La falta de deseo puede considerarse normal cuando está asociada a alguna otra causa o cuando forma parte de algún síndrome. La principal está producida por algunos medicamentos como las pastillas para dormir, los esteroides, algunos fármacos para reducir la tensión y los que se prescriben después de una angina de pecho.

Pero algunos hombres pierden su deseo por razones más complejas, como el abuso de bebidas alcohólicas, que suele presentarse después de un largo tiempo de consumo por eso la mayoría de los hombres no relaciona el alcohol con la falta de deseo.

Los duelos y las depresiones empiezan por una desgana ante todo lo placentero y el sexo también, a veces, todavía no se ha manifestado la tristeza y sin embargo ya está presente la apatía sexual.

Lo malo es que, estos casos se suele intentar tener relaciones sexuales precisamente como remedio a la apatía y el resultado es tan desalentador que empeora lo que se había pretendido remediar.

El estrés

El estrés también produce como síntoma asociado la falta de apetito sexual, en este caso se desean los coqueteos, los juegos previos que ayudan a mejorar el estado de ánimo pero no se quiere llegar más allá o no se produce la erección, con el consiguiente mosqueo de la pareja.

La mayoría de los hombres reaccionan ante esta situación poniendo excusas ajenas al sexo, como enfados, problemas laborales o familiares y se niegan a cualquier contacto físico amoroso. Lo peor es cuando las comeduras de coco hacen aflorar los sentimientos de culpa, el miedo a la pérdida de la pareja y los celos convierten la vida común en un infierno.

El remedio es sencillo, lo primero es reconocer que algo está pasando y consultar con una profesional, después seguir comunicándose, no es necesario hacer coito para tener una buena relación sexual, ni es necesario el orgasmo para sentirse feliz y satisfecho, pero si es absolutamente necesario sentirse querido y aceptado, y para ello son imprescindibles el dialogo y la expresión del amor a través de besos, abrazos, risas y situaciones eróticas. La fuerza del cariño está en el corazón no en el pene.

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