Un bistec crudo en el disco duro: la 'Biolencia hepidé®mica' del fotorrealista Manuel Franquelo

  • El artista inaugura en Madrid su primera muestra individual, un conjunto de obras 'insoportablemente reales', 'seductoramente fetichistas' y de 'impulso zombificante'.
  • La 'carnicería visual' de la exposición, que combina el dibujo, la pintura, la fotografía y la instalación, se presenta como 'material aleatorio' para un 'festín estomagante'.
  • Tablas señaladas tras el corte de carne, lonchas de bacon, envoltorios manchados de sangre... Franquelo quiere presentar la 'caja negra de un accidente' colectivo.
Obra del artista madrileño Manuel Franquelo Giner
Obra del artista madrileño Manuel Franquelo Giner
© Manuel Franquelo Giner - Cortesía Twin Gallery
Obra del artista madrileño Manuel Franquelo Giner

Con el tono sanguíneo de toda pieza de matadero, de seguro acentuado por efectivos colorantes artificiales, un bistec dolorosamente crudo reposa en el interior de la CPU de un ordenador pintado de blanco nuclear. La obra se titula The artificial being is a reality of perfect simulacrum (El ser artificial es una realidad de un simulacro perfecto), una cita de la película A.I. (Inteligencia artificial).

Para Manuel Franquelo Giner (Madrid, 1990) la cultura y la sociedad son un "gran cementerio arqueológico" que puede ser analizado con la misma aplicación que la "caja negra de un accidente" colectivo, según nos asegura en un ensayo de título casi laberíntico, Consideraciones (intempestivas) superficiales sobre un menú (materialista) aleatorio, el profesor de estética y crítico de arte Fernando Castro Flórez.

Intencionada mala ortografía

El artista combina el dibujo, la pintura, la fotografía y la instalación en su primera exposición individual, titulada, con intencionada mala ortografía derivada del cruce de términos —violencia y biología, por ejemplo— e inserción del símbolo universal de las marcas registradas, Biolencia Hepidé®mica.

La muestra, en la Twin Gallery de la capital española del 14 de enero hasta el 13 de febrero, presenta "material aleatorio" para un "festín que puede llegar a ser estomagante", añade Castro Flórez en un ensayo-prólogo repleto de términos de supuesto hermetismo y no menos infundado brillo post-post-moderno ajeno al canon gramatical —apocatástasis, punctualización, hipocondrizar, biopolítica, comodificación, gemelar...—. Para el docente, la energía que impulsa a las obras del artista madrileño es el "impulso zombificante" por el que hemos optado los seres humanos en nuestro tiempo agresivo y complicado.

'Imaginario vírico anómalo'

Situado en los terrenos del fotorrealismo, el artista muestra un "imaginario vírico o anómalo", el "retrato complejo de una sociedad conforme", dicen desde la galería.  "Nos invita a pensar de una forma perversa para tratar de concebir otras realidades que no sean tan traumáticas como lo Real que nos atenaza", añaden.

Lonchas de bacon sostenidas en horizontal, situadas como banderas; una tabla de cortar carne con marcas de muchas cuchilladas componiendo un trazado enmarañado de líneas e intersecciones; una bandeja que contuvo una pieza de carne que ha dejado manchones de sangre... Estas dos últimas obras, The Promise y Sacrifice (La promesa y Sacrificio) son una alegoría, dice Franquelo, del "desencanto de una sociedad", donde "lo que fue prometer, ahora es deshacer".

'Heridas, vacío'

Para el artista "hay que mantener una seducción para engatusar lo múltiple en lo humano, o al menos esa es la función del sistema inmunológico del capital, un cometido que deja heridas, vacío y cosas que pudieron ser, pero no lo fueron".

En unas consideraciones en torno a la exposición que distribuye la galería, abunda en la idea de que todo ha cambiado y "ya no basta con transmutar alquímicamente la necesidad en deseo", porque ahora "la manufacturación del deseo es inversa y cíclica: se desea porque se necesita y se necesita porque se desea. Esa es la circulación psiquiátrica perfecta. Ahora vivimos en una forma de violencia en diferido, una violencia más freudiana y maquiavélica que se inició a principios de siglo con la propaganda de guerra".

Las obras presentan "una realidad en bruto y, además, desmesurada". A través de ellas obtenemos el "retrato complejo de una sociedad conforme, en la que incluso el nihilismo se ha tornado académico", dice este artista que se confiesa interesado por la electrónica y los nuevos medios como plataformas para ejercer un pensamiento crítico.

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