El DNI y la santa tecnología

Corren tiempos de nuevos hacedores de milagros: el e-mail, el SMS, el Wi-Fi y no sé cuántas genialidades más de la tecnología (no es irónico). Y, sin embargo, cuando uno piensa que han llegado para hacernos la vida más fácil, se olvida de que detrás de las modernidades tiene que haber un San Sentido Común haciéndolas trabajar para nosotros. Porque ni Nuestra Señora del Correo Electrónico ni Fray Móvil Mártir han podido evitarme las colas delante de una comisaría andaluza para renovar el pasaporte y el DNI.Los primeros llevaban desde las seis de la mañana. Los últimos (los que llegaron a partir de las 8.30) se quedaron sin número. Y entre el número y la cita, casi cuatro horas de espera. Con decirles que me ha dado tiempo a hacer la compra y terminar una novela. Y ha sido en esas involuntarias horas de reflexión cuando le he rezado a San Sentido Común para que ilumine a la Administración y pongan, si no por Internet, al menos cita telefónica para tramitar estos documentos. Y que no pase todos los años lo mismo. Eso sí, salí con pasaporte.
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