La mujeres son 'más peligrosas' que los hombres con una cámara de fotos, según dos exposiciones

  • Los museos parisinos d'Orsay y l'Orangerie se asocian en la macroexposición, simultánea en ambas pinacotecas, '¿Quién tiene miedo a las mujeres fotógrafas?'.
  • Los organizadores sostienen que se trata de la primera antología que presenta al género femenino como líder de la renovación en el campo de la imagen.
  • Con obras de 165 autoras de entre 1839 y 1945, las muestras quieren demostrar que la fotografía se adapta a la sensibilidad femenina mejor que ningún otro arte.
Autorretrato con cámara de Margaret Bourke-White, una de las primeras reporteras en ganarle terreno a los hombres
Autorretrato con cámara de Margaret Bourke-White, una de las primeras reporteras en ganarle terreno a los hombres
Los Angeles County Museum of Art (LACMA), Los Angeles © Digital Image Museum Associates/LACMA/Art Resource NY/Scala, Florence
Autorretrato con cámara de Margaret Bourke-White, una de las primeras reporteras en ganarle terreno a los hombres

Con una cámara en las manos y ejerciendo la visión fotográfica, las mujeres son más peligrosas que los hombres. El sentido del adjetivo no incurre en ningún tipo de discriminación o mofa machista. Al contrario, ser peligroso es ser arriesgado, aventurado y comprometido y esos rasgos se dan en las mujeres fotógrafas con más intensidad que en los hombres del mismo gremio.

La proposición, que juega con jocosa inteligencia con la incorrección política, una de las grandes mordazas de nuestros tiempos hipócritas, emerge de un par de exposiciones simultáneas que se celebran en dos de los grandes museos de París. Para dejar claro que la intención de las muestras no es obsequiosa ni excluyente con ninguno de los géneros, el título del evento es una pregunta de tono capcioso pero suave: Qui a peur des femmes photographes? (¿Quién tiene miedo a las mujeres fotógrafas?).

Desde las pioneras a las artistas

La tentadora cita artística está fraccionada en dos partes según los lapsos temporales de las obras expuestas: el Museo de l'Orangerie acoge la primera parte, Qui a peur des femmes photographes? 1839 à 1919, mientras que el d'Orsay muestra la segunda, Qui a peur des femmes photographes? 1918-1945. Entre ambas, que estarán en cartel hasta el 24 de enero de 2016, se pueden ver fotos de 165 autoras, entre ellas las pioneras que experimentaron con las primeras y rudimentarias cámaras, las que elevaron el género a la categoría de arte y las que se atrevieron a competir de igual a igual con los hombres en el fotoperiodismo y el reportaje documental.

El objetivo principal de la exposición bífida, dicen los organizadores, es sacarse de encima de "la idea todavía muy extendida según la cual la fotografía, una herramienta de reproducción fisicoquímica, es simplemente una cuestión técnica, y por lo tanto, una disciplina de hombres". Sin embargo y pese a lo que digan los manuales históricos —casi siempre escritos no casualmente por hombres—, las mujeres jugaron un "papel más importante en la historia de este medio de expresión" que en las de otras bellas artes, añaden, dando a entender que las fotos se adaptan a la sensibilidad femenina mejor que la pintura o la escultura.

'Extraordinaria contribución'

¿Quién tiene miedo a las mujeres fotógrafas? es la primera antología "de género" organizada en Francia, una de las más completas celebradas nunca en el mundo —con cesiones de archivos nacionales de varios países y la colaboración especial de la Biblioteca del Congreso de los EE UU, la arcadia de fotográfica de los siglos XIX y XX, con quince millones de instantáneas en propiedad— y un intento clarividente y necesario para "revaluar la extraordinaria contribución de las mujeres al desarrollo del medio".

No se trata de una "historia en imágenes de mujeres tomadas por mujeres", ni una "puesta en escena de una visión fotográfica femenina", ambos propósitos suficientemente comprobados y al alcance de cualquiera con ojos para ver y emociones para sentir, sino un intento de "mostrar la relación singular y progresiva entre la mujer y la fotografía" según los momentos históricos y los contextos socioculturales.

