No cabe duda de que uno de los aspectos que más ha cambiado en estos años es el laboral. Principalmente por el duro golpe de la crisis, con retrocesos salariales y bajada del índice de ocupación; pero también por la fructífera implicación que ha tenido en este ámbito el desarrollo tecnológico, el avance en telecomunicaciones y el crecimiento de la era digital.

El progreso de las telecomunicaciones ha supuesto una nueva forma de plantear el modo de trabajar, haciendo extensiva la actividad laboral a ámbitos externos al propio lugar físico de trabajo.

El correo electrónico en el smartphone, las tabletas o los buzones de almacenamiento colectivo han dado inmediatez a cualquier tarea profesional, han estrechado distancias y descentralizado servicios, han favorecido la extensión gradual del teletrabajo.

Pero también han atado al trabajador, lo han unido a la costumbre de consultar asuntos de trabajo fuera de su horario laboral y ha asentado, poco a poco, términos como el de workaholic o adicto al trabajo que, si bien nació en el siglo XX, ahora ha penetrado con más fuerza en la sociedad.

Santiago Soler, secretario general de Adecco, ha situado para 20minutos el cambio en el ámbito laboral en los últimos 15 años, fundamentalmente en "los procesos productivos, en la organización de las empresas, en las formas de relacionarnos, el impacto de las nuevas tecnologías, el acceso a la información, la globalización… Todo ello conlleva también un mercado de trabajo diferente: más flexible, más colaborativo, más por gestión de proyectos, más pegado a la realidad de la empresa".

Las nuevas tecnologías han marcado el pulso, también, del modo de buscar trabajo. Según el estudio Información sobre mercado de trabajo. Resumen anual de datos del Observatorio Ocupacional, hecho en 2000, el principal método de búsqueda de nuevos empleados por parte de las empresas era a través de conocidos (un 45% de ellas lo hacían).

El 38% hacían uso de la oficina pública de empleo, así como de las bolsas de empleo de la propia empresa (el 36%) o de anuncios publicados en prensa (31%), entre las opciones mayoritarias. Hoy son las candidaturas espontáneas (52%), junto con los portales de empleo (45%), las oficinas del servicio público de empleo (45%) o las webs corporativas (40,5%), los medios habituales de búsqueda de talento de las compañías. Pero ha surgido un nuevo método de búsqueda de empleados: las redes sociales, utilizadas por un 28% de las empresas.

Esta nueva herramienta de ocio con funcionalidad laboral aplicada no es útil solamente para encontrar trabajadores. Hoy los equipos de reclutamiento de talento de los departamentos de recursos humanos pueden valerse también de la "identidad digital" que cada persona crea con su actividad en la red. Una marca personal suficientemente cuidada es hoy un requisito tan importante como pudo serlo en otra época –y puede ser aún– una carta de recomendación de un antiguo empleador o formador.

La tendencia emprendedora se ha convertido en los últimos años, y especialmente desde el inicio de la crisis, en práctica de mayor porte y reconocimiento social. No se trata de una circunstancia nueva, pero sí ha adquirido en los últimos años cierto estatus que hasta entonces no tenía. La promoción del autoempleo se ha configurado recientemente como tabla de salvación para una sociedad con un desempleo insostenible, y tal vez para una generación, la más joven, con oscuras perspectivas laborales.

La Ley de Apoyo al Emprendedor, las medidas de fomento del autoempleo o la creación de viveros de empresas han impulsado la renovación de la población de trabajadores autónomos, que se redujo en algo más de un 12% desde el comienzo de la crisis hasta 2013 y en la actualidad se mantiene en ascenso –si bien se debe, en buena parte, a las nuevas formas de contratación de muchas empresas–.

"El autoempleo debería ser una manera real de fomentar el empleo, y debería inculcarse ese espíritu lo antes posible en el sistema educativo. No confiar en que terceros resuelvan tu futuro, sino aprender a gestionarlo de manera independiente. De ahí saldrá una idea, un negocio, una empresa y eso llevará a crear otro puesto de trabajo", cuenta Santiago Soler.

Por su parte, la preocupación global por el ámbito medioambiental, así como el incremento de la demanda popular de una calidad de vida ambiental sostenible, llevó al Gobierno a poner en marcha, conforme a las directrices de la UE para las políticas de empleo de los Estados miembros para 2000, un plan de medidas relacionadas con el tratamiento de aguas, la agricultura, el fomento del reciclaje de residuos urbanos, la contaminación atmosférica o la conservación de fauna y flora, entre otras muchas. Ello supuso el despegue del hoy conocido como empleo verde, un sector que, si bien existe desde hace décadas, ha tomado en los últimos años los tintes de urgencia que la situación merecía.

Así, en 2008, el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en colaboración con otras grandes organizaciones laborales, publica el que sería el primer informe global sobre empleo verde, un sector que se ha beneficiado de subvenciones, amplios programas de formación, políticas de fomento del emprendimiento y creación de premios.

Según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en 1998 había en España algo más de 219.000 personas ocupadas en sectores de actividad del empleo verde.

En 2009 superaban el medio millón, con Cataluña, Andalucía, Madrid y Valencia a la cabeza, concentrando el 57% de la actividad estatal. Para 2020, la previsión espera que la cifra sobrepase el millón de empleados en el sector en nuestro país. Una tendencia en auge que marcará, como viene haciéndolo el ámbito de las telecomunicaciones, un antes y un después.