Móvil e Internet, armas de moda para el acoso escolar

Se le conoce como ‘ciberbullying’ y los agresores intentan que sus víctimas acaben como culpables. En Málaga se han registrado nueve casos en 2007.

Ya no es necesario que un chico llegue de clase con arañazos o la ropa rota para decir que está sufriendo acoso escolar o bullying. Los acosadores han refinado sus técnicas y emplean las últimas tecnologías. Internet y el teléfono móvil son los protagonistas del ciberbullying o  e-bullying, como lo conocen los expertos.

En Málaga se han registrado en lo que va de año nueve casos de este tipo, según las llamadas recibidas en el teléfono de la ONG SOS Bullying (620 489 332). Y lo que es aún más relevante, la mitad las hicieron los propios acosados. «Sólo llaman cuando están desesperados, en casos graves», subraya Ferrán Barri, responsable de la ONG.

Así, los insultos se pasan por SMS o Messenger en vez de gritarse en el patio del instituto. Y las agresiones ya no se cuentan, se pasan de móvil a móvil o por Internet. Los acosadores ya afinan tanto que no dejan huella y acaban culpando al acosado. A un menor le robaron su cuenta de Messenger y, bajo su nombre, se dedicaron a insultar a otros alumnos. «Tuvo después problemas con los otros compañeros y afectó mucho a la percepción que el grupo tenía de él», explica Barri, quien apunta que cuando la madre fue a la Policía, al tratarse de menores de 14 años, no investigaron el tema.

De enero a mayo de 2007, la ONG ha recibido 78 llamadas de Málaga, de las que más de 50 denunciaban casos de acoso a escolares. Además, otras 15 eran de profesores que se sentían acosados por sus alumnos.

Las dos caras  de un conflicto

Los padres son los que suelen denunciar estos casos. Para detectarlos hay que fijarse si el niño se encierra en sí mismo, cambia de estado de ánimo, no tiene ganas de participar y si llega con más rasguños de lo habitual. El bullying se ha hecho fuerte entre chicos de 12 a 15 años, y el perfil de los acosadores es común: sus padres tienen conductas agresivas y les educan en la prepotencia; están acostumbrados a avasallar.

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