Antología del finlandés Esko Männikkö, fotógrafo del deterioro

  • 'El tiempo vuela' recopila la obra de un cronista penetrante de la fugacidad de la existencia, el deterioro inevitable y el triunfo final de lo salvaje frente a lo civilizado.
  • Nacido en Finlandia, Männikkö hace fotos de personas solitarias en el crudo ambiente polar y los coloca en marcos de rastrillos para convertirlos en iconos.
  • También retrata animales en primerísimos planos, fotos funerarias carcomidas por los elementos, automóviles abandonados y rincones de viviendas.
Fotografía de Esko Männikkö
Fotografía de Esko Männikkö
© Esko Männikkö - Courtesy Huis Marseille Amsterdam
Fotografía de Esko Männikkö

No sé si el fotógrafo finlandés Esko Männikkö, nacido en 1959 en la ciudad de Pudasjärvi, en una región lacustre, áspera y solitaria, convendría con el filósofo Nietzsche en que es necesario "volver a la muchedumbre, su contacto endurece y pule, la soledad ablanda y pudre". Residente en Oulu, la mayor ciudad del norte finlandés —190.000 habitantes—, con una media anual de 1,7 horas de sol al día y una temperatura que ronda, también en valores medios, entre un máximo de 6 grados y un mínimo de dos bajo cero, si es necesario contrastar al retratista con el filósofo la conclusión es que no opinarían lo mismo.

A Männikkö, uno de los fotógrafos más afamados del país —en 2008 ganó el prestigioso Deutsche Börse Prize para nuevos valores, toda una garantía dada la exigencia del certamen—, le gusta la adusta incomunicación de su territorio y no parece necesitado de otros paisajes para desarrollar su trabajo. En Time Flies (El tiempo vuela), una antología programada por el museo de fotografía Huis Marseille de Ámsterdam entre el 12 de septiembre y el 6 de diciembre, el finlandés vuelve al temario que nunca ha abandonado: la fugacidad de la existencia, el deterioro inevitable de la vida y lo humano y el triunfo final de lo salvaje frente a lo civilizado.

Derrota y cansancio

Moviéndose a casi 600 kilómetros al norte de Helsinki, en un área que le gusta porque mantiene cierta cadencia de arcaica rutina, este narrador del decaimiento y la velocidad lenta pero inexorable de la oxidación, física o del ánimo, hace fotos de una extraordinaria candidez: personas impávidas en sus residencias —con frecuencia casuchas de madera no demasiado bien conservadas—, con apariencia de derrota o al menos de cansancio; rincones habitacionales donde descansan una percha vacía y una cortina semidescolgada sobre una pared con manchas con edad de décadas; automóviles caducos que para nada sirven excepto como refugio temporal...

"Libertad organizada", llama Männikkö  a esos bodegones con presencia humana iluminados por la escasa pero prístina luz de las zonas boreales. Son "trazos y signos de vidas pasados", ha explicado el fotógrafo para justificar la narración aquietada que pone ritmo a sus fotografías documentales: "me interesa la forma en que una y otra vez la naturaleza termina por ocupar su lugar". Muchas de las imágenes están colocadas en marcos antiguos que el fotógrafo ha ido comprando con paciencia en rastrillos o tiendas de segundo mano para convertir las figuras en una suerte de iconos paganos en busca de altar.

Fotos funerarias

Acaso por esa consciencia del triunfo forzoso de lo salvaje, la exposición también incluye piezas de la serie Blues Brothers, enunciado irónico para una colección de fotos de lápidas funerarias y figuras de mausoleos mortuorios carcomidas por el musgo, la humedad, la erosión del tiempo. Son tomas muy parciales de macrofotografía que llevan la iconografía fúnebre a un estadio distinto: a la mirada de un ángel doliente de mármol cuarteado por el frío extremo no le cuadraría mal el adjetivo de humana.

Un tercer cuerpo de trabajo de Männikkö es el de las series Flora & Fauna y Harmony Sisters: primerísimos primeros planos de animales —el ojo esférico de un caballo, la mirada humana de un babuino, el nudo del cuello de un flamenco...—. Aunque hay un primer impacto de contraste, el acercamiento abstracto del fotógrafo, que se acerca a a los animales no para cosificarlos. "Los veo como personalidades, como personajes. Ellos saben el aspecto que desean mostrar antes de que yo haga las fotos", dice.

Luz nórdica

Maestro en la captura de los efectos del paso del tiempo y la poderosa singularidad de personas, animales y cosas, Männikkö  maneja la luz nórdica con un uso "casi mágico" en el que es posible apreciar el rastro de su gran pasión por la pintura. El fotógrafo, completamente autodidacta —jamás recibió una lección técnica—, no está de acuerdo. "A veces hago fotos de pájaros. Todavía soy un cazador", dice con simpleza.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento