Summercase, progresa adecuadamente

  • El festival del puente aéreo congrega a más de 100.000 personas en Madrid y Barcelona, un éxito de público.
  • PJ Harvey, el dance rock y grupos menos conocidos como Guillemots o Soulsavers, lo mejor del festival.
  • El público mostró su descontento con el recinto de Boadilla del Monte, un pedregal polvoriento poco apto para este tipo de eventos.
Jesus & Mary Chain, el viernes por la noche en Boadilla del Monte.
Jesus & Mary Chain, el viernes por la noche en Boadilla del Monte.
JESÚS MIGUEL MARCOS
Jesus & Mary Chain, el viernes por la noche en Boadilla del Monte.
El festival Summercase reunió este fin de semana a más de 100.000 personas, según la organización, en el Parc del Fórum de Barcelona y en el recinto de Viñas Viejas en Boadilla del Monte (Madrid).

La segunda edición del festival del puente aéreo, como se le conoce, ha registrado gran éxito de público, doblando la asistencia de la edición del año pasado. En tan solo dos años, Summercase se ha convertido en un serio rival para el Festival de Benicàssim, que ante semejante competidor ya ha confirmado novedades para el próximo año: el FIB tendrá un festival gemelo en algún lugar del País Vasco.

En lo que respecta al balance artístico y organizativo, el Summercase progresa adecuadamente, aunque todavía tiene que apuntalar algunos detalles. Quizás se recuerde esta edición como el año de Arcade Fire, al menos por la expectación generada y lo que se pagó por ellos (según El Mundo, medio millón de euros). Su concierto fue digno, pero no lo mejor.

En 20minutos.es, tras contarte lo acontecido el primer y segundo día, resumimos las luces y las sombras de lo sucedido en Boadilla del Monte:

Lo mejor:

Un festival para Madrid: En primer lugar, felicitar la llegada de un festival de estas características a Madrid. Mientras Festimad y Metrorock languidecen por la falta de una propuesta artística sólida y la llegada del festival-negocio Rock In Río despierta desconfianza, Summercase apuesta por la música de calidad con una línea estilística definida y pensada.

Soulsavers con Mark Lanegan: A las primeras de cambio llegó uno de los conciertos más emocionantes del festival. Lanegan se puso al timón de la banda Soulsavers y juntos emprendieron un sensacional viaje a través de un blues-rock atmosférico y tenebroso. "Mark, te quiero", gritó un joven a mitad de concierto. Muchos asentimos.

Dance rock: Hace tres años salieron a la luz. Este verano, ya con sus segundos discos bajo el brazo, LCD Soundsytem y !!! (chk, chk, chk) se han puesto la corona de reyes de la pista de baile sin colgar las guitarras. El público de los festivales veraniegos, altares del hedonismo, exigía este híbrido entre la contundencia del rock y el ritmo del dance. Sus conciertos en Summercase fueron sencillamente brutales.

Electrelane: un notable alto para este combo femenino que puso a hervir la carpa más pequeña con su rock vibrante de herencia germana. Ritmos taquicárdicos combinados con pasajes casi fantasmales -esa fabulosa vocalista- en unas canciones sencillas y muy personales.

Guillemots: Hay conciertos de los que sales buscando el puesto de CDs para llevarte a casa lo que acabas de escuchar. El de Guillemots fue uno de esos. Este combo multinacional asentado en Londres convenció con canciones de pop clásico arregladas de formas inverosímiles. Festivos, atrevidos y muy suyos, son como un balón de oxígeno en medio de las anodinas y miméticas bandas que exporta en los últimos años el rock británico.

PJ Harvey: Después de tres años sin disco y otros tantos sin conciertos, la británica llegaba al Summercase con nuevas canciones -las de su nuevo disco, en la calle en septiembre- y en solitario. Más expectación, imposible. Los nuevos temas, dulces y a piano, convencieron. Con clásicos como el arrasador "Rid of Me" sentenció el partido a su favor.

Lo peor:

El recinto: Una buena noticia y otra mala. La mala es que el recinto de Boadilla del Monte es un pedregal polvoriento que quizás sirva para un rodeo americano, pero para ver conciertos y bailar es un completo desastre. Pagar 100 euros y tener que ponerte una mascarilla para respirar es algo, cuando menos, indigno. La buena noticia: el próximo año habrá otro recinto.

The Flaming Lips: No es que se repitan, es que la primera vez que lo hicieron tampoco tuvieron gracia. El grupo norteamericano casi calcó su actuación del Primavera Sound del año pasado. La música queda anulada por un espectáculo hortera, soso, confuso, descompensado y fuera de tono que no conecta con el público. Necesitan mejorar (o dedicarse a tocar sus canciones).

Air: Uno de los conciertos más aburridos que se han visto en un festival en España. El dúo francés se perdió en un pantanoso repertorio que no salvaron ni sus éxitos más conocidos.

The Jesus & Mary Chain: una lástima que unas canciones tan excitantes sonaran tan fofas. Torpes y lentos, los escoceses insuflaron de pereza clásicos como "Happy when it rains" o "Sidewalking" y se dejaron en los camerinos odas al ruido como "Upside Down". Frustrante regreso.

Pocas bandas nacionales: se dice que este tipo de eventos no programa a muchos grupos españoles porque la gente quiere ver a los extranjeros. Pues no. Sólo había que ver la carpa llena y coreando las canciones de Sr. Chinarro.

Badly Drawn Boy a 400

Badly Drawn Boy, capturado por la cámara del lector Roberto Mendieta.

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