Unos Muse “metaleros” cierran un FIB con récord de público

  • El grupo de Matt Bellamy ofreció un concierto grandilocuente, ampuloso y con serias aproximaciones al "heavy".
  • Esta edición del festival batió su récord de asistencia: 150.000 espectadores en cuatro días.
  • Amy Winehouse, Calexico y Clap Your Hands Say Yeah! convencieron.
Muse en pleno concierto (ARCHIVO).
Muse en pleno concierto (ARCHIVO).
JAVIER ALONSO
Muse en pleno concierto (ARCHIVO).
150.000 asistentes -casi 40.000 por día- han entrado este año en el recinto de conciertos del FIB. La edición con el cartel más flojo que se recuerda es la que ha batido récord de asistencia. Esto es ya como el Real Madrid: juegue bien o juegue mal, el estadio se pone hasta los topes.

A las cinco de la tarde de ayer domingo, miles de "fibers" regresaban al camping después de un baño en la playa. Sus rostros no son los mismos que el jueves. Han vivido tres días de fiesta intensiva: poco dormir, mucho bailar y excesivo calor. Demasiadas emociones para tan poco tiempo.

Pero vuelven. A las seis de la tarde ya se les ve de nuevo llegando a los escenarios. Incombustibles, les esperan otras doce o catorce horas de música, las que separaban las actuaciones de The Electric City, 16.30 del domingo, de la de Tobias Thomas, que cerró el festival a las ocho de la mañana de hoy.

Mundo de metal

La actuación del día, por volumen de masa frente al Escenario Verde, fue la de Muse. Hubo un tiempo en que a este trío inglés lo censuraban comparándolo con Radiohead. ¡Bendita época! A día de hoy, la referencia habría que buscarla en alguna guía de heavy metal.

Matt Bellamy, el cantante y guitarrista, esconde en su instrumento el mismísimo infierno. Se ríe de los ‘indies' sacando el Joe Satriani que lleva dentro, moviendo los dedos a la velocidad del sonido y lanzando profecías apocalípticas -a eso suena- con las seis cuerdas.

Lo de Muse fue algo casi religioso. Épico es decir poco. Basaron el concierto en su último disco y consiguieron lo imposible: transitar las líneas invisibles que unen a Helloween, Chopin, Depeche Mode y Jean Michel Jarre. El público, enajenado por la sobredosis de volumen, respondió entregado a la ampulosidad de Bellamy. "Plug in Baby" fue la catarsis. Próxima estación: Monsters of rock .

Bailar en silencio

A primera hora de la tarde muchos preferían ver los conciertos tirados en el suelo. Otros, acuden a la pista de baile silenciosa. ¿Qué es eso? Un recinto donde la gente baila enganchada a unos auriculares, lo que provoca una situación la mar de curiosa: personas bailando en silencio. ¿Pedirán algo así los vecinos de Malasaña en el próximo 2 de mayo?

Nublado el día, el calor húmedo acompañó una maratoniana última jornada de festival. De los primeros en llegar, Remate & Loco Band. El cantante, madrileño de nacimiento pero americano de espíritu -artístico, al menos-, ofreció clasicismo y salvajismo a partes iguales.

Su concierto fue un ejercicio de canibalismo musical. Folk heterodoxo, sin pasar por cocina, impredecible y áspero como el papel de lija. Difícil seguir el hilo: Remate se escapó, se retorció, se ensimismó, dio rodeos y sin avisar, golpeó. Hubo hasta momentos de ‘singalong' -"Kitty and her beautiful lady", por ejemplo- e invitados de excepción: Gary Louris, de los Jayhawks.

Mariachis en el FIB

Louris apareció una hora más tarde junto a Calexico, alquimistas de rock mariachi. Solo les faltó el sombrero mexicano y decorar el escenario al estilo de un bar de Tijuana. Los de Tucson comenzaron más espesos que de costumbre. Si no fuera por los surtidores de vapor de agua que colgaban de la carpa, alguno hubiera huido.

Remontaron el vuelo tirando de trompetas, embadurnando al público de ese "flow" fronterizo digno de una película de Tarantino y versionando a Love y Manu Chao. Las chicas inglesas intentaban mover las caderas ante tanto ritmo latino, con menos éxito del esperado. El grupo terminó divirtiendo: ¿Habrá un escenario latino en el FIB 2008?

Entre lo más vanguardista que se vio: los mantras alucinados de Animal Collective. Las siete de la tarde no era su hora, pero aún así despertaron interés. En la repetición y la superposición está su secreto. Tres "freaks" de las maquinitas jugando como en el patio del colegio.

Sus directos no se parecen nada a lo que graban en disco, donde sus canciones son eso, canciones, y no desarrollos sonoros interminables y en bucle. Hacen demostraciones de electrónica física: golpeo el timbal, atizo al platillo, pulso el pedal, me cambio la baqueta de mano y lanzo la programación. Para marearse. Y así, una y otra vez.

El holandés Peter Von Poehl pretendió cautivar al público con una colección de medios tiempos que rozó lo plomizo. Los españoles Catpeople parecen una banda tributo. Son como Interpol, pero con acento español.

Aplaude y di "yeah"

La carpa pequeña se llenó para Clap Your Hands Say Yeah! Estos americanos sí que tienen madera de campeones. Ni siquiera el sonido deficiente pudo con ellos. La voz de jilguero de Alec Ounsworth tardó en oírse, pero sus canciones-milagro actuaban por sí solas. Lou Reed, David Byrne y Bob Dylan les reconocerían como pupilos.

Pop abigarrado, misterioso, épico en su justa medida, arriesgado; contagioso sin que suene manido. Hicieron estallar al público, capaz de corear hasta el último riff de guitarra, y sudaron como cualquiera de los presentes.

Compartieron horario con Amy Winehouse, que en la carpa contraria ofreció, según informa Pilar Sanz, "uno de los conciertos del festival. La diva del nuevo soul ha mamado música negra en todas sus manifestaciones. Presumió de voz en los momentos más lentos e hizo bailar sin remedio a una audiencia agotada, pero entregada. Le faltó soltarse más. Cuando lo haga, la fiesta será perfecta".

Kings of Leon, con un llenazo en el mejor horario del escenario principal, mostraron sus puntos flacos. La banda que fue lanzada como respuesta a The Strokes tiene demasiadas canciones de relleno y un par de caramelos. Ganan enteros cuando moldean sus ritmos de rock rocoso hasta transformarlos en melodías adictivas, pero se enfangan en sonidos anacrónicos en gran parte de su repertorio.

Terminó el FIB 2007 con un éxito masivo de público y un tibio balance en el apartado artístico. Mucha diversión, gran ambiente, pero poco que guardar para el baúl de los recuerdos musicales.

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