Quince años de telerrealidad

En tres lustros ha cambiado la forma de ver la televisión.
En tres lustros ha cambiado la forma de ver la televisión.
GTRES
En tres lustros ha cambiado la forma de ver la televisión.

El 23 de abril de 2000 marcaría la historia de la televisión en España. Diez personas anónimas se recluían, de forma voluntaria, en una casa para ser grabadas 24 horas. Participaban en un "experimento sociológico" en forma de concurso televisivo llamado Gran Hermano conducido por la periodista Mercedes Milá.

Comenzaba la telerrealidad, la era de los realities shows, que ayudados, más tarde, por las redes sociales, aumentarían como nunca antes la participación del telespectador. "En estos años el público ha pasado de ser sujeto pasivo a ser activo. Ahora se siente con más poder, aunque todavía las cadenas no le hacen demasiado caso porque aún creen que las redes sociales son una herramienta para conseguir trending topic, hacer marca y poco más", explica Borja Terán, periodista especializado en televisión.

Sin embargo, "las redes son parte importante en la forma de hacer tele y gracias a ellas el propio espectador acaba poniendo la guinda final al programa al montar sus propios vídeos o hacer comentarios divertidos que retroalimentan el espacio". Concepción Cascajosa profesora titular de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid está de acuerdo con este espejismo y para ella los mecanismos de participación siguen estando muy confinados a los laterales.

"Si el público expulsa a un concursante popular de un programa de telerrealidad, la productora puede rescatarlo; y en un debate, los tuits solo aparecen sobreimpresionados en letra pequeña, y tras un proceso de revisión", afirma.

Sin embargo, reconoce al espectador como activo y valora los mecanismos paralelos para discutir y cuestionar la televisión, como "algunas campañas en redes sociales contra cadenas por decisiones discutibles, como el despido de Jesús Cintora". La televisión sigue siendo, ante todo, un medio social.

La crisis afecta a la forma en que vemos televisión

Si hace 15 años la veíamos en familia ahora la vemos con "otras familias", las de las redes sociales, y "si no puedes comentar un programa o serie con alguien con quien estás sentado, lo vas a hacer en Facebook o en Twitter", explica Cascajosa, para aludir después a la famosa frase de El gatopardo, "todo cambia para que todo quede igual". Eso sí, todo bajo el apellido ‘multipantalla’ porque ya no podemos hablar de televisión en referencia al aparato existente en el 2000.

Hoy ha dado un salto aún mayor y programas como el de Ellen Degeneres o Jimmy Fallon, en EE UU, están creando contenidos exclusivos para redes sociales o YouTube que no se emiten por la televisión tradicional. Eso ha implicado también un cambio en la forma de medir las audiencias. Si hace 15 años era en base a la cuota de pantalla y al volumen de espectadores, ahora en otros países se están empezando a incorporar las "audiencias más 1", que miden la acumulada de los tres días siguientes a la emisión.

La crisis también ha afectado a la forma en que consumimos televisión y muchos cambios en la programación vienen provocados por ella. Es la responsable, entre otras cosas, de que se saque un mayor rendimiento de cada programa y su vez ha influido en los horarios. "Antes una serie acababa a las 12 menos cuarto como muy tarde, y empezaba el late night. Sin embargo, eso desapareció porque había que amortizar el producto con menos dinero mucho más tiempo", explica Borja Terán.

La crisis ha hecho además que se haya invertido menos en escenografía y en decorados. Nadie podía prever que 15 años más tarde de la primera emisión de Gran Hermano, este formato continuase en emisión. Su éxito ha creado una estela que ya en 2000 seguirían El Bus y Supervivientes y luego un sinfín de títulos como Hotel Glam, Acorralados, Campamento de Verano, La isla de los famosos o Gandía Shore.

"Nunca imaginas que el éxito de un programa vaya a ser tanto", afirma Jaime Guerra de Zeppelin, hoy director de la productora y uno de los responsables del formato. "Era un género nuevo que no se había hecho nunca, solo en Holanda, y desconocíamos muchas cosas que eran inherentes a él. Desde luego, nunca sabes cómo va a reaccionar el público".

La telerrealidad: un formato barato y rentable

Con ‘la vida en directo’ llegaron los primeros contenidos que potenciaron la participación activa del espectador, gracias a los SMS, dando a la audiencia la posibilidad de tomar parte en el transcurso del capítulo. "Que la gente pudiera participar desde casa fue algo muy novedoso en su momento. Ahora, con las redes sociales, sobre todo en un programa como Gran Hermano, la opinión del público tiene una gran repercusión que genera miles de comentarios durante la retransmisión de la gala, que pueden llegar a más de 400.000", explica el impulsor del formato.

