Pequeña, acogedora y cercana: Oporto, para un fin de semana

  • La Torre de los Clérigos, la atalaya más alta de Portugal, ofrece unas vistas privilegiadas de la ciudad.
  • Los Jardines del Palacio de Cristal son un importante pulmón para Oporto.
  • Las bodegas de Porto no pertenecen a la ciudad: en la otra orilla del río, son ya término municipal de Vilanova de Gaia.
Al otro lado del puente de Eiffel comienzan las bodegas de Porto
Al otro lado del puente de Eiffel comienzan las bodegas de Porto
FLICKR/Felipe Avila da Costa
Al otro lado del puente de Eiffel comienzan las bodegas de Porto

La segunda ciudad más importante del vecino Portugal lo tiene todo: buen vino, buena comida, buen ambiente y unas vistas idílicas, las de sus pequeñas casas de colores construidas frente a la desembocadura del río Duero. Oporto, pequeña, acogedora y cercana para nosotros es un destino perfecto para una escapada de fin de semana.

Las calles del núcleo urbano, que desprenden la esencia de Portugal, se pueden visitar andando o a bordo del clásico tranvía emblema del país vecino. A este tren eléctrico, que sigue en funcionamiento, merece la pena acercarse aunque solo sea para sacarse una foto. Pero sin duda, la mejor forma de conocer la ciudad es paseando. Andar por sus estrechos callejones permite contemplar la colorida arquitectura local, conocer sus plazas y con apenas un poco de suerte, uno puede toparse con alguno de los muchos rincones desde los que se puede ver el mar.

La Torre de los Clérigos, la atalaya más alta de Portugal, ofrece unas vistas privilegiadas de la ciudad. Los valientes que se atrevan a subir los 200 escalones que la forman disfrutarán de unas vistas de Oporto en 360 grados que recorren desde la bahía hasta el mar.

La Catedral de la Sé de Oporto, declarada monumento nacional de Portugal, preside esta ciudad. Construida en la parte alta de la colina en la que se asienta el núcleo urbano, ofrece también una increíble panorámica. Esta edificación, cuya construcción se inició en el S.XII, es de estilo barroco aunque destaca por la sobriedad de su interior, donde solo se puede encontrar decoración barroca en las capillas y el altar mayor.

Otra cita obligatoria son los Jardines del Palacio de Cristal. Situados también en la parte alta de la ciudad conforman un importante pulmón para Oporto. En este paraje se puede pasear entre rosas, plantas medicinales y aromáticas mientras se disfruta rodeado de vegetación de las magníficas vistas de la ciudad.

El vino de Porto y sus bodegas

Las bodegas son sin duda una parada más que obligada. Las famosas cavas situadas al otro lado del río Duero en su paso por Oporto producen el vino cuya denominación de origen se debe a la ciudad. Pero es curioso, que aunque solo haya que cruzar un puente para llegar al lugar de producción del vino Porto, estas bodegas no pertenecen a la ciudad. Efectivamente, la otra orilla del río es ya Vilanova de Gaia, la ciudad colindante. Las bodegas se pueden visitar por libre o a través de algunos tours organizados, en los que los visitantes pueden disfrutar de una cata de los mejores vinos con denominación de origen Porto.

Un café y un pastel de 'nata' es la merienda obligatoria. Para comer, es recomendable probar la fabada del lugar, Tripas a moda do Porto, aunque también se puede optar por cualquier receta que lleve bacalao, la especialidad de la región. Para la cena se puede optar por probar una arriesgada receta local: la francesinha. Este plato es una especie de sandwich que lleva queso jamón, salchicha, ternera y huevo. Una mezcla, que por si fuera poco, va bañada en una salsa que depende de quién la prepare puede picar bastante o solo un poco.

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