Un superviviente español recuerda "la maldad absoluta" del campo de Mauthausen

  • A sus casi 96 años, el barcelonés Cristóbal Soriano Soriano es uno de los pocos republicanos españoles que aún vive para recordar la experiencia.
  • "A mi hermano lo mataron en la cámara de gas", comenta.
  • Unos 7.500 españoles padecieron el horror de este campo de concentración y exterminio, de los que 4.816 murieron.
Cristóbal Soriano (dcha.), uno de los pocos supervivientes españoles del campo de concentración de Mauthausen, saluda al ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo.
Cristóbal Soriano (dcha.), uno de los pocos supervivientes españoles del campo de concentración de Mauthausen, saluda al ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo.
PACO CAMPOS / EFE
Cristóbal Soriano (dcha.), uno de los pocos supervivientes españoles del campo de concentración de Mauthausen, saluda al ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo.

A sus casi 96 años, el barcelonés Cristóbal Soriano Soriano es uno de los pocos republicanos españoles que aún vive y tiene memoria para recordar la violencia, la muerte y el hambre que se vivió en el campo de concentración de Mauthausen, llamado "el campo de los españoles".

Cristóbal, acompañado de uno de sus hijos, acudió a Mauthausen a los actos oficiales que conmemoraron el 70º aniversario de la liberación del campo por el Ejército estadounidense.

Tras el acto celebrado en el memorial a los españoles republicanos, este anciano, que ha visitado Mauthausen en varias ocasiones, intercambió unas palabras con el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo.

"Me alegro de que se preocupen de los españoles que estuvimos aquí", le ha comentado Cristóbal al ministro, quien aseguró lo difícil que supone recordar ahora "esta maldad absoluta".

Por el campo de Mauthausen pasaron más de 200.000 personas durante la Segunda Guerra Mundial, de las que la mitad perdieron la vida, la mayoría de ellas debido a inhumanas jornadas de trabajo en las que desfallecer significaba ser rematado a golpes o tiros.

Unos 7.500 españoles padecieron el horror de este campo de concentración y exterminio, de los que 4.816 murieron, en su mayoría parte del medio millón de republicanos que habían salido de España en los últimos años de la Guerra Civil.

Rodeado de banderas republicanas, Cristóbal ha narrado a los periodistas los años que pasó en Mauthausen y cómo no logró evitar que a su hermano, al que cuidó durante meses, se lo llevarán al castillo de Hartheim para matarle en la cámara de gas.

Nacido en Barcelona en 1919, Cristóbal fue deportado primero a Mauthausen el 25 de noviembre de 1940 y posteriormente al subcampo de Gussen.

Violencia, muerte y hambre

Violencia, muerte y hambre. Son las tres cosas que Cristóbal dice que eran peores en Mauthausen, a donde él llegó después de que le hicieran prisionero de guerra.

Cristóbal y su hermano se alistaron y participaron en algunas batallas de la Guerra Civil española, pero tras el triunfo franquista huyeron a Francia para posteriormente alistarse en la legión extranjera para tomar parte en la nueva guerra.

Su hermano fue herido y él fue hecho prisionero de guerra y llevado a un campo para trabajar la tierra y guardar el ganado, ha expliado a los periodistas.

Al poco tiempo fue enviado junto a su hermano al campo de concentración de Mauthausen.

Recuerda lo duro que era trabajar en la cantera de granito y las interminables jornadas cargando piedras por los 186 escalones de la denominada "escalera de la muerte".

"Se trabajaba a palos, había algunos que resistían, otros no. Cuando veían que no podían más, los mataban, a palos o en la cámara de gas", afirma Cristóbal.

"Había mucha violencia, te pegaban y no te podías quejar. Tenías que contar cuando te pegaban y si te equivocabas volvían a empezar", rememora este anciano.

Su hermano no podía trabajar por las secuelas de la guerra y fue enviado al subcampo de Gussen, conocido como "El matadero", donde murieron también miles de españoles y donde consiguió que tiempo después le trasladaran.

"A mi hermano lo mataron en la cámara de gas", lamenta continuamente Cristóbal, que al menos señala que pudo cuidar de él unos meses antes de lo que lo trasladaran al castillo de Hartheim.

Este anciano ha vuelto muchos años a Mauthausen a celebrar la liberación del campo de concentración. Ahora vive en Montpellier (Francia), aunque visita mucho su Barcelona natal.

Le gusta volver a España, donde en los últimos meses ha relatado sus vivencias en el campo de concentración para el libro "Los últimos españoles de Mauthausen", del periodista Carlos Hernández.

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