Bienvenido a la política del ‘hazlo tú mismo’: el nuevo modelo contra el bipartidismo

  • Los españoles que salieron a la calle el 15-M de 2011 para manifestar la indignación contra las ofensas sociales de los dirigentes, alcahuetes del poder financiero.
  • Es una primicia la aparición de políticos amateur que saltan a la arena pública por un impulso linfático, de meditada rabia.
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Los indignados del 15-M abarrotan la Puerta del Sol de Madrid.
Los indignados del 15-M abarrotan la Puerta del Sol de Madrid.
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Los indignados del 15-M abarrotan la Puerta del Sol de Madrid.

Antes de ser el primer dictador comunista de la historia, Lenin escribía sagaces aforismos políticos. Muchos se referían a un gran propósito, la toma del Palacio de Invierno, que sigue siendo el común afán metafórico de todos los políticos del mundo sin que importe el credo.

"Salvo el poder, todo es ilusión", aseguraba el gran padre soviet. Lo que ha sucedido en la España reventada por la corrupción, el despilfarro y la voracidad de la clase política contra lo público es una confirmación de la perspicacia leninista.

Para el animal político, solo el poder importa. Con la confianza en la democracia en caída libre –de cero a diez la satisfacción de los españoles con el sistema ha bajado del aprobado alto (5,91) al suspenso (3,98) desde 2008, según la Encuesta Social Europea–, el resultado electoral del 24-M, con el PP y el PSOE sumando poco más de la mitad de los votos cuando históricamente rondaban el 80%, anuncia un modelo multicolor para sustituir la esclerosis bipartidista, y parece una consecuencia directa del cansancio de los últimos 15 años.

"2000 es el triunfo máximo del España va bien, mientras que 2015 es la máxima expresión de no podemos más con esta España y por tanto, poco o mucho, toca reinventarla. Estamos en lo más alto del nivel de desconfianza ciudadana, y lo que caracteriza a 2015 es que el fenómeno paralelo de repolitización de parte de la población más crítica se focaliza en un intento de tomar las instituciones", dice el director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Joan Font.

‘Sus les pavés, la plage’

Si los revolucionarios de mayo de 1968 en París adivinaban que los parches no eran la solución porque la estructura estaba carcomida, podría corresponderles un lema casi mimético, Bajo el ladrillo, la playa, a los españoles que salieron a la calle el 15-M de 2011 para manifestar un sentimiento primario –y colectivo: era visto con entusiasmo y confianza por el 60% de la población–, la indignación, el enojo contra las ofensas sociales de los dirigentes, alcahuetes del poder financiero.

La regeneración moral comienza, de forma inevitable, por el señalamiento de inculpados: los centenares de miles de indignados sabían que el crack de la burbuja inmobiliaria no era una causa, sino una consecuencia. Estaban concluyendo lo mismo que algunos disidentes del neoliberalismo, como Michael J. Sandel, exasesor de Bush Jr.: "La aceptación de los mercados nos ha hecho pagar un alto precio: ha drenado el discurso público de toda energía moral y cívica". No es nueva la desconfianza de los españoles hacia los políticos y las instituciones.

En 1997, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 67,5% de los ciudadanos estaban convencidos de que los cargos públicos aspiraban a "tener poder e influencia", y en 2004 el porcentaje había ascendido al 69,5%.

Pero sí es una primicia la aparición de políticos amateur que saltan a la arena pública por un impulso linfático, de meditada rabia, como Ada Colau, nacida en 1974, sin título universitario pero con más que suficiente educación moral y cívica aprendida en la brega de los movimientos okupa, contra el belicismo y antideshaucios.

Es una apache en territorio de cuellos blancos que considera a la democracia como "superficial", acusa a los bancos de cometer "homicidios civiles" con los hipotecados, habla con la voz de los excluidos, sabe lo que se siente cuando haces frente a un mosso antidisturbios y ha sido la más votada para la Alcaldía de un feudo electoral tan codiciado y simbólico como Barcelona.

Congreso

¿Cómo han podido cambiar las tornas en un país donde, según el CIS, al 69% de los ciudadanos les interesa poco o nada el modo cómo se gestiona la cosa pública en las cámaras legislativas y el 74,2% estiman que da igual, porque "esté quien esté en el poder, siempre busca sus intereses personales por encima de los intereses generales?" ¿Es acaso una reacción precisamente opuesta a la abulia, como diciendo: ni tu lenguaje ni tu mundo tienen que ver con los míos?

En fin, ¿pueden los nuevos líderes amateur hacer algo más que regalarnos una temporada de ilusión? "Tienen que tocar el poder antes de que podamos juzgar cómo lo hacen", dice desde la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, la matriz donde se gestó Podemos, la formación frentista de nuevo cuño que más provecho electoral obtuvo del 24-M, Fernando Harto de Vera, del departamento de Ciencia Política y Administración.

El politólogo discute la idea de Podemos como "un artificio de laboratorio, una especie de monstruo de Frankenstein creado en las aulas universitarias. Pablo Iglesias fue militante de las Juventudes Comunistas y de Izquierda Unida, Monedero trabajó como asesor de Llamazares... Podemos fue creado por un grupo de profesores universitarios que militaban en política. A Podemos lo creo la cotidianidad".

¿Estamos asistiendo a un big bang político, a la quema del traje nuevo del emperador, a la sustitución de líderes de plástico maleable por políticos hazlo tú mismo, al germinar de los brotes de una especie de vanguardia activa que ha decidido aplicar de una maldita vez el «no nos mires, únete?" Harto de Vera apunta que se trata de un "lógico cambio generacional" entre los políticos de la Transición que "buscaban transmitir una imagen de Estado, de propiciar el acuerdo y de moderación".

Frente al «líder sensato» ahora necesitamos «una imagen más cercana, más cotidiana, porque la desafección del electorado había desembocado en el hartazgo y se abren las ventanas para que entre aire fresco. ¿Quién mejor que un outsider que viene de fuera de la política para airear la casa?».

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