Sí, pero, ¿por qué tanto éxito? Como en casi todo, hay una justificación económica detrás. "La telerrealidad es más barata de producir que grandes concursos o grandes pruebas de sorpresas o espectáculos musicales, que siguen existiendo, pero son más minoritarios", afirma Borja Terán. "Al final, solo encierras a la gente en una casa, que tampoco tiene grandes decorados, y las caras, como son anónimas, tampoco generan demasiados gastos. Luego, además, les exprimes al máximo y eso te retroalimenta toda la parrilla del canal".

Sin duda, para analista eso cambió el concepto general de la televisión porque el formato reúne otro muchos a la vez: el culebrón, la serie, el talk show, el televoto y la participación del público. Para Guerra la identificación del telespectador con el concursante ha sido uno de los factores del éxito. "La gente que entra en la casa es gente normal que tiene una vida parecida a la de uno o a la de otro, que puede ser nuestro vecino de enfrente o nuestro amigo de toda la vida".

Por otro lado, es también interesante la capacidad del programa para crear tendencias durante todos estos años, ya que algunos concursantes han creado un estilo en la forma de vestir o de hablar.

Hasta las canciones que suenan en el programa se convierten a veces en temas de éxito. Muchos otros formatos se han ido sucediendo también en los últimos 15 años. Los talent show conquistaron la pequeña pantalla en los primeros años del siglo abanderados por el fenómeno Operación Triunfo y continúan, sin tanto éxito, reconvertidos.

Gran Hermano

"La importancia de los aspectos emocionales es esencial. En OT al principio apenas había aspectos relacionados con la vida personal de los participantes y sus interacciones, sin embargo, hoy en estos formatos son tan importantes como las actuaciones musicales", explica Concepción Cascajosa.

Terán, por su parte, cree que la fórmula se ha desgastado porque todos han hecho lo mismo: cantar con un jurado, y que por eso han surgido programas como La Voz, de la Factoría de Gran Hermano, que reinventa el fenómeno de talent show creando sillas giratorias y sin que puedas ver al cantante. Si en 2000 el promedio de consumo diario de televisión era 210 minutos –tres horas y media– poco ha variado respecto a 2014, con 208 minutos según datos de la CNMC.

Sin embargo, se ha hecho necesario contabilizar de alguna manera el tiempo que pasamos consumiendo series y programas en otros dispositivos. El último informe sobre el Panorama Audiovisual Iberoamericano de 2014 que publica EGEDA revela que la media de consumo en estos dispositivos móviles en España es de 21,3 horas semanales –más de tres horas al día–, una media de tres capítulos de una serie de 50 minutos y 30 minutos de varios vídeos en YouTube.

De la misma forma, según el informe La Sociedad de la Información en España 2014, el consumo de vídeo es uno de los grandes catalizadores del acceso a internet y se ha consolidado la tendencia de la demanda de servicios de vídeo multidispositivo acorde con la mayor libertad demandada del usuario.

El vídeo bajo demanda

Entre los más jóvenes (de 14 a 19 años), el medio más utilizado para acceder a contenido multimedia es ya el vídeo bajo demanda gratis con una utilización superior al 90%, mientras que solo el 73% usa la televisión en abierto y una cuarta parte accede a la televisión en diferido. Según el citado informe, uno de los aspectos más valorados por los usuarios es la posibilidad de elegir el momento que se accede a los contenidos.

Tanto para los usuarios de pago como en abierto, la modalidad preferida para acceder en diferido es la función de descargas/streaming de internet, con una cuota del 73% y 75%, respectivamente. Las películas y las series son los contenidos más comunes.

El informe sobre el Panorama Audiovisual de 2014 de EGEDA revela en su apartado a televisión de pago unas tendencias muy similares. Es la era de la televisión a la carta o la televisión personalizada en la que las de pago luchan por meter la cabeza.

Walking Dead

En los últimos tiempos ha conseguido así un repunte muy interesante debido a los paquetes tecnológicos (línea telefónica, móvil, internet y televisión) que ofrecen las diferentes compañías y según la CNMC, a finales de 2014 había en España 4,76 millones de clientes de TV de pago, lo que representa un 23,32% más que en 2013 y se traduce en un incremento de 400.000 hogares abonados.

Sin embargo, la televisión pagada en España está lejos de alcanzar las cuotas de otros países. "El problema es que hasta ahora ha sido muy cara si la comparamos con el resto de países de occidente o con Portugal, sin ir más lejos", explica Terán. "La TDT llegó intentado imitar la televisión por cable americana. Quiso reproducir una fórmula que funcionó en otro momento y en otro contexto, pero el futuro de la televisión, es la televisión conectada", señala.

Para él resulta muy curioso cómo hace 15 años se dibujaba una explosión de canales por la Televisión Digital Terrestre y en este tiempo "hemos vuelto a los tres canales de siempre, porque aunque hay muchos más, la mayor parte están centralizados en los grandes grupos de comunicación".

En realidad todo consiste, como dice Cascajosa, en adaptar el contenido a nuestra situación personal y esa es precisamente la baza, esencial, que hoy juega la televisión a la carta.

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