Aunque tradicionalmente la contracepción ha estado en manos de las mujeres, en la actualidad, y a la vista de las responsabilidades que la ley impone con respecto a la paternidad, los hombres están empezando a sentirse también implicados en la llegada de un bebé a este mundo.

Estamos de acuerdo que es injusto hacer tener un hijo a alguien que no quiere tenerlo, pero durante miles de años esa ha sido la constante de la maternidad. La mayoría de los hijos eran consecuencia del deseo de los padres no de las madres, y hasta hace muy poco una violación con resultado de embarazo era la garantía del matrimonio con una mujer de alcurnia que además de sufrir el rapto y la violación debía de casarse con el violador para reparar "la falta".

La píldora y el aborto garantizan que estas cosas no vuelvan a suceder pero ahora son los hombres los que demandan mayor protección frente a las desaprensivas que se aprovechan de las circunstancias.

Se ha dicho muchas veces que el condón bien usado es un excelente método de barrera, pero hay muchas parejas estables que quieren un contacto más intimo y no quieren "perder el puntito" parando el juego erótico para ponerse un preservativo.

Los laboratorios llevan casi cuarenta años investigando en los mecanismos masculinos de la fecundación y de la fertilidad. Los primeros estudios se llevaron a cabo en Japón. Se descubrió que la hormona masculina responsable del deseo, la testosterona, era la responsable también de la producción de espermatozoides, por ello los hombres producen mejores y más espermatozoides cuando su pareja les gusta mucho y cuando les abandona el deseo la producción de espermios decrece notablemente o desaparece.

El mayor problema es que cualquier producto que inhibe la producción de espermatozoides también inhibe el deseo y en esas condiciones ningún hombre estaba dispuesto a consumir este fármaco. Abandonadas estas investigaciones en las postrimerías del siglo XX tomaron el relevo los laboratorios europeos buscando una fórmula que debía reunir tres condiciones: eliminar los espermatozoides por completo, dejar intacto el deseo, y ser reversible.

En la actualidad investigadores del Anzac Reseach Institute de Sydney (Australia) han probado con éxito, durante cinco años, un anticonceptivo basado en la combinación de testosterona y progestágeno, que parece reunir las condiciones, pero el futuro de este tipo de investigaciones no parece estar muy claro porque según unas investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos, la mayoría de los hombres se mostraban reacios a tomar una píldora diaria por lo que los laboratorios investigan en parches o implantes subcutáneos.

Otro de los inconvenientes para este tipo de fármacos es que las mujeres encuestadas dijeron no fiarse de la anticoncepción si esta estaba en manos de los hombres, por lo que comentaron que seguirían usando los propios métodos aunque se desarrollaran píldoras masculinas. En esta línea, y teniendo en cuenta las demandas de los usuarios, en Israel se está desarrollando un medicamento que los hombres tomarían una par de horas antes de la relación y que impedirían la llegada de los espermatozoides a la vagina, inhibiendo la eyaculación, también se están estudiando los efectos psicológicos de la falta de eyaculación en la respuesta sexual masculina.

Otras líneas de investigación incluyen la inyección de la hormona sintética -19 nortestosterona- usada por muchos atletas para definir sus músculos y que tiene el extraño efecto secundario de reducir los testículos a la mitad de tamaño y la producción de espermatozoides a cero.

Lo último es un spray nasal que usado durante la relación sexual reduce el número de espermatozoides y los hace mucho más lentos de movimientos, lo que no se sabe es que sucede si uno de estos espermatozoides tarados llega a fecundar un óvulo.

De todos modos, y para aquellos que han renunciado a su fecundidad, existe un método cien por cien efectivo y sin ningún efecto secundario: la vasectomía. El único problema es que no es reversible, porque aunque algunas veces pueden volver a recanalizarse los canales por los que los espermatozoides llegan a las vesículas seminales, lo cierto es que es una operación de microcirugía complicada y muy cara.

Por eso los hombres que opten por este método han de hacerlo pensando en su irreversibilidad. Para paliar este inconveniente muchos hombres en la expectativa de desear tener hijos más adelante optan por congelar su semen para poder disponer de él en un futuro. La vasectomía consiste en la sección y ligadura de los canales que corren por debajo de la piel de la ingle a ambos lados del escroto; dos ligeras incisiones, apenas dos centímetros y sus correspondientes suturas es todo lo que queda después de esta operación de cirugía menor (como la extracción de una muela). Después de ella habrá un tiempo de malestar al andar y de inflamación de la zona que puede adquirir un color muy oscuro debido al hematoma y que desaparecen a los pocos días.

Las relaciones sexuales pueden retomarse en cuanto el hombre se sienta bien, pero con precauciones puesto que hasta que las pruebas (espermiograma) no indiquen que los espermatozoides han desaparecido del caudal de la eyaculación es conveniente usar preservativos. A veces la infertilidad no aparece hasta después de algunos meses.

Lo que está claro es que si el mayor invento del siglo XX fue la píldora anticonceptiva, femenina que supuso la liberación sexual de las mujeres de toda la tierra, puede que el del siglo XXI sea la píldora o similar que permita que los hombres también sean dueños de su fertilidad.

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