Restringidas a lo privado y romántico

En l'Orangerie, donde comienza el recorrido, la exposición presenta las obras de mujeres que cultivaron la fotografía desde la invención del medio, enfrentándose, más allá de toda convención social y en un marco decimonónico en el que el hombre ocupaba un lugar privilegiado y lo femenino estaba ligado al ámbito privado y romántico.

En esta sección hay fotos de Anna Atkins, autora de la primera obra ilustrada con fotografías realizadas por una mujer —una colección de cianotipos de algas británicas publicada en 1843—; Frances Benjamin Johnston, que ejerció el fotoperiodismo en los EE UU cuando solo los hombres eran admitidos en el gremio, y la gran Julia Margaret Cameron, autora de retratos espirituales que tuvieron gran influencia en el arte prerrafaelita inglés.

Críticas a la institución matrimonial

A mediados del siglo XIX, las fotógrafos contribuyeron de modo decisivo a elevar el nivel de la sociabilidad de las mujeres mediante la promoción de su entrada en espacios y redes profesionales donde hasta entonces no eran admitidas de buen grado. Más allá de las obligaciones domésticas y la crianza de los hijos, las fotógrafas retratan escenas de la vida cotidiana, tanto en los salones burgueses como en las miserables casas de los desposeídos, y empiezan a cuestionar los estereotipos de género, con representaciones críticas de la institución matrimonial, la lucha por la emancipación de la mujer y los deseos de reafirmación y ruptura con lo establecido

Las imágenes de mujeres fumando, paseando en bicicleta o vistiendo escandalosos pantalones conducen a la explosión de los movimientos de la Nueva Mujer —brote inicial del futuro feminismo— y el sufragismo, muy documentado en fotografías como las de la reportera inglesa Christina Broom, que revelaba en una carbonera y vendía las copias a mano en la calle a principios del siglo XX. Al mismo tiempo, en los EE UU aparecían como temas de las fotógrafas el erotismo y la sensualidad del cuerpo desnudo, las imágenes de viajes y las bélicas, con las primeras mujeres admitidas para retratar soldados en combate.

Subvertir códigos y transgredir tabúes

La segunda secuencia de la exposición, con sede en el Museo d'Orsay, ilustra la evolución entre las dos guerras mundiales, cuando nace la fotografía moderna como formato de difusión global. Muchas mujeres contribuyeron a la fermentación y desarrollo del medio y comenzaron a tener acceso la "legitimidad" de gestionar y asumir responsabilidades. Ser fotógrafa se convirtió en un trabajo con múltiples dimensiones y aplicaciones y las mujeres lo aprovecharon para "subvertir códigos artísticos y transgredir tabúes sociales" sobre la supuesta inferioridad femenina y las relaciones de dominación entre los sexos.

Entraron así las fotógrafas en temarios que estaban reservados a los hombres: el erotismo, los desnudos, la iconografía de la modernidad... "Armadas con sus cámaras, las mujeres entraron en la arena política, pisaron el campo de batalla y se aventuraron solas en tierras exóticas: su estatus como fotógrafa les permitió entrar en espacios que hasta entonces eran prohibidos para ellas", afirman desde la exposición.

Lee Miller, Dora Maar, Bourke-White, Lange, Krull...

La segunda parte de la exposición, que reúne a grandes maestras históricas y de gran fama, está divida en tres secciones temáticas: el uso subversivo de códigos —con obras de, entre otras, Imogen Cunningham, Madame Yevonde, Aenne Biermann, Lee Miller, Dora Maar y Helen Levitt—; el autorretrato y la puesta en escena de uno mismo —Claude Cahun, Marta Astfalck-Vietz, Marianne Brandt, Gertrud Arndt, Elisabeth Hase, Ilse Bing...—, y la conquista de nuevos mercados de difusión —Germaine Krull, Margaret Bourke-White, Tina Modotti, Barbara Morgan, Gerda Taro, Dorothea Lange, Lola Álvarez Bravo...—.

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