El nuevo Parlamento: carente de memoria histórica, pero sin el lastre del miedo al cambio

Varios diputados de Podemos en el parlamento.
Varios diputados de Podemos en el parlamento.
EFE
Varios diputados de Podemos en el parlamento.

Forman parte de la historia democrática de este país y entre todos atesoran décadas de experiencia parlamentaria, pero no volverán a pisar el hemiciclo del Congreso de los Diputados.

La XI legislatura arrancó el pasado miércoles con una tasa de renovación de la cámara del 62%, es decir, de cada 100 nuevos diputados (y son 350), 62 son unos recién llegados. Es decir, 218 de sus señorías tiene escasa o nula experiencia en política. Al menos en la política nacional.

Junto a históricos como Alfonso Guerra (que renunció a su escaño hace un año adelantando su intención de no ir en las listas del 20-D), se ‘licencian’ Gaspar Llamazares, Josep Antoni Duran i Lleida o Trinidad Jiménez. En su lugar, acceden a la bancada Íñigo Errejón, Zaida Cantera o Albert Rivera.  De los parlamentarios que conforman las Cortes, 79 son menores de 40 años y 137 (el 40% del hemiciclo) son mujeres.

20minutos ha contactado con dos expertos (un politólogo y un sociólogo) para saber qué pueden aportar a la Cámara baja los recién llegados y si la pérdida del plus de experiencia de los salientes se notará o no en el día a día del trabajo parlamentario.

"La entrada de más mujeres supone un reequilibrio notable entre los dos géneros en comparación a cómo empezamos, con un 6% de mujeres en el primer Parlamento. Es una mejora simbólica pero muy ejemplar del avance que está suponiendo en la sociedad española la lucha por los derechos de las mujeres", considera Jaime Pastor, profesor titular del Departamento de Ciencia  Política y de la Administración de la UNED.

Además, a su juicio, que se haya rebajado la media de edad de sus señorías significa "una renovacion generacional ". Si bien es cierto que los menores de 40 no han vivido la dictadura, "se han socializado con sus padres, que sí la vivieron, y ahí hay una memoria", añade Pastor.

Por otra parte,"a veces, el haber vivido la dictadura y la transición supone miedo al cambio para mucha gente de entonces, que está centrada en el inmovilismo . Es un condicionante para quienes la vivieron", añade.

Pastor opina que la vida parlamentaria no añorará en extremo a los políticos que se van. "El problema es que llevan muchos años en el Parlamento. Su salida no tiene que significar una retirada de la vida participativa. Pueden continuar como asesores seniors de los diferentes grupos aportando consejos, experiencia o asesorando. De lo que se tienen que retirar es de vivir de la política".

Ilusión versus apoltronamiento

Una opinión que comparte Ramón de Marcos, del Colegio de Sociólogos y Politólogos, que ve a los salientes como "políticos más acomodados, que han vivido toda su vida de la política", dice.

En este sentido, los nuevos y más jóvenes son "más atrevidos, abiertos y dialogantes", opina, pero cree que arrastran un déficit democrático: "El punto débil es que no han vivido la dictadura que sí conocieron los mayores de 50 años. Los jóvenes no tienen memoria histórica, solo tienen relatos y vendrán sesgados según la familia de la que provengan. Carecen del conocimiento de haber vivido en otro espacio que no era el democrático".

Sobre las mujeres, el sociólogo también valora muy positivamente su presencia en la Cámara: "la mujer no es unidimensional como el hombre. Posee otra psicología, otra forma de abordar las cosas, está más acostumbrada a compaginar", dice. Por todo ello considera que esto tiene que plasmarse necesariamente en el  trabajo parlamentario y en las propuestas que ellas eleven al Pleno.

Eso sí, según Ramón de Marcos, sus señorías tienen que ser conscientes de que "su nuevo papel público les obliga a un mayor nivel de autoexigencia", pero sabedores de que hay cuestiones "que trascienden los límites del Parlamento y del Estado nación, como los refugiados o el terrorismo" y que hay que abordar en un contexto de globalización.

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