Más de 600 menores abortan cada año en centros de la Comunitat

  • Pasaron el trago 54 chicas de 14 años o menos en 2006.
  • La mayoría alega riesgo físico o mental y va a la privada.
  • Las interrupciones de embarazos van a más.

Más de medio millar de menores de edad, exactamente 628, abortaron el año pasado en la Comunitat, alegando que peligraba su equilibrio emocional o físico. Según datos facilitados por la Conselleria de Sanidad, el número de interrupciones voluntarias no ha dejado de crecer.

En total, fueron 10.333 (1.568 más que en 2005), las mujeres que decidieron interrumpir su embarazo.

De ellas, el 89,6% (9.259 mujeres) eligió hacerlo en clínicas privadas. Aunque sigue habiendo más españolas, la diferencia respecto a las extranjeras es cada vez más pequeña, 5.941 y 4.029 respectivamente, y ganan por goleada las de América Latina, con 2.016 casos.

Casi 100 mujeres viudas

La mayoría alegó el supuesto de peligro físico o psíquico para la embarazada, una de las razones que acepta la ley española para que el aborto no sea un delito, algo que corroboran varios ginecólogos de la Comunitat consultados por 20 minutos.

«Este supuesto contempla un vacío legal al que es muy fácil acogerse», según otra ginecóloga. De entre todas las valencianas que decidieron no llevar adelante su embarazo llaman la atención las 54 menores de 14 años.

También que hubiera 2.574 mujeres casadas y 93 viudas. Del total, el 54,7% eran asalariadas y el 61% tenía ingresos económicos propios, según la Conselleria de Sanidad. «Las hay que de verdad son unas niñas y otras que son maduras para afrontar sus actos», comenta un enfermero de la Sanidad Pública de Alicante.

Mariela. Estudiante, de 17 años. Abortó cuando tenía 15.

«No hacía más que llorar»

Llevaba un año saliendo con un chico del barrio. Ninguno de los dos había planeado «nada», pero una noche mantuvieron «relaciones incompletas». Era la primera vez para ambos. No fueron conscientes de las consecuencias de ese encuentro. «No hacía más que llorar y llorar cuando me hice las pruebas» (una amiga le compró el test). «No me lo podía creer. No habíamos hecho nada», recuerda con los ojos lagrimosos. «Se lo conté a mamá y me acompañó al hospital».

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