Los ataques continúan en Israel y los disturbios llegan a Gaza

Un palestino cubierto de sangre durante los disturbios en Nahel Oz, al este de Gaza.
Un palestino cubierto de sangre durante los disturbios en Nahel Oz, al este de Gaza.
MOHAMMED SABER/EFE
Un palestino cubierto de sangre durante los disturbios en Nahel Oz, al este de Gaza.

Los ataques y disturbios en Israel y Palestina han llegado este viernes a la franja de Gaza, en una jornada en que siete palestinos murieron y tres israelíes resultaron heridos y en que el movimiento islamista Hamás llamó a una nueva intifada.

Se trata de las primeras revueltas en la franja desde que se inició la ola de violencia, después de que el jefe de Hamás en el territorio, Ismail Haniye, llamase a convertir la tensión en una nueva intifada (levantamiento) popular palestina con el fin de "liberar Jerusalén".

"Confirmo que Gaza apoya la batalla por Jerusalén y por (la mezquita de) Al Aqsa y apoya la bendita intifada a pesar del dolor, el bloqueo y las conspiraciones", dijo el dirigente islamista en un discurso durante el rezo musulmán del viernes en la principal mezquita de Gaza capital.

Y añadió que el enclave costero "está preparado para unirse a una intifada completa".

Tras las oraciones del mediodía, cientos de palestinos se manifestaron en varios puntos cercanos a la valla fronteriza con Israel en el norte, este y sur de la franja, tirando piedras y cócteles molotov, lo que originó violentos choques en los que murieron seis palestinos y alrededor de 80 resultaron heridos por disparos del Ejército israelí, según fuentes médicas palestinas.

También se dieron disturbios en Cisjordania, sobre todo alrededor de Hebrón, en el sur, en Nablus y Qalquilia, en el norte, y en Ramala y Al Bire, al norte de Jerusalén, informó a Efe Abed Manasra, portavoz de la Media Luna Roja en Cisjordania.

Las revueltas causaron cerca de 140 heridos de munición real y balas recauchutadas (80 en Gaza y cerca de 60 en Cisjordania), mientras otro centenar tuvo que ser atendido por intoxicación con gases lacrimógenos, explicó a Efe el portavoz del Ministerio de Sanidad palestino en Ramala, Mohamad Awawda.

En paralelo a los disturbios se registraron tres apuñalamientos de palestinos a israelíes y un ataque de un judío de ultraderecha contra cuatro árabes.

Un menor israelí ataca a cuatro residentes árabes

Este último tuvo lugar en la localidad de Dimona, en el sur de Israel, cuando un menor israelí atacó a cuatro residentes árabes, dos de ellos con ciudadanía israelí y los otros dos palestinos, al considerar que "todos los árabes son terroristas", según reconoció a la Policía cuando confesó su crimen.

El siguiente ataque fue en Jerusalén, cerca de una parada del tranvía, donde un joven palestino agredió con arma blanca a un israelí, hiriéndole de levedad antes de ser detenido.

Poco después un palestino fue abatido en el asentamiento judío de Kiryat Arbá, en la localidad palestina de Hebrón, cuando trató de apuñalar a un policía.

En la ciudad israelí de Afula, en el norte del país, una mujer árabe israelí de Nazaret sacó un cuchillo y trató de apuñalar a un guardia privado de la estación de autobuses, antes de ser neutralizada por disparos de la policía.

Los llamamientos a la violencia por parte de varias de las facciones palestinas hacen temer que no va a amainar próximamente.

La oleada se inició hace nueve días con el asesinato de dos colonos israelíes en el norte de Cisjordania a manos, según Israel, de una célula terrorista de Hamás, que fue seguido dos días más tarde por el asesinato en Jerusalén Este de otros dos israelíes, uno de ellos soldado, que fueron apuñalados.

La tensión se había iniciado hace más de tres semanas, con revueltas en torno a la Explanada de las Mezquitas, en la ciudad vieja de Jerusalén, por las cada vez más comunes y abundantes visitas de judíos nacionalistas que pretenden rezar en el lugar, lo que los palestinos consideran una provocación y un intento de cambiar el statu quo.

Israel ha asegurado que no pretende introducir ningún cambio en la zona, sagrada tanto para musulmanes como para judíos y donde está prohibido el rezo no islámico, y acusa a los palestinos de incitar y de atacar a los visitantes que acuden allí en las pocas horas al día destinadas a ello.

El presidente palestino, Mahmud Abás, aseguró esta semana que Israel debe alejarse de los lugares sagrados palestinos, tanto musulmanes como cristianos.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, por su parte, tomó una medida conciliadora prohibiendo las visitas a la Explanada de miembros de su Gobierno y del Parlamento (Kneset), lo que provocó las protestas de diputados árabes, algunos de los cuales ya han tratado de saltarse la prohibición.

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