Viena celebra el estallido de color del expresionismo alemán

  • Una de las vanguardias más innovadoras de la historia del arte, el expresionismo alemán reaccionaba a la inestabilidad y la violencia del siglo XX.
  • El museo Leopold exhibe en la capital austriaca trabajos de primeras figuras como Macke, Kirchner, Marc, Beckmann, Nolde, Jawlensky...
  • Aunque hay grandes diferencias de estilo, los autores comparten la amargura y el descontento de un momento histórico contra el que se revuelven.
Obra de Karl Schmidt-Rottluff del año 1913
Obra de Karl Schmidt-Rottluff  del año 1913
Karl Schmidt-Rottluff - Courtesy of Osthaus Museum Hagen & Institut für Kulturaustausch, Tübingen - © Bildrecht, Wien 2015
Obra de Karl Schmidt-Rottluff del año 1913

"El expresionismo no es una moda, es una ideología. Concretamente una ideología de los sentidos más que de los conceptos", escribía en 1919 Herwarth Walden, editor de la revista expresionista Der Sturm (La tormenta).

Cuando el arte estaba atado a la figuración, el expresionismo alemán irrumpía con nuevo acercamiento a las formas y a los colores. Se trataba de una reacción brusca a los acontecimientos: tras la I Guerra Mundial, llegaron la inestabilidad y la violencia que desatarían la segunda parte de la tragedia. Los autores se diferencian mucho en estilo, pero comparten la amargura y el descontento de un momento histórico contra el que se revuelven.

Las mujeres sin rostro de August Macke, los personajes larguiruchos y angulosos de Ernst Ludwig Kirchner, el místico camino hacia la abstracción de Franz Marc o los tonos arrebatados de Alekséi von Jawlensky son protagonistas en Farbenrausch (Ráfaga de color), en el museo Leopold de Viena hasta el 11 de enero.

Alemanes y austriacos

Las 30 pinturas y los cerca de 80 trabajos gráficos de la exposición proceden del museo Osthaus de la ciudad de Hagen, en el oeste de Alemania. La institución fue fundada en 1902 como hogar para la colección personal de Karl Ernst Osthaus (1874-1921), heredero de una acaudalada familia de banqueros e industriales y notable por su trayectoria como patrón de las vanguardias y la arquitectura.

Especializada en el arte de su tiempo, la pinacoteca puso de moda el arte moderno y brilló en la vida cultural alemana del primer cuarto del siglo XX. Al recorrido por obras de los dos grandes grupos de artistas expresionistas —Die Brücke (El puente) y Der Blaue Reiter (El jinete azul)— el museo Leopold suma unas 30 obras de su catálogo y crea así un diálogo entre las primeras figuras del arte alemán y creadores austriacos como Egon Schiele (que se carteaba con Osthaus), Oskar Kokoschka y Max Oppenheimer.

Una difícil relación con la ciudad

El desapego a la tradición académica, las alianzas entre artistas o el nuevo acercamiento a lo espiritual son algunos de los temas que se analizan a partir de la colección. En particular, el tema de la ciudad merece un espacio mayor: enquistada en el universo expresionista, la metrópolis es escenario tanto para la fascinación como para el trauma.

Una sección de la muestra explora la difícil relación de autores como Kirchner, Conrad Felixmüller o Max Beckmann con el estimulante y también despiadado universo urbano, poblado a menudo por seres humanos marginales que nadie parece ver. En el otro extremo, Emil Nolde o Max Pechstein apelan a paisajes bucólicos de la naturaleza, buscan la pureza del primitivismo imaginando paraisos.

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