Gema: "En España no solo la gente inmigrante necesita ayuda para dar de comer a sus hijos"

Gema, con su hijo en el comedor del colegio Francisco Arranz.
Gema, con su hijo en el comedor del colegio Francisco Arranz.
ELENA BUENAVISTA
Gema, con su hijo en el comedor del colegio Francisco Arranz.

Gema no es pobre, Gema es precaria. En el paro desde 2012, esta administrativa de formación, de 39 años y madre soltera de un hijo de 7,  ha encadenado desde entonces una media docena de trabajos —por horas, días, como máximo de tres meses—, siempre con salarios inferiores a 600 euros, claramente insuficientes para afrontar el día a día de su hogar en el barrio de Cuatro Vientos, en Carabanchel (Madrid).

Aunque lleva a gala no haber dejado ni un solo recibo impagado, agotando prácticamente sus ahorros y quitándose de todo gasto no estrictamente necesario, desde hace un año recibe asistencia de Ayuda en Acción. La ONG se hace cargo de los desayunos y las comidas de su hijo. Gema frunce el ceño cuando se le recuerda que la economía española está en recuperación, según los políticos. Su gesto denota que ella no piensa lo mismo.  Y se explica. "En España hay mucha gente que está pasándolo mal, no solo los inmigrantes necesitan ayudas para dar de comer a sus hijos".

Cuando no entra suficiente dinero en casa para los gastos corrientes, se tocan muchas puertas. Gema llamó a la de la administración. Sin suerte. La crisis ha elevado el listón de los requisitos para ser considerado pobre hasta límites extremos, debido a unas menguantes ayudas públicas. También acudió a las asociaciones de madres solteras, pero tampoco allí cumplía con los requisitos mínimos para acceder a los cupones de alimentos.

ONG del Tercer Mundo en Carabanchel

A Gema le cuesta entender la falta de apoyos a las familias monoparentales, según ella de las más afectadas por la crisis. "Hay ayudas para familias numerosas, y no es que se las quiera quitar, eso no, pero es que probablemente ellas han elegido ser familias numerosas. Sin embargo, no hay ninguna ayuda económica pública para nosotras, que a lo mejor nos ha venido dado ser madres solteras. Nos hemos encontrado con la situación, tal vez sin desearlo", lamenta Gema.

Su hijo tiene los ojillos todavía semicerrados por el sueño cuando a las 7,30 de la mañana llega al comedor del colegio público Francisco Arranz de Carabanchel. Aquí recibirá desayuno completo y, después de clase, la comida. El coste íntegro de su menú diario (unos 150 euros al mes) lo sufraga Ayuda en Acción, una ONG con amplísima experiencia en la cooperación al desarrollo en el Tercer Mundo que hace dos años empezó a implantar programas en beneficio de las familias más vulnerables también en España. Solo en el Francisco Arranz dan de comer a 34 niños becados. La ONG también les ayuda con el material escolar y paga sus excursiones.

"Con este programa, en marcha en 31 colegios de ocho Comunidades Autónomas, buscamos normalizar la situación de los niños con situaciones más precarias, eliminando sus diferencias con el resto de alumnos y dándoles la oportunidad de que no noten en exceso las dificultades económicas que viven en sus casas", explican en Ayuda en Acción. Para ello se apoyan en el equipo docente del centro, "profesores que desde que empezó la crisis ejercen además de trabajadores sociales", describen.

El director del colegio de Carabanchel, Luis Esteban, lleva en el cargo 24 años. Esteban tampoco percibe la recuperación de la que hablan las cifras macro. "Hace unos años teníamos solamente unas 3 o 4 familias con rentas de inserción, las del poblado de Las Mimbreras. Ahora que el poblado ya no existe son 19", expone. Y deja otro dato sobre la mesa, "el año pasado 48 alumnos solicitaron ayudas para libros de texto y este curso han sido 68".

Niños malnutridos, no desnutridos

El Francisco Arranz es un colegio público de un barrio humilde de Madrid. Las viviendas que rodean el edificio de ladrillo rojo son bloques color crema de cuatro alturas que han pasado de albergar a los empleados civiles del cercano aeródromo de Cuatro Vientos a estar en manos del Ivima. En su mayoría alojan a una población "de rentas bajísimas", explica el director del centro educativo. Por eso 70 de los 448 alumnos que aquí estudian necesitan ayudas directas de los servicios sociales. Una treintena más, como en el caso del hijo de Gema, quedan fuera del radar de servicios sociales y forman parte del proyecto de Ayuda en Acción debido a su "pobreza funcional".

"Son casos de madres o padres que, a pesar de tener trabajos esporádicos, tienen unos recursos tan bajos que no les permiten, por ejemplo, pagar los 98 euros al mes que cuesta el comedor", explica Esteban.

Ahora que el centro educativo está a punto de echar el cierre por las vacaciones, su director no oculta que le preocupa la calidad de la alimentación de sus alumnos en verano. "No es que no vayan a comer, no. Pero seguro que no prueban ni pescado, ni cocido, ni fruta fresca. De carne, comerán salchichas y pizzas. Eso hace que no pueda hablarse de niños desnutridos, pero sí de niños malnutridos".

Gema confiesa que ella podrá no estar bien alimentada, pero a su hijo le cocina menús equilibrados. Para que que pueda comer pescado se coge un autobús una vez al mes hasta un mercado donde consigue llenar el congelador a mitad de precio.

Este verano, su hijo podrá asistir a un campamento urbano gracias también a la beca de Ayuda en Acción. Allí realizará actividades educativas y le darán una comida diaria. Gema está contenta de que el pequeño tenga esta oportunidad, ahora que su ella ha encontrado "el primer trabajo decente en años, aunque temporal". Los 900 euros de sueldo le permiten afrontar los recibos básicos, pero deberán alcanzar estos meses para pagar a las dos 'canguros' que necesita para llevar a su hijo al campamento y para recogerlo. Por eso, si de ella dependiera, no cerraría el colegio Francisco Arranz en verano. "Los colegios públicos tendrían que seguir abiertos y con comedor", opina, "es donde mejor estarían los chicos y además nos ayudaría a conciliar".

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