Paco Chaparro, entrenador del Betis y sustituto de Luis Fernández, quiso brindar al final del partido en Santander la salvación a Manuel Ruiz de Lopera, máximo accionista del club. «Le brindo la victoria por haberme llamado», dijo el técnico, consciente de que el descenso a Segunda habría precipitado su salida del club.   

Lopera, que ya ha manifestado que vendería su paquete de acciones por 60 millones de euros, intentó confeccionar esta campaña una plantilla competitiva para aspirar a cotas muy altas con Jabo Irureta como entrenador, aunque sus planes se torcieron desde el principio.    

La marcha de dos jugadores fundamentales como Joaquín (Valencia) y Oliveira (Milán) fue un duro revés en los planes de Jabo. Pese a las contrataciones de buenos jugadores como Sobis, Odonkor o Vogel, el técnico vasco no logró que el equipo funcionase y presentó su dimisión en diciembre de 2006, dejando al equipo con 13 puntos en 15 partidos. Lo sustituyó Luis Fernández, que tuvo salvado al equipo durante muchas jornadas, pero al que el 0-5 ante Osasuna hace una semana dejó sin trabajo. Sólo ganó cuatro de los 22 partidos que dirigió. En Santander, Chaparro obró el milagro y Lopera respiró.

Desde que el Betis jugó la Champions, en 2004-05, ha pasado a luchar por mantener la categoría en las dos últimas temporadas y lo ha pasado mal para seguir en Primera.

El honor de salvar al Real Betis del descenso en el año del centenario ha sido para este técnico, poco amigo de tener protagonismo en los medios de comunicación y gran defensor del juego colectivo, algo inesperado. El sevillano, que con el filial luchaba por ascender a Segunda B –el Betis B derrotó ayer al Reus por 2-0 en el primer partido de la eliminatoria final– fue el elegido por la directiva bética para sustituir a Luis Fernández a pocos días de la última jornada de Liga. Un hombre de la casa que ayer aprovechó su oportunidad.