Taxista o taxidermista, según la piel del viajante. Así se define Daniel Díaz, un trabajador de la carretera que entra en el mundo de la literatura a través de los espejos. Más concretamente a través de los retrovisores de su taxi, desde los que escrutina al detalle cada gesto, cada palabra y cada mirada de sus clientes en busca de historias que contar. Esa "mirada literaria del taxi" le permitió mantener vivo en 20minutos durante más de ocho años el blog Ni libre ni ocupado, una casa que cerró hace seis meses y que ha dado cobijo a casi 2.000 textos.

Muchos de esos relatos han sido recopilados en dos libros: el homónimo del blog Ni libre ni ocupado (Editores Policarbonados, 2009) y el recien salido del horno Lo que sé de la lluvia (Talentura, 2015), una obra que el autor concibe como un "broche final" para cerrar el círculo de sus años bloguero y un regalo para sus lectores.

¿Cómo lleva el trabajo diario sin la válvula de escape del blog?

Desorientado, totalmente desorientado. El libro lleva por subtítulo crónicas de un taxista desorientado. El blog me enseñó que todos los días se podía encontrar algo que contar. Ahora sigo con esa mirada literaria del taxi, pero de otra manera. Busco personajes para posibles novelas. Supongo que no puedo evitarlo.

¿Qué sabe de la lluvia? ¿Por qué ese título?

De la lluvia sé que moja. Y que a algunos les gusta mojarse mientras que otros no se mojarían por nada del mundo. El libro es un viaje por uno mismo a través de la lluvia. La lluvia de fuera y la lluvia de dentro de un taxi.

¿Qué le ha llevado a dejar el blog?

Principalmente ha sido no poder continuar con la deriva diaria durante tantos años sin desgastarme física y mentalmente. Echaba mucho de menos escribir textos relajado, sin prisas. Estoy aprendiendo otras formas de escribir

Mirar a alguien a través de un espejo es una forma de mirar a la inversa

¿Qué tiene el taxi de diferente? ¿Por qué cree que la gente se abre de esa manera durante los trayectos?

El anonimato de contarle cosas a alguien que está de espaldas a ti. Mirar a alguien a través de un espejo es una forma de mirar a la inversa. Luego también es importante la intimidad del habitáculo. Y es vital que haya ventanas y veas como el mundo se mueve alrededor.

¿Tenía alguna técnica para forzar a los clientes a que le diesen algo sobre lo que escribir?

Aunque alguien no hable, el simple hecho de ir de un sitio a otro te está dando muchísima información. Hay que fijarse mucho en las miradas. Cuando un usuario de tu taxi se queda con la mirada clavada en un Ferrari que pasa por delante, interpretas que hay un anhelo. Cuando una mujer de mediana edad se queda con la mirada clavada en otra mujer que lleva un carrito de bebé, interpretas que puede haber una carencia. Hay un filón de historias en las miradas de la gente.

¿Ha tenido algún susto con el taxi por ir más pendiente del cliente que de la carretera?

Muchos, muchos, muchos... una de las cosas que hacía -de la que no me siento muy orgulloso- era dar frenazos cuando el cliente no me hablaba. Así les forzaba a iniciar un diálogo. Otro gancho que utiliaba era la música. Selecciono el estilo de música apropiado para el perfil del usuario. Se sienten más cómodos porque creen que tenemos los mismos gustos y se abren.

El libro reúne un número bastante limitado de las más de mil historias que aparecen en su blog. ¿Qué criterios ha seguido en ese proceso de selección de relatos?

Principalmente me he guiado por el interés que han generado. He incluido las anécdotas más celebradas por los lectores en 20minutos. Me hacía mucha ilusión que mis lectores pudieran tener un recuerdo en la estantería de su casa. Una web se diluye en el recuerdo. Con algo físico es más difícil. Es una forma de cerrar el círculo de todos estos años, quería ofrecerles este broche final.

En cierto modo acabas un poco embarazado de todo lo que te han contado, el parto es el relato.

Decía Galeano que el que narra la historia colectiva está “todo brotado de personitas”, como si quedara  embarazado de la gente sobre la que ha escrito. ¿Se ve reflejado en esa afirmación?

Es cierto, te sientes muy implicado con ciertas historias que te llegan dentro. Es muy difícil separarte de esa persona que te ha contado algo tan íntimo. Muchas veces quieres tirar del hilo y cuando esa persona se va no te lo puedes creer. Muchos de los relatos surgieron de la necesidad de darle un final a una historia inacabada. Sí, en cierto modo acabas un poco embarazado de lo que te han contado. El parto es el relato.

¿Esa obsesión por conseguir historias hace que se comporte de forma distinta cuando está en el asiento del conductor?

Soy mucho más extrovertido dentro del taxi que fuera. En el taxi me crezco. Es mi territorio. En cierto modo creo que me transformo. Acabas sin querer desempeñando un papel. Soy más canalla en el taxi.

Si tuviera que quedarse con una sola historia, ¿cuál sería su preferida?

