Tras juguetear con el rock, el jazz o la salsa, asegura que no ha encontrado una poesía musical equiparable a la que encierran los cantos compuestos y pulidos por el pueblo durante generaciones. Estos días, el folklorista, renovador y estudioso Eliseo Parra presenta en directo un repertorio que afina lo antiguo y lo moderno. Y donde se compromete a bailar alguna jota: "Soy muy bailarín, no puedo remediarlo", confiesa.

¿Cómo se pasa de rockero a caer rendido antes las jotas y las rondeñas?

Me acerqué a la música tradicional al trabajar con María del Mar Bonet. Encontré en ella unos sonidos con los que uno se identifica sin querer, como si los lleváramos grabados en los genes, en el ADN. En los noventa emprendí un trabajo de campo: iba por los pueblos grabando a las señoras y señores mayores interpretando los cantares tradicionales de su tierra. Lo más enriquecedor no fueron las canciones en sí, sino conocer las vivencias que las rodeaban, el aprender cómo vivían nuestros abuelos o bisabuelos y por qué cantaban. Muchas mujeres aseguraban que si no se cantaba, no podían segar.

¿Siguen interpretándose esos cantares en las zonas rurales?

Están desapareciendo igual que está desapareciendo el modo de vida con el que nacieron.  Ya no se trabaja en el campo con la azada ni el pico, y ahora se siega con unas máquinas con aire acondicionado y con música en estéreo dentro de la cabina, así que no tiene  sentido cantar canciones de siega o de trilla. También están desapareciendo los depositarios naturales de la tradición, que por lo general son mujeres. Todas las 'informantes' con las que hablé para mi investigación, que tenían entonces más de 70 años, han fallecido.

La renovadora de la jota Carmen París ganó último Premio Nacional de Músicas Actuales. ¿Es buen momento para la música folklórica, al menos en el mercado?

Sin duda. Viví los años duros de hacer esta música en los 80 en Madrid, en plena modernidad. Lo hacíamos con sintetizadores, batería y guitarra eléctrica pero a la gente le daba igual, les sonaba a pueblo y no nos hacían ni caso. Ahora, por suerte, hay un nuevo interés por la tradición e Internet ha permitido que los oyentes tengan acceso a todo tipo de música. La etiqueta worldmusic, que se ha puesto de moda en todo el mundo, ha ayudado. Al parecer, las etiquetas son necesarias en este mundo de mercadotecnia.

¿Y cómo un folclorista consigue conectar con el público del iPhone y la smart Tv?

Mi formación no es tradicional y mi época me conduce a vestir esas melodías con instrumentos y arreglos actuales. Me dicen que sueno moderno, aunque lo que toco es antiguo.

¿No se corre el riesgo de perder la esencia del género en ese proceso?

Creo que lo principal es el respeto. Mientras se guarde la melodía y el ritmo (si es una jota, que sea el de la jota; si es una seguidiña, que sea el de la seguidiña), uno no va demasiado desencaminado. Si no se conserva la esencia, no vale la pena este trabajo. La música tradicional pellizca dentro, lo veo por los niños. Esta es la única música que gusta a gente de cero a cien años. A veces los chavales se sorprenden cuando me ven tocar la pandereta. Eso no quita que también les guste Justin Bieber. A mí me gustan todas las músicas.

Como investigador de la voz del pueblo, ¿qué le parecen propuestas como el rap?

Me parece muy interesante y necesario porque es crítica social, aunque a veces me gusta más verlo escrito que escucharlo. El rapero Nach me encanta pero llega un momento que las bases son muy repetitivas y dejo de prestarle atención. Me interesan más las letras.

¿Uno tiene que asumir que tocando música tradicional nunca va a ser un superventas?

Pues sí, aunque nunca se sabe. De cualquier forma, todo lo que arrasa terminan destrozándolo así que prefiero que esta música quede en segundo plano. Además, la fama debe de ser muy incómoda. Eso de no poder ir tranquilamente a comprar el periódico o tabaco... ¡Uff, no!

Estudió Solfeo y Armonía en el Conservatorio Municipal de Barcelona. Inició su carrera musical en grupos de rock. A finales de los 70, comienza su investigación de la música tradicional española, que inspira media docena de discos. El último es El Man Sur, centrado en las melodías del sur que pertenecen a la tradición oral y que inspiraron el flamenco.

Eliseo Parra presentará en directo los nuevos temas de su álbum 'El Man Sur' en Madrid (día 20 de marzo, Sala Galileo Galilei), León (26 de marzo, Teatro El Albeitar) y Barcelona (24 de abril, Centre Artesa Tradicionarius).