El 'contable de Auschwitz' espera sentencia por complicidad en 300.000 muertes

  • La defensa ha pedido la libre absolución de Oskar Gröning, exmiembro de las SS hitlerianas, frente a los 3 años y medio de cárcel que reclama la fiscalía.
  • El procesado escuchará previsiblemente su sentencia este miércoles, al término de un proceso que arrancó el 21 de abril.
El acusado Oskar Gröning, en una sesión del juicio en el que se le acusa de complicidad en más de 300.000 casos de asesinato en Lüneburg, Alemania.
El acusado Oskar Gröning, en una sesión del juicio en el que se le acusa de complicidad en más de 300.000 casos de asesinato en Lüneburg, Alemania.
EFE
El acusado Oskar Gröning, en una sesión del juicio en el que se le acusa de complicidad en más de 300.000 casos de asesinato en Lüneburg, Alemania.

El juicio contra el llamado 'contable de Auschwitz', el exmiembro de las SS hitlerianas Oskar Gröning, quedó este martes visto para sentencia en la Audiencia de Lüneburg (norte de Alemania), después de que la defensa pidiera la libre absolución del procesado, frente a los tres años y medio de cárcel que reclama la fiscalía.

La acusación particular, representante de 14 supervivientes o familiares de víctimas, calificó de demasiado benigna la petición de la fiscalía, aunque no formuló alternativas, por considerar que toda condena será, en todo caso, simbólica.

Gröning, de 94 años y acusado de complicidad en la muerte de 300.000 presos judíos de Auschwitz, escuchará previsiblemente su sentencia el miércoles, al término de un proceso que arrancó el 21 de abril con una larga confesión del procesado.

En la vista de este martes, el encausado mostró su arrepentimiento, admitió haber sido consciente de los crímenes que se cometían en Auschwitz y lamentó no haber actuado "en consecuencia" mucho antes.

El antiguo miembro de las SS ya había reconocido en la apertura del juicio su complicidad moral en la muerte de los confinados en ese campo de exterminio nazi, donde sirvió entre 1942 y 1944.

Su cometido era incautarse del dinero, el equipaje y las demás pertenencias de quienes llegaban como deportados a Auschwitz, con lo que contribuyó a la financiación del Tercer Reich.

El juicio estuvo marcado por varias interrupciones por enfermedad del acusado y también por la confrontación entre éste y algunos representantes de la acusación particular, familiares de las víctimas o supervivientes del campo.

Gröning pidió perdón a los colectivos de víctimas, a lo que siguió el gesto de una de estas testigos, Eva Kor, de 81 años, quien tendió la mano al procesado. En las vistas posteriores, el procesado negó, sin embargo, haber tenido una participación directa en la selección de los deportados, entre quienes eran destinados a ser trabajadores forzosos y los que morían de inmediato en la cámara de gas por considerarse demasiado débiles o no aptos para el trabajo.

A juicio de la fiscalía, el procesado estuvo al menos en tres ocasiones en la llamada "rampa de la muerte". Los cargos que se le imputan se centran en la llamada 'Operación Hungría', durante la que llegaron a Auschwitz unos 425.000 deportados, de los cuales aproximadamente 300.000 fueron asesinados.

El procesado ingresó en las Waffen SS hitlerianas en 1941 y un año después empezó a servir en ese campo de exterminio, donde se encargó de incautar las pertenencias de quienes llegaban y de hacer llegar su dinero y demás objetos de valor a Berlín.

El proceso de Gröning, 70 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, se considera un exponente de justicia tardía contra crímenes de guerra. Su precedente más directo fue la condena a cinco años de cárcel dictada en 2011 contra el ucraniano John Demjanjuk, quien fue guarda voluntario en el campo de Sobibor.

El proceso contra Demjanjuk fue mucho más largo que el de Gröning y, a diferencia de éste, el acusado no se pronunció nunca acerca de los cargos que se le imputaban, sino que asistió a las vistas siempre en silencio, en camilla o silla de ruedas.

También ese proceso quedó obstaculizado por varias interrupciones por razones de salud del imputado, quien murió unos meses después de escuchar su sentencia en una residencia de ancianos. Con su condena se creó, sin embargo, jurisprudencia para juzgar por crímenes de guerra no solo a quienes intervinieron directamente en éstos, sino también a los considerados cómplices de la maquinaria de la muerte nazi.

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