Colomo: "Tenemos un Ministerio de Cultura que desprecia las películas pequeñas"

  • Fernando Colomo dirige 'Isla bonita', una película hecha con actores que no son tales, diálogos improvisados y escasos recursos técnicos.
  • La cinta cuenta la historia de una serie de personajes de Menorca.
  • El propio Colomo es uno de los protagonistas, un personaje con toques autobiográficos: está separado, arruinado y en un mal momento profesional.
El director Fernando Colomo.
El director Fernando Colomo.
Jorge París
El director Fernando Colomo.

Separado de su pareja, arruinado y en plena crisis emocional, el director Fernando Colomo parece haber decidido enfrentarse a sus fantasmas de la forma en que mejor sabe hacerlo, a través del cine. Su último trabajo, Isla bonita, muestra un retrato sencillo y lleno de naturalidad de la vida de una serie de personas en la isla de Menorca, incluido él mismo, que se convierte aquí en uno de los protagonistas, un personaje construido con mucho de autobiografía.

El resultado es un largometraje diferente, con actores que no son tales en la mayoría de los casos, con estructura narrativa pero sin guion en los diálogos y limitados recursos técnicos.

¿Cuánto tiene esta película de autobiográfico?

Mucho, pero no solamente de mí, es una película muy colectiva. La idea de Isla bonita desde el arranque era hacer una película sobre un grupo de gente. Además, no quería seguir el procedimiento habitual: primero me habría documentado mucho, habría conocido bien a los menorquinos, luego habría escrito un guion, habría buscado financiación y, si todo hubiese ido bien, habríamos empezado con el casting. Me parecía un proceso eterno y, por otro lado, me daba la sensación de deja vu.

Y optó por algo muy diferente.

Quería retomar una experiencia muy satisfactoria que tuve cuando hice La línea del cielo en Nueva York, en el 83, que era una película hecha con un pequeño equipo técnico y en la que los personajes no eran actores, salvando a Resines, que además en aquella época decía que tampoco era actor. Repetir esa experiencia me ha obligado a involucrarme mucho y a mostrar también muchas cosas mías.

Entonces, ¿casi todo es real?

No todo es verdad, también hay una parte de ficción porque, por ejemplo, tienes que cerrar la historia de alguna manera.

¿De dónde salen los personajes?

Salen de Menorca, estaban allí. El proceso ha sido diferente en el sentido en que lo normal es que escribes y después haces un casting, aquí ha sido prácticamente al revés.

Isla bonita habla de algunas situaciones duras y aun así a menudo saca una sonrisa al espectador, ¿diría que es una comedia?

Lo de reírse no es una cosa premeditada, porque eso además es complicadísimo. Basta que intentes que el espectador se ría en un determinado momento para que se ría antes o después o no se ría nunca. La película tiene básicamente una estructura dramática, no es una comedia, pero efectivamente se produce una cierta identifiación con los personajes que ayuda a la parte cómica.

¿Cómo?

La posibilidad de traspasar la pantalla es mayor que cuando trabajas con actores, así que los personajes llegan más y eso permite a los espectadores descubrir más la ironía o producir una cierta incomodidad que da risa y lo lleva hacia el lado de la comedia.

¿Su yo director ha sido muy duro con su yo actor?

No, le di mucha libertad al personaje, lo mismo que a los demás. Me he aplicado el mismo método que a los otros. Es que el actor es algo más que un muñequito. El actor también piensa, siente y en definitiva es el último que va a transmitir lo que tú estás contando, así que siempre hay que cuidarlo y darle un poquito de libertad. En este caso les he dado... nos hemos dado muchísima.

Su personaje comenta en cierto momento, que la mudanza es la tercera causa de depresión. ¿Es cierto?, ¿lo ha experimentado alguna vez?

Es cierto, eso lo he leído. Y sí me ha pasado. Las mudanzas me parecen peores que los divorcios, desde el luego. Con el divorcio te separas de una mujer, pero con la mudanza te separas de tu casa. Tienes que coger todo, tirar una parte y cambiar. La mudanza te cambia, es una renovación pero a menudo traumática.

¿Cree que la mejor forma de superar esos traumas es retirarse a un pequeño paraíso como Menorca?

Pero Menorca no es tal paraíso. Menorca es un personaje más en la película y es un personaje engañoso. Puede parecer muy bonito, y lo es, pero también tiene su parte más oscura. El invierno en Menorca no es tan agradable. La gente huye, menos los de verdad, los menorquines, que lo disfrutan y se lo pasan estupendamente.

En la película también habla de relaciones de amor y amistad muy sinceras, ¿cree que de veras existen o tal vez son algo idílico en el siglo XXI?

