El camarero de un bar gay de la subcultura 'leather' compone un diario fotográfico del local

  • Durante un trabajo eventual en el mítico local Eagle LA, de Los Ángeles, el fotógrafo John Arsenault aprovechó para retratar a los clientes.
  • Las fotos, casi todas tomadas con un 'smartphone', aparecen en el libro 'Barmaid' ('Camarera'), una crónica de ambiente del fetichismo gay del cuero.
  • El reportaje es de tono crepuscular, entre sensual y melancólico, y está inspirado en la fascinación histórica de pintores y fotógrafos por los locales de homosexuales.
John Arsenault se autorretrata como animador del bar gay
John Arsenault se autorretrata como animador del bar gay
© John Arsenault - From 'Barmaid', published by Daylight Books, 2015
John Arsenault se autorretrata como animador del bar gay

El fotógrafo John Arsenault (1971) encontró "calma dentro del caos" mientras trabajababa eventualmente en el bar gay Eagle LA, un local de Los Ángeles que ha albergado varios clubes históricos durante las últimas cuatro décadas. Empleado como "camarera", en femenino, el reportero aprovechó el contrato laboral para componer un diario crepuscular, entre sensual y melancólico, de los clientes y el ambiente del bar.

Frecuentado desde 2006 por seguidores de la subcultura leather, la tribu gay que sigue la moda erótica de los indumentos, prendas, correajes y accesorios de cuero negro, el concurrido bar —que antes albergó locales de ambiente homosexual legendarios de la ciudad californiana como el Shed, The Outcast y, sobre todo, el Gauntlet II— es el protagonista central del reportaje de Arsenault, Barmaid (Camarera), que ahora aparece editado en libro [Daylight Books, 112 páginas y un PVP de 50 dólares].

Cierto 'deje de tristeza'

"Las fotos que hice en el Eagle", dice Arsenault, "son la expresión de las emociones surgidas de mi trabajo como camarera". El fotógrafo, que aparece en varios autorretratos, alude a la aparente paradoja de la tranquilidad dentro del bullicio y a cierto "deje de tristeza" que, según reconoce, no es capaz de explicar.

El prologuista del libro, Larry R. Collins, relaciona la leve tristeza a la que se refiere el fotógrafo con una "conexión", quizá inconsciente, con la pintura impresionista y su querencia por los locales de ocio y diversiones licenciosas. Menciona el claro guiño de uno de los autorretratos de Arsenault, con el fotógrafo, con el pecho descubierto y mirando impasible a cámara desde detrás de la barra, al inolvidable óleo, pintado en 1882 por Édouard Manet, Un bar aux Folies Bergère, donde una camarera apesadumbrada luce una aflicción de similar misterio para el observador.

Aparato casi invisible

El fotógrafo, que fue empleado durante dos años del Eagle (2011 y 2012), no forzó ninguna situación ni quiso ser invasivo con la cámara. Casi todos los retratos, que no ocultan la pose ni el pacto previo entre autor y modelo, fueron tomados con un smartphone, aparato casi invisible precisamente por su universalidad.

"Estaba trabajando y debía confiar en la intuición de cada momento. Durante los dos años no dejé de hacer fotos ni un solo día pero me faltan palabras para expresar mi experiencia. Hay algo bajo la superficie de los retratos que se puede sentir pero no enunciar", dice Arsenault.

Máscaras de animales, trajes de seda...

Barmaid es una crónica natural y sin artificio de la vida diaria en el club: clientes de variada condición —tatuados, con máscaras de animales, semidesnudos, vestidos con elegantes trajes de seda, luciendo prendas leather que dejan las nalgas al aire...—, empleados en plena faena —un cocinero en calzoncillos, animadores ligerísimos de ropa...— y muchos autorretratos de Arsenault.

Para que el relato respire, el fotógrafo añade descriptivos detalles y naturalezas muertas: una mano sostiene un papel que dice "antes era una mujer", otra muestra una nota con un teléfono y una dirección de correo electrónico, esbozos de la decoración, rincones especialmente oscuros...

Como dice el prologuista Collins, Arsenault ha añadido a la crónica un alto grado de implicación personal, pero también ha querido retratar los "fantasmas" que residen en un local con tanta historia. "Hoy está lleno de personas mayores y jóvenes, pero el Eagle soportó los peores años de la epidemia del sida", anota.

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