Mujeres de Texas dispuestas a apretar el gatillo de sus armas para 'defenderse'

  • La fotógrafa Shelley Calton retrata a mujeres texanas que posan con sus armas de fuego, todas obtenidas con un permiso condicionado a que se mantengan ocultas.
  • Las retratadas, de diferentes grupos y edades, fundamentan la 'necesidad' de ir armadas en poder defenderse a sí mismas o a sus seres queridos.
  • "La Glock es mi milicia de autoprotección. Dormir con ella bajo el colchón me aporta más seguridad que una cerradura, un sistema de alarma o un novio".
Kati posa con su pistola en una foto de Shelley Calton
Kati posa con su pistola en una foto de Shelley Calton
© Shelley Calton - From 'Conceled. She's Got a Gun', published by Kehrer
Kati posa con su pistola en una foto de Shelley Calton

"El arma te hace sentir a salvo y tener control sobre mi vida. Mis hijos saben que no deben tocarlas", dice Carrie. "He convivido con armas desde niña. Recuerdo que mi padre llevaba una pistola en la guantera del coche y la dejaba luego sobre la mesa de noche", añade Constance. "La Glock es mi milicia de autoprotección. Dormir con ella bajo el colchón me aporta más seguridad que una cerradura, un sistema de alarma o un novio", afirma Casey. "Soy una mujer de baja estatura y he sido víctima de delitos en el pasado. Quiero protegerme. Me siento como una civil cooperando con la policía", argumenta Suzanne.

Son mujeres de toda edad, condición económica, personal y social. Están unidas por dos circunstancias: viven el el estado de Texas (EE UU) y están autorizadas para llevar encima y usar armas de fuego mediante una licencia de las llamadas concealed, que sólo establece un límite meramente estético y que incluso parece perverso: el arma debe ser portada de manera que los demás no puedan verla.

Descuentos para mayores y personas de ingresos bajos

Los texanos mayores de 21 años pueden conseguir un permiso de este tipo con la presentación de un documento de identidad y una comprobación de que no tienen historial delictivo. La obtención de la licencia por primera vez cuesta 140 dólares y la renovación 70. Hay descuentos para mayores de 60 años, personas con ingresos bajos y exmilitares.

No parece demasiado novedoso, en un país con casi 300 millones de armas de fuego y el 89% de los residentes adultos armados, el reportaje de la fotógrafa Shelley Calton sobre mujeres de Texas con sus pistolas y revólveres y defendiendo con argumentos de solidez discutible el derecho a llevarlos encima. La novedad está en la absoluta normalidad con que estas civiles posan con orgullo nada disimulado.

Un unánime sí

Concealed. She's Got a Gun (Escondida. Ella tiene un arma), que acaba de ser editado en libro por Kehrer [96 páginas, 39,9 euros], es el resultado de un trabajo que Calton, texana de nacimiento, realizó entre 2011 y 2014 para encontrar "mujeres comunes" que han optado por llevar encima un arma de fuego. Empezó retratando a vecinas y corrió la voz para que funcionara el boca-oreja. El resultado es una colección de más de setenta retratos de mujeres de toda condición que, al ser preguntadas si apretarían el gatillo de sentirse amenazadas, responden con un unánime sí.

Desde la esposa de un pastor protestante a la empleada de una tienda de alimentos; desde una camarera a un ama de casa; desde una abuela jubilada del trabajo hasta una estudiante; desde una propietaria de una granja ganadera hasta la dependiente de un sex-shop..., las retratadas, de quienes la fotógrafa no aporta identidades ni lugares de residencia, llevan sus armas como una "necesidad", del mismo modo que tienen encima, dicen los editores, "la barra de labios, la tarjeta de crédito o el teléfono móvil".

'Nunca dudarían'

"Todas afirman que si es necesario o sienten que su seguridad o la de sus seres queridos peligra nunca dudarían en hacer frente a cualquiera apretando el gatillo", añaden. "Algunas llevan el arma de fuego encima siempre que salen de casa, otras sólo si se sienten vulnerables o en situaciones o lugares donde pueda darse un peligro potencial, otras las tienen en el coche, muchas las guardan en casa, frecuentemente en las mesillas de noche para hacer frente a posibles asaltos nocturnos", explica la fotógrafa.

En la introducción al libro, Calton se pregunta:  "¿En qué tipo de sociedad vivimos para que una mujer sólo se sienta segura cuando se va a la cama con una pistola bajo el colchón?". Aunque la fotógrafa no toma partido en la batalla sobre el asunto en los EE UU, anota que estamos "acostumbrados a ver armas en manos de soldados y agentes de Policía" pero "solemos criticar con rapidez cuando es una mujer indefensa quien lleva una pistola".

Aumento de delitos sexuales

Para la autora existe una relación directa entre el creciente número de mujeres que solicitan licencia de armas —la cuarta parte de los permisos en Texas, el 19º estado con más elevado indice de delitos, están a nombre de mujeres— y el aumento de los delitos sexuales y de violencia doméstica. "mis imágenes", dice, "retratan a mujeres que han decidido tomar en sus manos la autoprotección (...) Opiniones políticas aparte, mi intención en este proyecto es dar al espectador una visión de una subcultura propia de las mujeres de Texas, que no están dispuestas a convertirse en víctimas".

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