ella está todo lo que del pintor tienen en la Biblioteca. "Y es mucho", dice Clara Ortega, jefa de servicio de divulgación y de gestión de colecciones, que nos muestra, con un mimo y cuidado exquisito, libros con grabados de 1608 procedentes de la Biblioteca Real. Ella también insiste en que no es habitual que se pierdan obras: "Faltan muy pocas cosas, y las que faltan son muy antiguas".

Enseguida deja el tema de las obras que nunca se recuperaron para enseñarnos cómo en el recuento miran el libro página por página y comprueban que cada estampa esta en su lugar.

Una planta más arriba, la nueve (de las doce que tiene este imponente edificio: tanto que casi ningún trabajador se querría quedar de noche solo por ahí), el trabajo es similar. Parejas con bata blanca y guantes. Uno canta, el otro comprueba. Y así hasta los más de 300.00 documentos que este año se han comprobado. Hasta el próximo enero la Biblioteca no volverá a cubrirse de batas blancas, vigilantes de que nada falta ni falte, en una tarea monótona y agotadora, pero necesaria.

Queda pendiente la cámara acorazada. Y no parece que vaya a haber un: otra vez será... Eso sí, hemos visto una puerta de acero que quizá lleve a algún lugar al que no podemos ni debemos entrar.

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