El cocinero Marcel Ress, alemán de nacimiento y mallorquín de adopción, ha sido el ganador de la última edición de TopChef (Antena 3), un título que ha conseguido después de ser uno de los concursantes que más veces ha estado cerca de la expulsión, en las pruebas de última oportunidad. La delicadeza y la sutileza de Marcel sedujeron al jurado.

¿Y ahora qué?

Todavía no he planeado qué voy a hacer con el premio pero estoy en pleno proceso de cambio, con mi equipo y con mi mano derecha, Pablo. Vamos a meternos en diferentes proyectos. Hay una cosa cerrada que es una escuela de cocina que vamos a montar en Mallorca, en Santa Maria del Camí, donde además va haber una mesa privada de 20 personas. También estamos pensando en buscar un pequeño local para montar un bistró y otro pequeño restaurante en la película.

¿Te abre muchas puertas TopChef?

Sí, las abre, pero yo ya había conseguido muchas cosas gastronómicamente. Ayuda, seguramente, pero los cambios que voy a hacer habrían ocurrido igual sin TopChef.

¿Qué ha aprendido en el programa?

Pues he confirmado que puedo aguantar mucha presión y mucho sufrimiento. Es un programa muy duro, parece fácil, pero son muchas horas. Hay muchos profesionales que lo ven en la tele y les parece fácil, pero es muy duro. De hecho, lo difícil es superar las dificultades que os ponen para cocinar... Y la presión. Las grabaciones son muy largas, estás con los otros concursantes 24 horas al día y en las pruebas siempre cambian los materiales, los productos, el sitio...

¿El jurado no estaba este año más borde que otras ediciones?

Sobre todo Roncero y Chicote nos metían mucha presión, pero porque pensaban que podíamos dar un paso más. Yo soy muy crítico conmigo mismo y cuando algo se puede mejorar lo entiendo perfectamente. Además, cuando un plato estaba bien hecho, los tres te decían de corazón que estaba bueno.

¿Con qué chefs le gustaría trabajar?

Con Massimo Bottura, que estuvo en el programa pero no pude hablar con él. Ha conseguido convencer a los italianos de cambiar la tradición. También Sergio Herman, por ejemplo.

¿Se queda con la cocina alemana o la española?

Yo he trabajado en cuatro países y me encanta la comida de todo el mundo. La europea en concreto cambia un poco en cada país, por producto y costumbres, pero al final tenemos una cultura muy parecida. Se cura el jamón en muchas partes, por ejemplo, aquí se seca y en Alemania se ahúma, pero es muy parecido. En mi estilo es muy importante usar los productos que encuentras a tu alrededor, conocer la cultura mediterránea y no olvidar mis raíces.

¿Y qué le parece la comida rápida?

Hay comida rápida que está bien hecha y sitios en los que sirven basura. Todos vamos alguna vez.

¿Y en casa cocina o se apaña para no cocinar?

Pues como nunca tengo mucho tiempo muchas veces acabo haciéndome un bocadillo con lo que tenga en la nevera. Cocino si invito a amigos.

Habla muy bien español, pero sobre todo los tacos...

Es lo primero que se aprende, los tacos y los dichos, es lo más fácil en cualquier idioma. Además, yo aprendí español en la cocina y he cocinado por muchos sitios así que vas cogiendo expresiones.

Usted salió de su país muy joven ¿fue duro?

Siempre es duro. He conocido muchos casos de jóvenes españoles que quieren ir a España. Yo salí de casa con 18 años y fue muy duro, pasé tres meses muy mal, pero después te concentras y estás más tranquilo.

Apenas hizo caso a Pedroche cuando cocinó con usted... ¿le han hecho bromas por esto?

Realmente fue un momento muy difícil. Ella estaba un poco perdida y en muchos casos no podía ayudarme en algunas cosas, así que las hacía yo.

¿Qué productos alemanes y españoles fusionaría?

Nosotros tenemos mucha tradición de espárrago blanco que podría ir con toques cítricos que en España se dan mucho, con hierbaluisa, que es muy mediterránea y anguila ahumada, que es muy típico de Alemania. O por ejemplo, el apio y la manzana o la tinta de calamar y el yogourt de oveja.