Iñárritu y su 'Birdman' dan a México el mando en Hollywood

El director Alejandro G. Iñárritu y todo el equipo de 'Birdman', grandes triunfadores de los Oscar 2015.
El director Alejandro G. Iñárritu y todo el equipo de 'Birdman', grandes triunfadores de los Oscar 2015.
GTRES
El director Alejandro G. Iñárritu y todo el equipo de 'Birdman', grandes triunfadores de los Oscar 2015.

Se veía venir. En un año de poca diversidad en el que solo unas pocas películas concentraron las nominaciones de los Oscar, estaba claro que Hollywood apostaba en este 2015 por repartir las estatuillas. Los galardones se parecieron mucho al sorteo de Navidad: lleno de pedreas. Birdman se llevó el premio gordo, el que la reconoce como mejor película del año, pero la mayoría de sus rivales no se fueron de vacío en una de las galas, sobre todo en su recta final, más imprevisibles del último lustro. Obviamente la foto de portada se la lleva un mexicano: Alejandro G. Iñárritu, que ha llevado "una idea loca" a lo más alto.

Y es que Iñárritu ha vuelto a poner a México al mando en Hollywood. Tras el triunfo en 2014 de Alfonso Cuarón (Gravity), su compatriota no solo ha repetido gesta, sino que la ha superado. Cuatro Oscar se ha llevado esta historia rodada por completo en falso plano secuencia, contando además con un reparto de órdago. Iñárritu ha dejado su sello llevándose tres estatuillas a casa: producción, dirección y guión —Emmanuel Lubezki dio el cuarto a la mejor fotografía—. Pocos se han ido de una gala de los Oscar con tanto en los bolsillos. "Llevo los mismos calzoncillos que (Michael) Keaton: aprietan y duelen", dijo el mexicano en uno de sus discursos, mientras que en el último y definitivo dio las gracias a todos "por creer en esta locura, es un milagro".

"¿Quién le dio la tarjeta verde (green card) a este hijo de puta?", dijo Sean Penn justo antes de anunciar el premio final. Iñárritu le compró la invitación reivindicativa: "Se lo dedico a mis compañeros mexicanos, rezo para que podamos conseguir el gobierno que nos merecemos, y a los que están en este país (EE UU) rezo por que les traten igual de bien que a aquellos que vinieron antes y construyeron esta increíble nación de inmigrantes".

Birdman solo tuvo un caramelo amargo: la gran interpretación de Michael Keaton se quedó sin premio. Solo el joven Eddie Redmayne le podía robar la cartera y así lo hizo por su trabajo en La teoría del todo. Un papel de esos que cambian la vida de un actor y que gustan, y mucho (quizá demasiado), a la Academia de Hollywood. Fenomenal el británico, eso sí, metiéndose en la piel del físico Stephen Hawking. Incrédulo por lo que estaba viviendo, suyas fueron las mayores lágrimas que se pasearon por el escenario del teatro Dolby de Los Ángeles: "Soy consciente de que ahora soy una persona con mucha, mucha suerte. Os prometo que este premio lo cuidaré bien".

A la quinta fue la vencida para Julianne Moore, que se llevó el Oscar a la mejor actriz por Siempre Alice. Una película emotiva hecha por y para dar premios a su protagonista. Objetivo cumplido. La veterana actriz ha recogido galardones allá donde iba y el Oscar no podía faltar en su casillero. Merecido, no sólo por su papelón como una enferma de alzhéimer, sino también por toda una carrera llena de méritos.

Ganó el Globo de Oro, el Bafta y otros galardones menores pero de renombre, así que el Oscar al mejor actor de reparto tenía que ser para J.K. Simmons para completar la colección. Su espectacular papel en Whiplash, casi protagonista, le ha reportado a este veterano actor de 60 años, casi eterno secundario, un premio que no hace más que reconocer a un intérprete que aporta siempre algo distinto cada vez que aparece en la gran pantalla. Su Oscar, dedicado en especial para su mujer, fue el primero de la noche y para él fue la primera gran ovación. Por cierto, no fue el único reconocimiento para la baza independiente en la gala de este año, que también se llevó los Oscar al mejor sonido y al mejor montaje. Oro para este peliculón.

La sufrida madre interpretada por Patricia Arquette en Boyhood reportó a la cinta de Richard Linklater su único Oscar de la noche. Otra interpretación que ha recopilado premios y premios en los últimos meses. La mejor actriz de reparto del año tiró de 'chuleta' en sus agradecimientos para no olvidarse de nadie y llenó de aplausos la platea (Meryl Streep, de las más efusivas) con su toque reivindicativo en favor de la igualdad: "Se lo dedico a todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos. Ha llegado el momento de tener el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos". ¡Chapó!

Arquette salvó, poco, el honor de Linklater y su Boyhood en la gala. Seguro que el realizador tejano fue quien más torció el gesto al salir de la ceremonia, ya que un premio de seis nominaciones y con toda la buena crítica que llevaba a sus espaldas eran suficiente aval para pensar en llevarse algo más. Fue víctima, quizá, del animo de la Academia de repartir 'pedreas' este año más que nunca. El gran hotel Budapest, de Wes Anderson, tuvo más suerte con sus cuatro premios (vestuario, maquillaje, diseño de producción y banda sonora), mientras que Selma (canción), El francotirador (montaje de sonido) y The Imitation Game (mejor guión adaptado) también conocieron al menos una vez al 'tío Oscar'. Por cierto, la hispanoargentina Relatos salvajes tuvo la suerte esquiva y el Oscar al mejor filme de habla no inglesa fue para la polaca Ida.

Neil Patrick Harris

Se estrenaba Neil Patrick Harris como maestro de ceremonias en los Oscar y no falló a sus seguidores, aunque tampoco despuntó ni provocó la carcajada como se esperaba. Su gran momento fue ese paseo semidesnudo a lo Birdman que se marcó, en riguroso plano secuencia (como en la película), y que provocó una de las mayores ovaciones de la noche. Tuvo también en el mismo gag su instante Whiplash que endulzó aún más el momento. Ese y la canción inaugural fueron lo único en los que se notó su sello. Tuvo, en todo caso, poca presencia en la gala. Algo falló.

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