Andrés Piqueras: "Donde EE UU interviene, siembra el caos"

Andrés Pirqueras, profesor Titular de Antropología Social y Sociología Social de la Universitat Jaume I de Castellón.
Andrés Pirqueras, profesor Titular de Antropología Social y Sociología Social de la Universitat Jaume I de Castellón.
EVA MÁÑEZ
Andrés Pirqueras, profesor Titular de Antropología Social y Sociología Social de la Universitat Jaume I de Castellón.

Los atentados del 11-S abrieron el siglo XXI a los grandes e insospechados cambios geoestratégicos que se están produciendo desde entonces. Son movimientos de una nueva "guerra fría" que amenazan la estabilidad mundial.

¿Qué ha pasado en el mundo entre 2000 y 20015?

Pues que la economía capitalista ha estallado por los aires, haciendo evidente la dinámica ficticia que había emprendido en las últimas décadas. El centro de gravedad mundial ha pasado de los países anglosajones (Gran Bretaña y EE UU, que han liderado el sistema desde 1700) a un mundo más ‘descentrado’, que tiene como principal referente a China. Esto conlleva una recomposición geoestratégica, donde será clave Eurasia, su enorme población, recursos y energía. Se hace inobviable la crisis energética. La financiera solo es muestra de ella y del desesperado derrotero económico emprendido con el neoliberalismo. Se da un frenazo a la inversión y a la renovación tecnológica. Estamos ante una de las menores tasas de innovación tecnológica de todo el capitalismo histórico, con el objeto de paliar la crisis de sobreacumulación. Asistimos al principio del fin del crecimiento. Empieza a evidenciarse la fase degenerativa del capitalismo. Entramos en una era de decrecimiento.

¿En qué momento nos encontramos hoy?

Yo diría que estamos, de momento, en una crisis de larga duración del capitalismo que es, a buen seguro, la antesala de una crisis civilizatoria, que suele ser, a su vez , síntoma inequívoco de un colapso. El capitalismo se enfrenta ahora a dos desfases: entre la inversión tecnológica que realiza y la plusvalía que es capaz de extraer; y entre lo que es capaz de producir y lo que puede vender. Estos procesos conllevan crisis de valorización. Otro tipo de crisis estructural provoca lo que se conoce como crisis de regulación. Cuando las crisis de regulación coinciden con las crisis de valorización hay grandes conmociones que pueden poner en peligro la continuidad del sistema. Son las grandes crisis o crisis de larga duración

¿Qué salidas hay?

Cuando un sistema llega a una situación de rendimientos decrecientes o estancamiento, tiene tres posibilidades: el salto hacia adelante, para emprender un nuevo modelo de crecimiento; la crisis, que ‘limpia’ al menos una parte de lo disfuncional y permite seguir sin cambios estructurales; o el colapso, cuando todo su orden civilizatorio se desmorona y surge una estructura distinta a la previa.

¿Cómo evolucionaría el capitalismo?

A falta de una intervención política transformadora, podría estirar su declinar hasta el siglo xxii mediante formas despóticas para la mayor parte de la humanidad y modelos de crecimiento poco democráticos y poco distributivos para sus zonas centrales.

¿Seguiría EE UU siendo hegemónico en ese futuro?

EE UU está inmerso en una ofensiva desesperada para mantener artificialmente el dólar como moneda refugio y de intercambio internacional. Para ello, crea inseguridad en torno a los recursos energéticos, y especialmente, al petróleo. Unido a esto, EE UU trata por todos los medios (y digo todos) de desbaratar la potencialidad de Eurasia.

¿Qué efectos sociales han producido estas políticas?

Donde EE UU y sus aliados han intervenido en estos últimos decenios han sembrado destrucción y caos. En Asia Central y Occidental, en gran parte de África y en Europa, han descuartizado los Estados no dóciles, de manera que no quede nada parecido a una institucionalidad central que pueda controlar el territorio, la población y los recursos. El resultado son tierras arrasadas en manos de señores de la guerra, sin Estado, barbarizadas, en la mayoría de las cuales el fascismo asiático (en cuanto que expresión del fascismo transnacional) cobra más y más auge. Siria, por ejemplo, es hoy un lugar clave donde se juega el destino contra las fuerzas de destrucción de ese fascismo, que busca la aniquilación del Estado sirio. Otro lugar vital en la lucha contra el fascismo transnacional es Ucrania, donde hubo un golpe de Estado, con grupos financiados por EE UU y con el apoyo de las organizaciones nazis locales. En Europa nos costó una guerra devastadora y 60 millones de muertos librarnos del nazismo. Hoy, EE UU nos lo ha traído otra vez en unas pocas semanas.

¿Con qué objetivos?

EE UU trata de separar Europa de Rusia, ‘aislándola’ del mundo asiático en auge y anclándola a los países anglosajones en decadencia. Una coordinación con Rusia proporcionaría con creces a Europa la energía que necesita, los mercados asiáticos y seguridad militar, pues no se necesitarían hacer los enormes gastos en armas que propone EE UU. La clase capitalista alemana sabe esto muy bien. Por el contrario, hacer seguidismo de EE UU o dejarse dar el ‘abrazo del oso’ con el TTIP, es sumamente peligroso para Europa. Por ese camino, el actual flirteo que en Europa se está dando con la extrema derecha puede convertirse en una opción real para la gobernanza europea. De momento, el auge de la extrema derecha sirve como amenaza a la población ante las previsibles movilizaciones de protesta que se producirán.

Sin embargo, no es así como lo muestra la prensa.

Sí, es cierto. Los medios de difusión de masas insisten en crearnos la imagen de una Rusia malvada. La creciente absorción de los medios de comunicación por grandes empresas de la producción ha dado lugar a enormes conglomerados mediáticos en manos de muy pocos. Esto ha reducido la pluralidad informativa y las posibilidades de que los media ejerzan su papel de ‘cuarto poder’. Democratizar los media sería una de las principales tareas de cualquier transformación social en el mundo occidental. Hacen falta más medios públicos, bajo el control de la ciudadanía.

¿Han cambiado en estos 15 años los ‘miedos sociales’?

En los países de capitalismo avanzado hay cada vez más miedo a perder lo que se había conseguido a través de incontables luchas, eso que se llamó ‘seguridad social’, que proporcionaba tranquilidad colectiva en los aspectos básicos de vida. Durante la segunda mitad del siglo XX muchos europeos creyeron que capitalismo era equivalente a crecimiento, a progreso y a democracia. Hay mucho miedo a descubrir que era solo un espejismo o una apariencia transitoria.

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