El Hermitage de San Petersburgo (Rusia), el impresionante museo de seis edificios colindantes en las orillas del río Neva, entre ellos el antiguo Palacio de Invierno de los zares —una construcción barroca que intentó expresar con 1.786 puertas, 1.945 ventanas, 1.500 habitaciones y 117 escaleras la grandeza de un imperio autocrático que gobernaba sobre la sexta parte de la superficie terrestre y 180 millones de seres humanos—, guarda una colección de más de tres millones de objetos nobles, entre ellos 651.000 obras de arte —pese a la intangibilidad, la simple visita virtual es suficiente para provocar la emoción—.

Pese a la grandeza de la pinacoteca, las cifras de explotación no son buenas: sólo tiene menos de tres millones de visitantes al año, la tercera parte que el Louvre y la mitad que el British o el MET. La solución que han buscado los gestores es expandirse mediante franquicias. En 2004 abrieron la primera, en Ámsterdan (Holanda) y, tras las de Ferrara (Italia) y Kazán (en la república rusa de Tartaristán), llegará la de Barcelona. Estaba anunciada para 2015 pero la búsqueda de terreno y socios locales para la inversión han retrasado los planes, que ahora fijan un umbral de entre tres y cinco años más para la inauguración.

En una de sus más ambiciosas salidas al exterior, la sede holandesa del Hermitage muestra hasta el 29 de mayo de 2016, Spaanse Meesters en Hollanders van de Gouden Eeuw (Maestros españoles del Siglo de Oro, traducen al español), una fastuosa exposición de la mejor colección de pintura española de la época ubicada fuera de España. El museo de San Petersburgo, que todavía aprovecha los rescoldos de la celebración de su 250º aniversario (2011-2014), ha trasladado a su sede holandesa más de un centenar de grandes obras de El Greco, Ribera, Zurbarán, Velázquez, Murillo, Goya...

Las más de 120 piezas que se muestran en la capital de los Países Bajos incluyen 40 lienzos de esos que se consideran situados en la órbita de las obras maestras que deben aparecer en cualquier crónica sobre la pintura universal. Hay también una rica colección de ilustraciones y objetos de artes decorativas —muebles, espadas y joyas,entre ellas un esplendoroso y único colgante en forma de carabela con oro y esmeraldas colombianas, datada en torno a 1580, y que fue propiedad de la emperatriz rusa Catalina II—.

Algunas de las obras maestras que se exhiben son Los apóstoles Pedro y Pablo (entre 1587 y 1592), el enigmático retrato de El Greco en el que los personajes parecen desprender un enigmático fuego interior; El retrato de Gaspar de Gúzman, Conde Duque de Olivares (en torno a 1638), el poderoso valido de Felipe IV, y Cabeza de Hombre Joven de perfil (1616-1617), ambos de Velázquez, y el bellisímo Retrato de la actriz Antonia Zárate (1810-1811), de Goya.

Tampoco desmerecen un par de magnífico óleos de Ribera, el sufriente retrato de San Onofre (1637) y San Jerónimo y el ángel (1636), y los cuadros de Murillo, Anunciación (en torno a 1660), Inmaculada Concepción (1680), y  San José llevando de mano a Cristo niño (década de 1670).

En las colecciones y museos holandeses es "prácticamente imposible encontrar piezas de artistas españoles y la colección del Hermitage es una excepción", dice la directora del Hermitage de Amsterdam, Catherlijne Boers. "Estas piezas suelen estar expuestas en San Petersburgo, decidimos recogerlas en una sola exposición y mostrarla al público holandés", añadió.

Las pintoras muestran "el auge y la riqueza" de la época en España, destacó a Efe una de las comisarias y responsable de exposiciones del museo holandés, Marlies Kleitperp.  Aunque la parte central de la exposición son las piezas de la Edad de Oro española y los maestros de la época, la idea de los organizadores es mostrar también su influencia en artistas posteriores como Ignacio Zuloaga, Ignacio de Iriarte, Luca Giordano e incluso Picasso, de quien se exponen un bodegón de 1906, dos óleos y jarras de cerámica.

La riqueza de la monarquía absolutista española, que llegó a su máximo esplendor en el siglo XVII, "permitió desarrollar un estilo artístico de impronta especial, marcado a su vez por la religión cristiana y crudos acontecimientos históricos, que se caracterizó por la convergencia entre lo espiritual y lo teatral y los fuertes contrastes de claroscuros", apuntó Kleitperp.

La exposición Hollanders van de Gouden Eeuw (Holandeses del Siglo de Oro) completa el programa que durante el invierno podrá visitarse en la sede de Ámsterdam. Entre ambas muestran un panorama de dos ámbitos complementarios y de gran relevancia para el arte, señala el director del Hermitage de San Petersburgo, Mikhail Piotrovsky, quien explicó que el proyecto de la sucursal en Barcelona "sigue en pie aunque se trata de un proyecto a largo plazo, de entre tres y cinco años", para el que todavía no cuentan con edificio.