Cada vez están más corruptas, pero de vez en cuando lo encuentras. Y no todo es tan bonito siempre. Estas relaciones traen también desencuentros porque, a pesar de que uno haga cosas por otro, el otro a veces no lo percibe así. En la vida, siempre, las relaciones humanas tienen mucho de desencuentro, de no entender lo que pasa, de no comprender el punto de vista de la otra persona... Afortunadamente, gracias a eso, hay algunos que podemos trabajar en esto de la cosa dramática, el teatro y el cine. Si todo fuera idílico, sería muy aburrido y no haríamos películas (risas).

¿En los lugares retirados es más fácil encontrar ese tipo de relaciones?

En las islas se producen cosas especiales. Los personajes de las islas tienen algo especial y por eso me atraía. Lo bueno que tiene hacer las películas en ellas es que hay muchas relaciones entre los isleños. Plantas la cámara allí y las cosas que pasan tienen relación unas con otras. Tú plantas la cámara en Madrid y son cien mil historias y cada una diferente.

También muestra un curioso debate sobre el arte y la publicidad, en el que se llega a comparar a las marcas con los mecenas de la Antiguedad, ¿está de acuerdo con eso?

Posiblemente no. El discurso que yo hago como publicitario es un discurso que he oido, no sólo una vez sino varias veces, y que me parece un discurso muy divertido. Sí que hay algo de verdad en todo eso. Es cierto que ha habido algunos anuncios publicitarios que han sido capaces de dejarnos impactados. Es más difícil, evidentemente, porque de entrada sabes que te están vendiendo una moto pero, ¿puede haber arte en la publicidad? Sí, claro que sí.

La contrapartida es la defensa del arte puro, que también tiene un importante papel en la película. ¿Le gusta el arte?

Me interesa mucho. Yo he pintado bastante e incluso he hecho alguna exposición. Ahora la verdad es que pinto poco, porque para pintar necesitas tiempo y espacio y ahora mismo no tengo espacio y afortunadamente tampoco mucho tiempo... pero espero tenerlo. Para mí la pintura ha sido siempre un hobbie, algo para hacer en vacaciones, de relax, algo sanador y en la película lo contamos un poco eso. El arte tiene una capacidad sanadora. Todo arte es una expresión y todo lo que sea contar lo que tú sientes —tus dudas, tus inquietudes...— en forma literaria o musical o pictórica es en buena medida terapéutico.

Otro de los muchos temas es la relación entre los jóvenes, que hace sólo un par de décadas se vería extraña, ¿es reflejo del cambio de los tiempos?

No sé qué decirte. Yo tengo siempre la sensación de que ahora somos mucho más conservadores que hace veinte años. Estoy convencido. La libertad que se vivió concretamente en Madrid en los años 80 no se ha vuelto a repetir. En ese sentido claramente hemos ido hacia atrás. Es verdad que hay más aperturismo de ideas, pero lo que no hay es la locura que se produjo en los ochenta. Ahora todo es mucho más racional y está mucho más asentado.

¿Disfrutó de los 80 en Madrid?

Mucho (risas).

Le hago una broma recurrente de la película: ¿daría un discurso delante de la reina?

Yo no, desde luego que no (risas). Intentaría no dar un discurso delante de nadie, pero delante de la reina menos. No tiene nada que ver con el republicanismo, lo que pasa es que no quiero sufrir como el personaje de la película.

Otro elemento curioso es el uso del metraje de otras tres películas.

Esa idea la tenía yo en otra historia y la recuperé para Menorca. De pronto, en Isla bonita me he permitido hacer cosas que normalmente no te atreves a hacer. Tuve la suerte de que me cedieron las tres películas. He visto en el IMDB que tengo 34 apariciones en películas. Me acordé de eso y seleccioné los fragmentos que me parecían más adecuados para intercalar en la historia.

Esta película llega en un momento muy dulce para el cine español, ¿cómo se explica esta situación dadas las circunstancias?

El cine español es un milagro, porque cuidado que se le ha pisoteado y se le ha machacado. Además, se le ha puesto este IVA tremendo, yo creo que más con una mentalidad de que desapareciéramos que recaudatoria. Curiosamente lo que ha producido casi es el efecto contrario. No quiero decir esto porque será utilizado para decir que es mejor poner el IVA muy alto y es una barbaridad el IVA que tenemos. A pesar de todo, el cine español ha salido adelante pero saldría mucho más si no tuviéramos ese IVA y si no tuviéramos un Ministerio de Cultura que desprecia las películas pequeñas y que prácticamente no tienen subvención.

¿Ha recibido poca ayuda para esta película?

Isla bonita tiene cero subvención, ni antes ni después. Por error está puesto el cartel del Ministerio en los títulos de crédito, pero es que quitarlo ya nos cuesta dinero.

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