NK Guy reúne en una crónica 16 años de fotos del festival efímero en el desierto Burning Man

  • El fotógrafo canadiense documenta desde 1998 la celebración del fuego, la autosuficiencia radical y el arte efímero en el desierto de Nevada (EE UU).
  • El libro 'The Art of Burning Man' muestra, según el autor, un evento 'completamente ajeno al ego, el comercio y el juego ofensivo de la industria cultural convencional'.
  • La edición de este año del festival se celebra del 30 de agosto al 7 de septiembre. La entrada cuesta 390 dólares más 50 por cada vehículo.
'El Pulpo Mecánico', un artilugio fabricado con material reciclado, en el Burning Man de 2014
'El Pulpo Mecánico', un artilugio fabricado con material reciclado, en el Burning Man de 2014
© NK Guy/TASCHEN GmbH
'El Pulpo Mecánico', un artilugio fabricado con material reciclado, en el Burning Man de 2014

Para el fotógrafo y escritor canadiense NK Guy el festival Burning Man (Hombre Ardiente), que se celebra al final de cada verano en una zona desértica de Nevada (EE UU), es "un reino completamente ajeno al ego, el comercio y el juego ofensivo de la industria cultural convencional".

Aunque el hoy masivo ritual —en 2014 asistieron 66.000 personas—, nacido en 1986 como un happening casi privado en una playa de San Francisco, se ha convertido en un gran negocio y un punto caliente del turismo estival, el fotógrafo no tiene duda: se trata de un evento "surrealista y asombroso".

La 'ciudad temporal' de Black Rock

Guy firma Art of Burning Man, un tomo de tapa dura y gran formato [Taschen, 218 páginas y un PVP de 59,99 dólares aún no anunciado en euros], una crónica desde 1998 del festival que se celebra a 160 kilómetros de Reno, capital de los juegos de azar, en una zona que durante la última semana del verano se convierte en la ciudad temporal de Black Rock, en el desierto salino del mismo nombre.

"Durante los últimos 10.000 años, la región ha sido el lecho seco de un lago solitario y azotado por el viento, con la única excepción de una breve semana al final de cada verano, cuando una ciudad efímera surge de la arcilla árida", dicen los editores para presentar el libro, un compendio de la historia y eventos más llamativos y cinéticos de Burning Man, un festival en el que cada asistente, según decían los organizadores en el pasado como reclamo comercial, "asume voluntariamente el riesgo de sufrir heridas graves o incluso morir".

'Aventura espiritual'

En un terreno abrasado por el sol y envuelto en una nube de polvo, añade el fotógrafo, el festival adquiere "distintos significados en función del público: comunidad efímera, aventura espiritual, escenario de espectáculos, rave en pleno desierto o experimento social".

En el ritual se montan "algunas de las mejores muestras de instalaciones al aire libre", todas concebidas específicamente para el acontecimiento —existen por el mero hecho de que alguien ha querido expresar algo con ellas—, desde un pulpo mecánico que escupe fuego hasta un colosal templo de madera de quince metros de altura y el hombre ardiente, una escultura esquelética a la que se prende fuego cuando la fiesta se acaba.

'Puro, desinhibido, expresivo'

El resultado de la crónica fotográfica es "el testimonio de un reino completamente ajeno al ego, el comercio y el juego ofensivo de la industria cultural convencional", finaliza la casa editora del libro, convencida de que Burning Man "es uno de los puntos neurálgicos más puros, desinhibidos y expresivos de nuestro tiempo".

La edición de 2015, que se celebrará entre el 30 de agosto y el 7 de septiembre, está convocada bajo el lema artístico Carnival of Mirrors (Carnaval de Espejos).  "Será una especie de espectáculo de magia con la forma de un carnaval a la antigua", dicen desde el festival.

Plantean tres preguntas como punto de partida para los proyectos artísticos efímeros —todos son destruidos por el fuego— que deseen participar: "en nuestro mundo mediáticamente saturado, donde productos y personas son parte de la misma metamorfosis y el mismo espectáculo, ¿quién es el embaucador?, ¿quién está siendo engañado?, ¿cómo podemos descubrir lo que realmente somos?".

La cuota de inscripción, 800 dólares

Las entradas para el festival, que suelen agotarse con rapidez, cuestan este año 390 dólares por persona además de una tarifa de 50 por cada vehículo. Los artistas o performers dispuestos a presentar proyectos debían pagar una cuota de 800.

La propiedad del evento —criticado por la gestión de basuras y el uso contaminante de combustibles—  es de una organización aparentemente sin ánimo de lucro manejada por Larry Harvey, cofundador de Burning Man, que ha sido denunciado por el activista radical John Law —el primero en llevar al desierto el festival— por imponer un estilo mercantil ajeno al ideario procomún inicial.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento