Cómo hemos cambiado los españoles en 3 lustros

Los españoles han aceptado el matrimonio entre homosexuales.
Los españoles han aceptado el matrimonio entre homosexuales.
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Los españoles han aceptado el matrimonio entre homosexuales.

Y si el inicio de Kafka describiera nuestra metamorfosis? ¿Qué seríamos, libélulas o cucarachas? Un día los españoles despertaron siendo... menos consumidores de alcohol, el concepto de familia se había ampliado, había menos fumadores y ciertos hábitos saludables habían aumentado.

¿Eso es todo? No. La metamorfosis fue mucho mayor. Volaban en la red. En 15 años habían abrazado la tecnología con zarpas vikingas (ya no entendían la vida sin Facebook, Twitter, WhatsApp). España se había convertido en uno de los países más conectados de Europa, 8 de cada 10 móviles eran smartphones.

"Ha cambiado incluso el paisaje urbano, es habitual ver personas hablando en el metro sin su interlocutor delante, los presupuestos familiares en tecnología y telefonía se han disparado", explica la socióloga María Ángeles Durán del CSIC. Son los años del nativo digital.

El 76,2% de la población ya usaba internet en 2014, frente a 2003, que representaban el 27,4%. La mayoría de los actuales internautas han sido clasificados como usuarios intensivos, según el último Informe de la sociedad de la información. Conocieron el gran consumo gracias a un endeudamiento expansivo, muchos adquirieron patrimonio inmobiliario, automóviles y productos tecnológicos como pantallas de plasma, tabletas...

Aprendieron lo que era una hipoteca, a la que destinaron gran parte de su renta. Sin embargo, un día el español despertó con el cinturón apretado, lo suyo ya era ahorrar. La percepción de la economía había cambiado. En 2008 oyen crack. Si en 2000 el 9,5% creían que la situación económica era "mala", en 2015 un 80% la percibían como "mala o muy mala", según el CIS.

Nunca se había ahorrado tanto como en esta crisis, llegando hasta casi el 20% de la renta familiar disponible en 2009, según el Banco de España. Desde entonces el consumo no ha vuelto a disparase, aunque ha tenido repuntes.

El peso de la familia

La familia sigue pesando. "La dedicación del trabajo a los hogares siguen siendo lo más importante, la mayor parte del tiempo trabajado no pasa al mercado, somos una economía donde los hogares son talleres de servicios no remunerados", apunta Durán.

Un barómetro del CIS apuntaba al futuro en 2000: "En el siglo XXI el paro será tan importante o más que hoy". El 72,3% respondieron que estaban más bien de acuerdo. Gregorio García era en el fondo pesimista. Cambiaron los hábitos.

"Una sociedad individualista, centrada en las libertades propias pero también en la soledad y la fragilidad, en la que, tras la crisis, se ha producido una disociación, gente joven, por ejemplo, que no puede independizarse, retorno de familiares en paro al hogar paterno", explica Durán.

Entre el individualismo y la solidaridad

La sociedad española estaba atrapada. Entre el individualismo y la solidaridad. La renta anual de los hogares era 20.921 euros en 2003. En 2013 superó los 26.000, pero tres años antes estaba en 29.634, según el INE.

Pueden considerarse años perdidos. "La crisis moderó el consumo, pero también se ha producido una segmentación, una parte ha mantenido el empleo o incluso lo ha mejorado, y otro sector ha bajado muchísimo, puedes ver la cifras de nuevos millonarios de la crisis", apunta Durán. Los españoles estaban en 2013 entre los menos satisfechos de Europa, con una puntuación de 6,9, alejados de Dinamarca (8), según un estudio Eurostat.

Pero España seguía en el puesto 36 de los países más felices del planeta, según el informe Mundial de la Felicidad 2015. Mejor en España que en Corea del Norte, se dijo Gregorio García. La sociedad se había enfrentado a nuevos retos, principalmente por estar envejecida, como la Ley de Dependencia, que la crisis dejó en los huesos.

Habían aumentado el cáncer, el alzhéimer y las alergias. También los viajes por el mundo gracias a los billetes low cost. Una sociedad más plural y abierta que hacía 15 años. Movimientos como los gays, transexuales, y lesbianas habían conseguido hitos históricos: desde la Ley de Matrimonio Homosexual de 2005 podían casarse.

España era la vanguardia y paraíso para personas homosexuales. "Hemos caminado hacia una mayor apertura, pero no en todos los sentidos. Se ha reducido la homofobia, pero en otros aspectos han aumentado las reticencias, como con la inmigración, porque el inmigrante se ha convertido en un elemento de la vida cotidiana", apunta Durán.

Los matrimonios dejaron de ser hasta la muerte. Aumentaron los divorcios (aunque frenaron por la crisis) y otros modelos de convivencia como las parejas de hecho. "Ha habido una pluralización de las formas familiares, siendo mas frecuentes y visibles las familias mixtas, reconstituidas, monoparentales encabezadas por mujeres, pero también por hombres, y del mismo sexo", explica Gerardo Meil, sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid.

Las familias en los que ambos cónyuges trabajaban acabaron mayoritarias. Pero el matrimonio seguía siendo "la forma más habitual de dotar a un proyecto de vida en común de un significado especial en las nuevas generaciones", concluye Meil. Personas de Latinoamérica cuidaban a nuestros ancianos o niños, con una influencia soterrada que "se dejará ver con el tiempo", explica el sociólogo de la Universidad Complutense Manuel Espinel.

Teníamos una pequeña pluralidad de religiones y lenguas. Los inmigrantes incluso transmutaron la estructura de clases, y favorecieron la expansión de la clase media que después se vio tan amenazada por la crisis que incluso tomó conciencia política.

La esperanza de vida había crecido. La frontera entre la juventud y la madurez se había dilatado. "Una sociedad cambiante en la que no hay un único relato, con profundas contradicciones", explica Espinel. Una sociedad debatiéndose entre la libélula y la cucaracha.

La mujer, en clara desigualdad

Las mujeres escalaron en el ámbito laboral, tomando las universidades por mayoría, aunque en 2000 todavía estaban lejos de llegar a cuotas de igualdad, especialmente entre los cargos directivos.

Los hombres han llegado a cobrar un 24% más de media, según la UGT.

Las mujeres decidieron ser madres más tarde, llegando a la media de 31 años, lo que indica su incorporación plena en el mercado.

La mujer ha sido la más golpeada por esta crisis, y ha avanzando cuanto ha podido en estos 15 años en su espacio de igualdad. "La crisis ha afectado en las expectativas, en esa apuesta a medio o largo plazo", explica María Ángeles Durán.

Ha habido conquista en cuanto a educación y política, mejorando la situación en su conjunto. Pero los retrocesos coyunturales siguen afectándoles más que los hombres. En demasiadas ocasiones la mujer ha vuelto a casa para cuidar a los suyos, tras reducirse las plazas de las guarderías o las ayudas a la dependencia. Sus expectativas laborales empeoraron.

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