Pobreza... Relativa o severa. Infantil. Energética. Familiar. Sanitaria. Educacional. Múltiples títulos para el mismo mal: gente sin nada o poco, a fin de cuentas. Paganos de la desigualdad creciente. Daños colaterales de la acumulación del capital. Personas en riesgo de exclusión social, al borde de un agujero que hemos cavado a lo largo de 15 años, especialmente desde la crisis.

España es un lugar de múltiples pobrezas. Suena duro, pero las cifras son un escándalo a juicio de aquellas organizaciones que la combaten. Lo dice Cáritas. Pero también la OCDE, el Observatorio Social de España, la UE.

Tenemos niveles propios de la periferia europea; competimos con Rumanía en pobreza infantil. Indicadores que avergonzarían a cualquier economía rica. Lo lógico es pensar que la crisis es la culpable. Que cuando fuimos el milagro español, la trinidad económica (construcción, turismo, UE) había eliminado esta pobreza. Y que cuando cayeron los chuzos del paro el problema fue que faltaron paraguas para todos.

Pero lo cierto es que en estos 15 años apenas hemos podido atajarla, ha sido una pobreza enquistada. Incluso en los momentos de mayor crecimiento, de 2000 a 2007, "no conseguimos bajar ni un solo punto el índice pobreza", explica Carlos Susías, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN). El problema ya estaba al principio. Sí, regresen a 2000, camino del euro. La economía española nunca supo transmitirse hacia abajo. Algunos autores hablan de élites extractivas.

El capital no estuvo interesado en los miserables, más bien en la acumulación enfocada al crecimiento, vistos los datos de esta década de expansión y retracción. Los desposeídos siguieron allí, esperando a que llegara una crisis que les dijera, mal de muchos, consuelo de pobres. Esta semana no volverás a comer carne.

Los últimos datos de la OCDE y el INE vienen a ser la última epifanía (desde 2007 el riesgo de pobreza ha alcanzado al 20% de la población y el 10% acumula el 43% de la riqueza, mientras que el 45% no puede irse de vacaciones o afrontar gastos imprevistos). Hemos fracasado como especie, país y como animales políticos. España es, por tanto, el segundo país más desigual de Europa, competimos con Letonia, según Intermón Oxfam. La crisis lo único que ha hecho es expandirla, hacerla más visible, intensificarla.

"Lo que ha provocado es un empobrecimiento general, las clases medias y bajas han sido las paganas, hemos conseguido salvar al sector financiero y automovilístico, por lo que se trata de una cuestión de querer, no de poder. No es de recibo que no tengamos una renta mínima nacional, que además proporcionaría una inyección a la economía", explica Susías. Estos 15 años hemos visto crecer las protestas, que se triplicaron desde 2001.

El paro se disparó, llegando a la cifra no asumible de más del 20%. Hemos asistido a movimientos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de la que una de sus portavoces, Ada Colau, ha acabado convertida en alcaldesa de Barcelona.

Han luchado contra una ley inhumana, condenada por Europa, que obliga a las familias a abandonar sus casas dejándoles una deuda de por vida, con intereses de demora crecientes, lo que se denomina muerte civil. Empezamos así, comprando casas y elevando una burbuja hasta los límites del sol. El endeudamiento de las familias, y otros factores, como el paro y la precarización, crearon la tormenta perfecta gestada en 15 años.

"Es cierto que la pobreza siempre ha sido muy elevada en España, y ello como resultado de las grandes desigualdades que existen en el país, pero estas desigualdades y la pobreza se han acentuado durante los años de la crisis. Las causas de esta situación son múltiples. Una de ellas es el poco financiado estado del bienestar", explica el sociólogo y politólogo Vincenç Navarro, director del Observatorio Social de España.

Otra de las razones es que por primera vez tener un trabajo ya no es un pasaporte para salir de la pobreza. Las políticas fiscales, dicen los expertos, han favorecido además a las clases pudientes en perjuicio de las hormigas de abajo, que se han empobrecido a golpe de IVA, IRPF y desproporcionadas cuotas de autónomos.

"Los ricos y los superricos no pagan lo que pagan en los países de nuestro entorno", apunta Navarro. Cáritas ha tenido que dar un giro hacia el pasado incrementando sus servicios para mantener a personas que diez años antes podían considerarse clase media. Los bancos de alimentos se han visto desbordados.

La organización católica califica el panorama de preocupante. Las mujeres y los niños se están llevando la peor parte. Las personas sin hogar se han disparado, un 17% en dos años, y se calcula que hay 30.000 personas sin techo. El 50% de los jóvenes no encuentran trabajo, y estamos sacrificando una generación. Quince años de fracaso colectivo que venían de antes.

"España heredó un enorme retraso social de la dictadura. Mucho se ha conseguido durante el periodo democrático, pero el hecho es que España continúa entre los países con mayor retraso social de la Unión Europea de los 15", apunta Navarro. No nos hemos quitado del todo al dictador y los santos inocentes. Solo modernizamos las pobrezas con nuevos factores y apellidos. Si no pueden pagar la luz antes que la hipoteca, la llamamos "energética"; si no pueden comer en casa, decimos "vale comedor".

Neologismos para un mal viejo. Síntomas de nuestra debilidad democrática. "En España quien sostiene la cohesión social y el estado del bienestar son la clase media y la baja, cuanto más alta es la clase menos aporta al sistema proporcionalmente. Tenemos un sistema de acumulación de capital que es vergonzoso y peligroso para la cohesión social", concluye Susías.