Un clásico moderno

Los estudiantes de la Escuela Municipal de Teatro llevan a las tablas una adaptación de la obra del siglo xvii, ‘El lindo Don Diego’. La puesta en escena mezcla de forma original verso y prosa.
Dos de las actrices, durante uno de los ensayos de la obra.
Dos de las actrices, durante uno de los ensayos de la obra.
Dos de las actrices, durante uno de los ensayos de la obra.
Los estudiantes de segundo curso de la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza viajarán esta noche al Siglo de Oro para dar vida a los personajes de El lindo Don Diego, de Agustín Moreto, una obra representativa de la comedia de figurón.

La pieza tradicional, que presenta a un personaje absurdo y grotesco que se convierte en objeto de ridículo por su vanidad, dará una vuelta de tuerca en su interpretación obteniendo un resultado escénico que huye del naturalismo.

La obra está escrita en clave de farsa y se inspira en la fórmula de la comedia del arte italiana y en su manera de construir personajes tipo. Se buscará el esquema corporal y de la voz que sea lo más alejado posible del propio de cada uno de los actores, consiguiendo así una transformación completa de los intérpretes sobre el escenario.

El montaje de la pieza es peculiar y adopta un estilo completamente libre. Los actores recitarán los actos en verso, siguiendo el patrón original, pero a lo largo del espectáculo introducirán diversos monólogos en prosa escritos previamente por ellos mismos. Dichos textos harán referencia al Siglo de Oro, a sus personajes más emblemáticos y a hechos que acontecieron en esa época.

La mezcla de verso y prosa ofrece dinamismo a la puesta en escena y plantea un reto a los futuros representantes del teatro en Aragón. El espectáculo estará cargado de modernidad tanto en los textos como en la ejecución de la obra.

* Teatro del Mercado. 21.00 h. 6 euros.
Un artista que marcó estilo

Agustín Moreto se encuadra en la escuela dramática de Calderón de la Barca y, como los dramaturgos de su época, reelaboró comedias anteriores suprimiendo los defectos que encontró en ellas. Fue un gran observador y un maestro del diálogo gracioso, elegante e inteligente. Sus textos eran proclives a las sentencias y al consejo moralizador, pero con una gracia y finura inimitables.
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