¿Qué métodos anticonceptivos pueden usar las mujeres?

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La necesidad de controlar la cantidad de hijos y la frecuencia con la que estos llegaban a este mundo es tan antigua como la historia de la humanidad, por lo menos.

Que se sepa, desde el año 1850 a.c. se empezaron a usar en Egipto diversos métodos contraceptivos, mezclas de estiércol de cocodrilo y miel o de esponjas impregnadas en vinagre se introducían en la vagina para impedir que los espermatozoides alcanzaran sus objetivos, pero hasta mayo de 1960, cuando fue aprobado el primer anticonceptivo oral, (Enovid, una mezcla de progesterona y estrógeno), no hubo ningún método que garantizara al cien por cien el control de la natalidad por parte de las mujeres.

A partir de este momento los laboratorios siguieron investigando en esa línea, es decir, en la dirección de engañar al cerebro y hacerle creer que un feto está alojado en la cavidad del útero para que no se produzca otra ovulación. A partir de este engaño durante el tiempo que una mujer consume la píldora nada de lo que le pasa es "verdadero", no hay un verdadero ciclo, ni hay una verdadera menstruación, y que el ciclo sea de 21 días es totalmente arbitario y muchos mal pensados creen que se debe a dos causas: una es que el menor ciclo garantiza el mayor consumo y la otra para convencer a la Iglesia Católica (cosa que no se ha conseguido) de su naturalidad.

En el 2000, el mejicano Martínez Manautou demostró que la administración de progestina sola a bajas dosis era igualmente efectivo y así nacen las llamadas minipíldoras; el gestágeno que contienen evita que crezca el endometrio y hace más compacto el moco cervical además de impedir la ovulación, con lo cual su efectividad es mucho mayor además de ser menor el riesgo de trombosis en las mujeres mayores de 35 años y en las fumadoras.

Desde 1974 también se viene usando la llamada píldora del día siguiente, que no es más que la ingestión durante las 72 horas siguientes a la práctica de riesgo de dos píldoras de levonorgestrel con 12 horas de diferencia. Con ello se impide la anidación del huevo en el útero. Dentro de las primeras 24 horas tiene una efectividad del cien por cien (siempre que no se produzcan vómitos o diarreas) que baja hasta el 85% entre las 48 y las 72 horas siguientes. Después de este periodo no es efectivo en absoluto.

En 1983 se empezó a desarrollar una forma nueva de consumir los medicamentos: los parches. Se usan con gran éxito para la administración de nitroglicerina en enfermedades cardiacas, para prevenir los mareos y como anticonceptivo desde el 2003. Este parche se coloca sobre la piel y desde allí se va liberando de forma continuada un estrógeno y una progesterona que pasan al torrente sanguíneo después de ser absorbidos por la piel. Se cambia una vez a la semana y se usan tres seguidos; al cabo de la tercera semana se descansa durante siete días, la gran ventaja es no pasar por el estómago.

También se trabaja en los implantes subcutáneos. Hasta ahora se viene usando una varilla de gestágeno que se implanta debajo de la piel del brazo, desde allí se va liberando la hormona de forma progresiva y controlada. Los médicos dicen que la mayoría de las hormonas que se administran por vía oral se pierden en los procesos digestivos por lo tanto es necesario recetar grandes cantidades, no así si se administran por vía subcutánea que pueden regularse de modo más efectivo, de ahí las ventajas de los implantes o de los parches.

Uno de los más recientes desarrollos corresponde al llamado anillo vaginal mensual bautizado como Nuvaring que consiste en un anillo (que contiene progesterona y estrógenos en cantidades muy bajas) que se coloca en la vagina de forma similar a como se hace con un tampón menstrual y desde allí va liberando sus principios activos. Al cabo de 21 días se extrae y se descansa de su uso durante una semana, dentro de la cual aparece el sangrado menstrual. Su mayor inconveniente es que un 32% de los hombres reconoce haberlo notado durante las relaciones sexuales.

Lo más reciente es la píldora anticonceptiva de ciclo extendido, el famoso Seasonale. La investigación se desarrolló a la vista de que muchas mujeres alargaban los ciclos de la píldora a su conveniencia para que el sangrado no coincidiera con vacaciones, festivos, etc., y descubrieron que era posible "engañar la cerebro" y por lo tanto impedir la ovulación durante tres meses, por lo tanto comercializan una pastilla anticonceptiva convencional, es decir, una combinación de estrógenos y progestágenos. Pero sólo que en lugar de tomar 21 pastillas seguidas se toman 91 pastillas rosas que contienen el anticonceptivo y a continuación siete pastillas blancas que sólo sirven de recordatorio.

Cuando se concluye la toma completa se comienza una nueva toma sin descanso, ya que las pastillas blancas actúan como descanso de la ingesta de las hormonas. Muchas voces se han alzado contra estas pastillas porque aducen que no se sabe si la prolongada administración de hormonas puede suponer algún perjuicio para el organismo femenino, pero con idénticas palabras se "saludó" el nacimiento de la primera píldora y ya hay tres generaciones de mujeres que han controlado su fecundidad y por lo tanto se han hecho dueñas de su sexualidad, regular también la menstruación puede que sea otro hito en la liberación femenina y por fin podamos decir que "la biología no es nuestro destino".

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