La de una mujer que cogí en el aeropuerto de Barajas. Portaba un cofre con las cenizas de un hombre. Me dijo que la llevara a San Sebastián para esparcir esas cenizas allí. Durante el trayecto la mujer me confesó que no era la viuda del difunto sino la amante y que había robado la urna. Quería esparcir las cenizas en la Playa de la Concha, el lugar dónde se había besado por primera vez con su amante. Fue una imagen muy cinematográfica acabar con ella en un acantilado con el taxi aparcado mientras el viento se llevaba las cenizas de su amado.

¿Y la más divertida?

Se monta una mujer y me dice "llévame a mi casa". Le pregunto que dónde vive y me responde: "¿A ti qué te importa?". No me quiso decir la calle. Me fue dando indicaciones hasta que al final la dejé a un par de manzanas de su portal. Se fue andando mientras miraba de reojo para asegurarse de que no la seguía. Era totalmente absurdo.

Los borrachos se humanizan en el taxi y te cuentan cosas muy interesantes

Entre sus relatos abundan las historias de borrachos. ¿Cómo es tratar con ellos?

Me hacen mucha gracia los borrachos. Se humanizan en el taxi. Sobre todo los hastiados que pillas a primera hora de la mañana. Te cuentan cosas muy interesantes. Cuando pillas a cuatro que vuelven de juerga te das cuenta de que somos muchísimo más humanos cuando vamos en soledad. Los grupos son los que nos hacen idiotas. En manada se comportan como auténticos bestias. A medida que los vas dejando y se quedan solos en el taxi descubres que son auténticos encantos. Eso dice mucho de la sociedad. Ahí se entiende por qué tanta gente vota en masa a ciertos partidos.

 ¿Discute de política con los clientes?

Me encanta discutir. Sobre todo con gente que no esté de acuerdo conmigo. Es bueno comprender al contrario. Mientras puedan exponer sus argumentos de forma razonada, me parece estupendo discutir de cualquier cosa. Aunque hay temas –como la religión y el fútbol- de los que todavía no estamos preparados para hablar. Para algunos son intocables.

Unos días después de las elecciones municipales dijo que ofrecía su taxi gratis para trasladar al aeropuerto a todos aquellos que dijeron que se irían de España si ganaban "los rojos". ¿Alguien se ha puesto en contacto con usted sobre este particular?

No. Pero se han sumado muchos a la causa. Han ofrecido coches, motos, buses… Me molesta muchola gente que dice eso. ¿Por qué no lo decían cuando otros se quedaban con el dinero de los impuestos de la gente? Son cosas que no entiendo. He oído auténticas barbaridades de Ahora Madrid cuando todavía no han empezado a hacer nada. Si de verdad pasara todo lo que han dicho que iba a pasar yo también me iba de España.

¿Qué personaje público (que no haya llevado ya) le gustaría que montara en su taxi?

Juan José Millás. Le admiro de una forma profundísima. Gemma Nierga nos juntó una vez en la Cadena SER. Le conocí, pero el trayecto queda pendiente. Después de leer todas las rarezas asombrosas que escribe, casi prefiero que no hable y tenerle sentado detrás para poder mirar lo que él mira.

¿Se ve dejando el taxi para dedicarse de pleno a la escritura?

No, me veo echando pocas horas pero siempre teniendo el taxi como referencia. Me vería incapaz de escribir sin un taxi de apoyo. Cuando me quedo en blanco tengo que pillar el taxi para coger personajes e ideas.

En sus escritos muchas veces hacía referencia a que no se veía siendo padre. Ahora ha tenido una hija. ¿Cómo lleva la paternidad?

Es todo muy raro. Conocí a mi mujer, la madre de mi hija, a través del blog. Era una lectora. Todo acaba teniendo que ver. Todo acaba siendo una especie de relato maximizado con inicio, nudo y desenlace. El taxista desorientado, sin buscarlo, al final encuentra el amor verdadero. Un día te despiertas y tienes una hija. Y te das cuenta de que estás feliz. Lo más maravilloso del ser humano es la adaptación y el cambio.

¿Su hija le inspira para escribir?

Es un tema que me supera. Es altísima literatura para la que todavía no estoy capacitado. Es como si un escritor de esquelas se pasa a la poesía, hay un abismo. En un futuro me gustaría escribir cuentos para ella, quizás me abra un nuevo campo.

Su último post se tituló 'Fin (de la primera parte)'. ¿Cuál es la segunda parte? ¿Qué proyectos tiene en mente?

Nunca quise dejar el blog. En el fondo de mi corazón no quería que se acabara. No descarto volver. Por eso me gusta la idea de dejarlo en puntos suspensivos. A lo mejor la segunda parte también empieza a modo de blog en 20minutos hablando de algo distinto. No quise cerrar todas las puertas. Estoy trabajando en un thriller que gira en torno a un taxi. Creo que la trama es impresionante. Nunca se ha hecho nada igual. El simple hecho de intentar rienda suelta a esa idea me tiene obsesionado. No la puedo dejar escapar.